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Atravesando el umbral de la puerta del aula 07, deje caer mi mochila sobre la mesa y miré a los alumnos ya sentados en sus pupitres. El director Jonhson me había llamado a su oficina esa mañana para informarme que más de diez de mis alumnos habían pedido la autorización para cambiar mi clase por cualquiera que estuviera disponible. Descubrí que el hecho de que a mi me causara gracia no quería decir que al director también, no me importaba realmente pero como quería mantener el empleo debía comenzar a comportarme un poco más amable con las pequeñas bestias.

Liam fue el primer rostro que identifique ya que estaba sentado en la primer fila. El castaño se había marchado de mi habitación poco después de que llegara con su tapabocas, ni siquiera había intentando hablar y según lo que logró explicarme su garganta había logrado irritarse por el olor de los tóxicos de las pinturas. Mirándolo mientras se acomodaba su beanie esta vez rojo, supuse que se encontraba perfectamente.

"¿Estas mejor?" gesticule de todas maneras. El castaño asintió suavemente, dándome el Okey con su dedo pulgar.

Con un asentimiento de comprensión, pase mi mirada por los demás alumnos dentro del salón. Había logrado memorizarme varios nombres, de aquellos que en verdad parecían querer aprender algo y de los que no tenía más remedio que soportar, como el estúpido grupito al fondo. Hoy sería el día en que separara a los revoltosos de quienes en verdad estudiaban y amaban el arte.

—Buenos días. —saludé, recibiendo un desordenado saludo de regreso. Cruzando mis brazos sobre mi pecho, tomé mi lugar frente al escritorio—. Como el director Jonhson parece no estar de acuerdo con "mis métodos de enseñanza" decidí́ hacer algo diferente esta clase. —me rasque la barbilla con pereza—. Como ustedes saben, el programa de esta clase contiene tanto teórico como practico.

Una chica rubia, sentada a un lado de Liam, levantó la mano, le di la palabra con un gesto—. Por lo general la mayoría de nuestros profesores prefiere dar el teórico primero para después pasar a la practica.

—Sé eso, señorita McQueen, gracias por la información de todos modos —la rubia asintió sonriente—. Pero yo no soy como otros profesores. He sido estudiante de arte y es una mierda que enseñen las dos cosas separadas por lo que prefiero unirlas para ver si funciona.

—¿Haremos algo practico ahora? —una voz chillo del fondo.

—Si, Farrell —asentí, mirando al chico en cuestión—. Le agradecería que la próxima vez que tenga una pregunta se moleste en levantar la mano y pedir la palabra.

—Lo siento.

—Hoy tengo pensado un ejercicio fácil por lo que nos olvidaremos de Van Gogh por un rato —hice un gesto con la mano cuando comenzaron a quejarse, como no me hicieron caso tuve que recurrir nuevamente al borrador sobre el escritorio—. Corregiré sus tareas de igual manera y esa información va a servirles para más adelante, así que no se escandalicen —eso hizo el truco, hasta recibí varias sonrisas—. Ahora quiero que tomen sus cosas y me sigan, iremos al salón de arte.

La sala de arte estaba ubicada al final del pasillo, detrás de dos grandes puertas de roble. El lugar no era muy distinto al resto de los salones, la única diferencia que había era que en vez de pupitres este contaba con varios bancos acompañados de sus respectivos caballetes. Me gustaba ese lugar ya que me recordaba a mi propio estudio de arte, el cual no visitaba hacia más de un año.

—Elijan un lugar, es con el que se quedaran el resto del año. —hice un gesto hacia el salón y esperé hasta que se acomodaron—. Bien, ahora que estamos listos voy a explicarles el ejercicio. —froté mis manos juntas—. Como no tengo idea de en que nivel estén, ya que nunca habíamos trabajado juntos, decidí́ que necesito hacer un diagnostico de sus habilidades.

—¿Diagnostico?

—Un diagnóstico, señor Allen. —aseguré—. Quiero que cada uno de ustedes, haga su propia versión del cuadro Der Kuss de Gustav Klimt.

—¿Der que...? —Damián Marco, uno de los secuaces de Broune, me miró como si me hubiese crecido otra cabeza.

Rodee los ojos—. ¿Alguien quiere explicarle de que estoy hablando?

Una chica delgada y con largo cabello oscuro fue la única que se atrevió a levantar la mano y explicarle al chico de lo que estaba hablando. Como no tenía ninguna intención de ayudar al idiota en su confusión me centré en rebuscar en mis cosas hasta que encontré la imagen del cuadro que había fotocopiado.

—Para los que no lo conocen, este es el cuadro —giré sobre mí mismo, ensenándoles la imagen—. Su nombre en español es: El Beso. Una obra original del pintor australiano Gustav Klimt. Desde la óptica de la iconografía se interpreta como una representación simbólica del momento en que Apolo besa a la ninfa Dafne que se está convirtiendo en laurel, de acuerdo con el relato de la metamorfosis de Dafne que se encuentra en la obra de Ovidio.

Pude ver los ojos de Liam abrirse de par en par mientras explicaba el significado de dicho cuadro. Había estado pensando en algún ejercicio con el cuadro desde que lo vi sobre la cama del ojimiel, no sé porque tenia la necesidad de hacer mis clases más agradables para el chico, suponía que era mi propio pasado pateándome el culo pero sabía que había más allí.

Una chica levanto la mano cuando terminé de hablar por lo que le di la palabra—. ¿Podemos tener modelos? En nuestro año anterior se nos ensenó a pintar con modelos, es más fácil ya que no tenemos la influencia del cuadro original.

—Es una buena idea, señorita Marius —acepté con una sonrisa—. ¿Quiénes serán los valientes que se ofrecerán como modelos?

—¿Puedo hacer una sugerencia, profesor? —miré hacia la persona que había hecho la pregunta, dándome cuenta de que era la gemela de la primer chica. Asentí para que siguiera hablando—. Podrían ser dos modelos hombres.

—¿Por qué?

—Según la mitología, las ninfas eran bellas mujeres que vivían en los bosques por lo que si queremos ser originales y usar nuestra imaginación, ¿quien dice que la ninfa no puede ser un hombre? —se encogió de hombros—. Es solo una idea.

—Una muy buena —asentí́, colocando a las gemelas Marius dentro de la lista de niños buenos en mi mente. Mire a mi alrededor—. ¿Quien se ofrece?

Me detuve de rodar los ojos cuando en vez de ofrecerse los varones parecieron encogerse en sus bancos—. Estoy comenzando a creer que esta clase esta llena de mujeres y gallinas —canté—. Les daré́ puntos extra si lo hacen.

Nadie.

—Bien, como al parecer son demasiado cobardes como para acercarse a otro hombre sin dudar de su sexualidad —escuché varios quejidos bajos que confirmaron mi hipótesis por lo que me giré hacia las chicas—. Damas, tienen el poder de elegir sus modelos y aquel que no quiera hacerlo, irá a hacerle una visita al director.

Las sonrisas malignas que aparecieron en los suaves rostros me hicieron acordar al gato de Alicia en el país de las maravillas. El pequeño grupito de féminas, que contaba con unas siete chicas, se reunieron enseguida y el cuchicheo comenzó́. Tuve que morderme el interior de la mejilla para no soltar la carcajada ante las expresiones de horror de los varones. Al parecer tenía una pequeña mafia femenina en manos.

—Ya decidimos —una de las gemelas Marius se volteó y me sonrió—. Queremos que Liam sea la ninfa y... —Oh dios, no me gustaba esa maldita sonrisa, no me gustaba para nada. Ya entendía porque los chicos les temían—...que usted profesor, sea Apolo.

Mierda, debía comenzar a pensar mejor mis castigos. 

Intocable |Ziam|Where stories live. Discover now