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Pasando una mano por mi cabello, caminé hasta la puerta principal del colegio y las empuje, saludando al portero mientras salía a la calle. Al contrario de los alumnos, a nosotros se nos permitía entrar y salir del instituto a nuestro antojo por lo que no tuve ningún problema en recorrer el camino de entrada hasta los portones y llegar al cordón.

No tuve que caminar mucho antes de que un increíble Audi r8 blanco me alcanzara. La ventana del acompañante bajo y el rostro sonriente de Noah se dejó ver por ella. Eleve una ceja hacia el auto, dándome cuenta de lo caro que era. Bueno, al parecer había cosas que jamás cambiarían. El hecho de que Noah fuera un nenito de papá no cambiaria ni aunque el apocalipsis estallara.

Alcanzando la puerta, la abrí́ y me deslicé dentro—. Bonito. —musité, mirando el brillante interior—. No recuerdo haber encargado un Christian Grey. —me burle.

—¿Acaso leíste esos libros? —preguntó con una sonrisa mientras sacaba el auto hacia la carretera. Me dio un breve vistazo.

—Nop —hice una mueca—. Pero vi la película, un amigo prácticamente me arrastro al cine. —opte por no nombrar a Louis, no aun. El chico me había dejado cinco mensajes de voz amenazantes luego de que le cortara cuando sucedió lo de Liam. Tenia miedo de que apareciera con una motosierra y mascara de hockey en mi ventana—. ¿Tu?

—Los leí —aceptó—. Una de mis alumnas me los recomendó, dijo que se aprendía mucha anatomía humana en él. Lo hice.

Rodee los ojos—. ¿Como evitas que las alumnas te metan mano? —pregunté, alcanzando la radio—. Una de ellas toco mi trasero hoy.

—Diles que eres gay —se encogió de hombros—. Y reza para que ninguna tenga una obsesión con volverte al lado bueno de la acera.

—¿Experiencia propia?

—Algo así. —hizo una mueca antes de cambiar de tema.

El viaje no fue muy largo y la mayor parte fueron charlas triviales sobre el instituto. Siendo que jamás había hablado con Noah antes se me hacía demasiado extraña la escena. Intenté seguirle el paso con todas mis fuerzas pero aun me costaba un poco, no solo por quien era sino porque no era la persona más habladora de la tierra cuando recién conocía a alguien. Y teniendo en cuenta que los puñetazos no valían esto era como conocerse por primera vez.

Deteniéndose frente a un lujoso edificio, Noah me guiñó un ojo y dijo—. ¿Que mejor manera de conocernos que durante la cena?

«No lo sé, cualquier lugar donde no tenga mi boca llena para contestarte».

Reprimiendo mis pensamientos, me recordé el porque de la cena antes de darle una sonrisa falsa y asentir—. Buena elección.

Abriendo la puerta, salí del vehículo y esperé por Noah para poder dirigirnos a la puerta. Decir que el lugar era lujoso era un eufemismo, era como entrar a alguna especie de palacio. ¡Joder, hasta había una alfombra roja y todo! Estuve a punto de salir corriendo como alma que lleva el diablo. Joder, me sentía como una cucaracha en un baile de gallinas.

—Señor Davies, es un placer tenerlo aquí —una joven de largo cabello rubio y rizado salió de detrás de un pequeño podio en la recepción, sonriéndole brillantemente a Noah—. ¿Va a querer la mesa de siempre?

—Si es posible. —dijo el castaño.

Estreché los ojos, pasando mi mirada de uno a otro e intentando entender algo de lo que hablaban pero sin lograrlo. Un par de sonrisas después y sutiles coqueteos y estaba a punto de arrojarme bajo un camión de carga. Acercándome a Noah, le di una patada en el tobillo con todas mis fuerzas. Logrando que soltara un pequeño gemido de dolor y se girara a mirarme.

Intocable |Ziam|Where stories live. Discover now