Capítulo 9

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Aviso: La portada no me pertenece, ha sido realizada por la artista @fery_dds.

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Pasaron los días sin mucha novedad. Serah se había recuperado casi del todo y había comenzado a entrenar con Bepo cada rato que salían a superficie. La chica había mejorado considerablemente su forma física esos días. Ya era capaz de seguir el ritmo del animal, aunque aún estaba lejos de ganarle.

Durante esos ratos, Shachi y Penguin se quedaban también en la cubierta, animando a Serah efusivamente. Pero del capitán no había rastro, llevaban días evitándose. Law solía dormir una siesta con Bepo como almohada, pero hacía días que no aparecía por allí. El resto de la tripulación se extrañó, pero lo relacionó a las tensiones recientes del capitán y la única mujer a bordo.

Ese mismo día iban a atracar en una isla para comprar provisiones y Serah pidió a los chicos poder acompañarlos. Hacía mucho que no pisaba tierra, y como usuaria que era de fruta, estar siempre en el mar era agobiante.

Horas más tarde, Bepo detuvo el submarino y todos –o casi todos– salieron a la playa más cercana. Serah caminó por la arena siguiendo al oso, pero buscaba de reojo a Law.

–No va a venir –le informó el animal.

Su decepción era visible.

–No sé a qué te refieres –disimuló ella, encogiéndose de hombros.

Penguin se adelantó al grupo para hablar con la chica, colocando amistosamente un brazo sobre sus hombros.

–No te pongas triste, que para eso estamos nosotros aquí.

–Oye que me da igual que venga o no...

El muchacho le dio unas palmadas con cariño y siguió corriendo hasta adelantar a Bepo.

–Claro, se nota.

Serah se mordió el labio pero le restó importancia. Intentó evitar el tema todo el camino al pueblo cercano, pero los chicos eran tremendamente cotillas, preguntando si ya no habían tenido sus visitas nocturnas desde aquel día. Y por el tono de sus palabras, era obvio que estaban insinuando cosas.

–No sé a qué os referís –negó ella– Pero diría que no me gusta relacionarme con alguien mediocre que no sabe hablar las cosas a la cara.

–Uh... –murmuró Bepo, poniendo mala cara.

Pero nadie le negó esa frase, todos conocían demasiado bien al capitán para saber cómo era. Y lo que le costaba relacionarse con la gente, ya no digamos una mujer.

–Y además, soy mucho para él –añadió la morena, decidida a quedar por encima de esa discusión.

–Eso habíamos apostado –le respondió Shachi, alargando la mano a su amigo– Págame.

–Mierda... –se quejó el otro, metiendo una mano en el bolsillo del mono y dándole un par de billetes.

–¿De qué va todo esto? –Serah los agarró a los dos del cuello de la ropa y los detuvo antes de que se escaqueasen corriendo.

–Pues que Penguin apostó con que estabais liados –le señaló, acusatoriamente– Y yo, que os odiáis.

La mujer miró con mala cara al otro chico, que agachó la mirada casi con timidez. Bepo interrumpió antes de que saltasen chispas en el ambiente.

–Tenemos que darnos prisa en cargar las cosas, por favor –pidió a sus amigos y a la chica.

Y así, la conversación se detuvo y el resto se mantuvo en silencio hasta que aparecieron las primeras tiendas a la entrada del pueblo. Bepo se marchó con varios piratas para comprar provisiones de comida y buscar algún mapa.

Serah se quedó con los otros dos, pero ignorando al del gorro del pingüino por sus ocurrencias. Mientras los chicos hablaban entre ellos, la chica se sintió atraída por una tienda de ropa local que tenía un escaparate llamativo. Se acercó, allí había expuesto un maniquí con unas botas negras y altas que llamaron terriblemente su atención.

Sin pensarlo bien, se metió dentro de la tienda. Detrás de un mostrador se encontraba una chica joven, que masticaba una piruleta sin prestar mucha atención.

La morena comenzó a mirar las prendas dobladas y expuestas, había un jersey color violeta que adoraba, una falda marrón que podría resaltar perfectamente su figura, y todo junto a esas botas quedaría asombrosamente bien. Pero se dio cuenta de que no tenía dinero para pagar todo eso, y robar no era una opción. Aquella chica no tenía la culpa de su situación. Así que fue a dejar todo pero antes sus compañeros entraron detrás de ella.

–Me gustaría pedirte perdón –le dijo Penguin mientras la chica colocaba la ropa de nuevo.

El pelirrojo le dio un codazo.

–¿Te gusta esa ropa? –le preguntó dándose cuenta de que la chica se alejaba del maniquí algo triste.

La pobre llevaba semanas vistiendo un mono naranja butano que para nada era su talla, igualmente le quedaba bien, pero no era su prenda favorita.

–Te lo regalo, a cambio de que me perdones –le pidió, casi arrodillándose frente a ella y tomando sus manos.

–Vale vale, pero no montes un numerito, por favor... –le dijo señalando a la cajera.

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Unos minutos más tarde, los tres salieron de la tienda, Serah llevaba su nueva adquisición puesta, Penguin iba detrás, llorando por el dinero y pensando lo caro que sería tener una novia. Shachi lo intentaba consolar un poco, llevando una bolsa de ropa con más accesorios que había elegido la chica, como ropa interior o pendientes.

La chica se veía realmente feliz de vestir algo cómodo, se miró en cada escaparate y cristal del pueblo mientras salían.

–Ha merecido la pena solo por verla feliz, eh –le dijo Shachi en voz baja a su amigo.

–Calla, no seas pelota –le respondió el otro.

Y al rato se reunieron con el resto de integrantes de los piratas Heart. Bepo llevaba una bolsa encima llena de pergaminos, que estudiaría más tarde como el navegante que era de la banda. Y reparó rápido en el cambio de imagen de la mujer. Prosiguieron el camino al submarino todos juntos.

–Te queda bien –dijo, sin ningún trasfondo, pues era bien sabido por todos que a Bepo no le atraían los humanos– Espero que puedas entrenar bien con eso.

–¡Perfectamente! –le respondió ella, haciendo unas piruetas mientras caminaban.

Luego levantó la pierna de forma vertical, hasta casi tocarse la nariz con el dorso. Esto hizo que se levantase toda la falda y Penguin asistiera al ver la escena.

–Ha sido una buena inversión.

– Estúpido... –negó su amigo por lo bajo.

Serah no le dio importancia aunque lo había escuchado, no se lo tomó a mal.

Después de un rato, ya estaba en la playa cargando las cosas en la nave, y justo cuando Serah había bajado la guardia sin usar su poder desde hacía horas, él estaba ahí parado.

Levantó la mirada y sintió un vuelco en el corazón al chocar con sus ojos grises. Notó su fugaz mirada en todo su ser, repasando rápidamente algo evidente. No llevaba su gorro puesto, iba despeinado y tenía las ojeras de siempre.

Ella desvió la mirada, tímida. Sus mejillas se tornaron algo rojas. Era una mezcla de vergüenza y enfado por no haberse disculpado estos días atrás, y más aún el haberla evitado de forma tan evidente. La tensión era evidente, lo notaron los demás.

–Bien hecho, Bepo.

El capitán felicitó a su navegante, y cuando los demás estaban subiendo, se giró para brincar y subir a la cubierta sin tocar el agua.

Serah se quedó mirando la espalda de Law con cierta decepción. No sabía bien qué esperaba, pero tal vez deseaba un cumplido por su parte. Y cuando subió ella detrás, se cuestionó por qué le importaba verse atractiva para él.

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All eyes on me [Law x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora