Wᴇ·ʀᴇ Dᴇᴍᴏɴs

56¦¦ 𝑪𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒏𝒛𝒂

Abrí los ojos lentamente y parpadeé un par de veces para adaptar mi vista a la luz de la habitación. Lo primero que vi al despertar fue a Levi durmiendo tranquilamente, sonreí al darme cuenta que incluso dormido, procuraba estar cerca mío; su brazo derecho se encontraba alrededor de mi cintura, acaricié suavemente desde la muñeca hasta el codo, rozando su piel con los dedos índice y medio; de ahí me fui directo a su hombro y lo toqué de la misma manera que su antebrazo, no pude resistir y llevé mi extremidad superior hasta su rostro, con la yema de los dedos delineé su mandíbula suavemente, con cuidado de no despertarle; finalmente, mis dígitos se dirigieron hacia atrás de su oreja, casi llegando a su nuca mientras el pulgar se dedicaba a tocar sutilmente su mejilla.

Apreté los labios para reprimir una pequeña risa al notar que el azabache batallaba mucho para aguantar una sonrisa.

—¿Cuánto tiempo más vas a fingir que estás dormido? —pregunté suavemente sin apartar mi mirada de él.

Levi no pudo soportarlo más y sonrió sin abrir los ojos, enterneciéndome casi al instante de ver su hoyuelo. Se acercó más y me abrazó por la cintura para colocar su rostro de lado en mi pecho, colocando su oído en el lado izquierdo, lugar en donde mi centro latía con furor al tener a una de mis debilidades así de cerca.

—Quizá cinco minutos más.

Reí ligeramente por su respuesta, acaricié sus oscuros mechones de cabello al mismo tiempo que le devolvía el gesto con algo de sonrojez al estar en presencia de esta versión de Levi, una que solo yo había visto y que sale a relucir únicamente cuando nos encontrábamos a solas.

—Solo cinco, sargento.

Rió con mi respuesta y posteriormente se acurrucó haciendo que sus cabellos me hiciesen ligeras cosquillas en mi cuello, cerré los ojos disfrutando del momento.

Bajé las escaleras algo confundida por escuchar tanto ruido en el piso de abajo, suponía que era Levi ya que no se encontraba cuando desperté nuevamente, llevé mi diestra a mi boca mientras soltaba un bostezo, aún tenía algo de sueño y las prendas que vestía no ayudaban mucho. Poco tiempo después de comenzar a salir con Levi otra vez, el susodicho me obligó a devolver todos los abrigos y ropa que no eran míos, así es, mi colección de ropa para dormir fue arrebatada de mis manos; sin embargo, a cambio de eso, él me prestaba sus camisas y abrigos que también me quedaban anchos y eran incluso más cómodos.

Con los pies descalzos, llegué hasta el lugar en donde provenían los ruidos. Me crucé de brazos y me recargué en una de las paredes de la cocina.

—¿Quién eres y qué le hiciste a mi esposo? —pregunté con ligera ironía al ver a Levi junto a la estufa con una sartén, ya se había cambiado la ropa y se había peinado.

—En mi defensa, ya he cocinado antes.

—Y casi incendias la casa —le respondí caminando hacia él para verificar qué estaba haciendo.