Capítulo 20

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Aviso: La portada no me pertenece, ha sido realizada por la artista @fery_dds.

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Eran pasadas las once de la mañana cuando Serah despertó. Estaba apoyada en algo duro pero calentito, y cuando abrió los ojos se dio cuenta de la situación. Se había quedado dormida abrazada a Law, y él la había rodeado con sus brazos también.

Y qué noche...

Se ruborizó salvajemente al apartarse de él y ver que aún seguían desnudos bajo las sábanas de la cama. Se levantó con cuidado de no despertarlo y volvió a vestirse sin hacer ruido. Recordaba cada caricia y beso de la noche anterior, había sido maravillosa.

Antes de salir de la habitación, se dio un último momento para observar cómo dormía plácidamente en el colchón. Su rostro era tan tranquilo, nunca lo había visto así de relajado. Aunque aún tenía sus características ojeras oscuras bajo los ojos, sumado al pelo despeinado, le daban un aspecto algo salvaje.

Disfrutó ese último vistazo a su cuerpo, su abdomen tan bien marcado, los tatuajes decorando su piel algo pálida, sus bíceps... más tarde querría volver a besar cada una de esas partes. Pero ahora era el momento de regresar a la realidad. Olía demasiado a él, a mar y desinfectante de la enfermería.

Serah se escabulló exitosamente por el pasillo con dirección al baño y darse una merecida ducha, pensando que no se cruzaría a nadie en su camino, pero no podía estar más equivocada.

–Ejem... –carraspeó Shachi a su espalda, justo cuando había pasado la cocina de largo.

La chica se quedó congelada, casi como si la hubieran pillado haciendo algo malo.

–¿Qué tal la noche? –preguntó Penguin, que también se asomó por el marco del comedor para hablar con la recién llegada.

–Ah, hola chicos... –dijo ella, intentando disimular que los había estado evitando a propósito– Bien, bien. ¿Y vosotros?

Ambos se quedaron en silencio, mirando a la chica de arriba abajo. Llevaba la ropa descolocada, el pelo muy despeinado, en el cuello descubierto tenía alguna que otra marca color morado algo sospechosa, y ella estaba demasiado feliz... Las piezas terminaron de encajar.

–Págame –le ordenó Penguin a su amigo pelirrojo.

–Esto si que no me lo esperaba... –murmuró Shachi, sacando unos billetes del mono y entregándoselo a su amigo– Algunos se lo han pasado mejor que otros, ¿no?

Serah se puso algo roja y apretó los labios, tal vez era demasiado evidente.

–Sombrero de Paja se pasó media noche preguntando por el capitán y por ti, no te imaginas lo que tuvimos que pelear para que no echase la puerta del submarino abajo... –se quejó Penguin.

–Gracias por cubrirme –le guiñó el ojo al más alto de los dos.

–Pero Serah, cuenta cuenta... –la invitó el otro hombre a sentarse con ellos en el comedor para desayunar– Queremos saber los detalles.

La chica al final accedió con tal de que no sacasen el tema delante de Law y el resto de la tripulación.

–¿Y entonces quién empezó? ¿Quién se declaró a quién?

La morena rodó los ojos mientras tomaba un vaso de zumo.

–Supongo que yo.

–¿Ya sois novios? –insistió Shachi.

–¿Qué? –preguntó ella, confundida– No, nosotros solo...

–¿Que aún no te lo ha pedido? –ambos estaban estupefactos– Desconocía que el capitán fuera tan cobarde.

–Bueno chicos, que nos hayamos acostado no nos obliga a casarnos... –intentó explicar ella en voz demasiado alta, al momento que Bepo interrumpió también en la sala.

–¿Casar? ¿Quién se va a casar?

–Serah y el capi –respondió tranquilamente Shachi, devorando una tostada con mantequilla.

Luego ambos se echaron a reír al ver la expresión de horror de ella. Bepo era un bocazas.

–¿¡Qué!? –gritó el oso, levantando demasiado la voz– ¿Y también vais a formar una familia? Ay, ¡no me siento preparado para convertirme en el nuevo capitán!

–No quiero imaginarme una versión pequeña del capitán correteando por el submarino... –murmuró Shachi a su amigo.

–Horrible –asintió éste.

–¿Habéis usado protección, no?

Serah casi se atraganta varias veces por el desayuno, hasta que Bepo se calmó y pudo explicarle que nada de eso iba a pasar. No había boda, ni mucho menos hijos. Definitivamente no se veía formando una familia.

–Vaya, la verdad que ya me estaba haciendo ilusión ponerme pajarita... –murmuró algo más deprimido el oso.

–La próxima vez no os inventeis cosas, idiotas –intentó reprender al dúo problemático.

–Déjanos disfrutar, es la primera vez que el capitán es la comidilla de la tripulación –se quejó Shachi, recogiendo el desayuno de todos.

La mujer suspiró en alto y ya se iba a marchar a tomarse la dichosa ducha cuando recordó algo importante que quería preguntarles a los dos.

–Oye, ¿alguien de aquí sabe algo de tatuajes?

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–¿Estás segura?

–Sí –respondió la chica, cerrando los ojos al sentir la aguja clavarse en su espalda.

Shachi y Penguin la llevaron hasta la planta baja, donde se encontraba Uni, el que era el mecánico de la banda. Y en sus tiempos libres también se dedicaba a tatuar, actualmente era quien había tatuado a casi todos los miembros, incluido Law.

La chica preguntó si podía tapar una cicatriz enorme, y Uni estuvo de acuerdo, pues no era la única de la tripulación con la marca de los nobles mundiales. Tiempo antes se había encargado de diseñar una pieza para Jean Bart, quien lo llevaba en el pecho.

Ella había elegido el logotipo de los piratas Heart para taparse aquella herida que llevaba demasiado tiempo abierta. Haría las líneas lo suficientemente gruesas para cubrir la quemadura, y de color negro para que tampoco se viera el de la piel herida.

El dolor era horrible, si bien estaba delgada, la aguja clavándose en su columna vertebral era pasable, pero la piel cicatrizada era más sensible al dolor.

Aquellas horas tumbada en la camilla fueron demasiado largas. Shachi bajó varias veces a ver cómo iba todo. El sonido de la máquina le estaba taladrando la cabeza.

Tras pasar casi todo el día allí encerrada, Uni por fin había acabado su obra. Limpió los últimos restos de la tinta y luego cubrió el nuevo tatuaje con una tela absorbente de color blanca.

Serah por fin pudo marcharse a su habitación. Esperaría unas horas para darse una ducha, cuando aquello terminase de supurar tinta. Ahora la idea de echarse a dormir le parecía tan atractiva.

Estaba exhausta pero feliz.

Se tumbó en la cama y abrazó la almohada sin siquiera descalzarse. Tomó aire hasta llenar sus pulmones, seguía oliendo a él, le encantaba. Después cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.

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All eyes on me [Law x OC]Where stories live. Discover now