45

968 91 27
                                    





Teo decidió irse del lugar, sin preguntarme a penas, solo me apoyó con la mirada. En cuanto se fue, un sentimiento doloroso en mí pecho afloró. Una ansiedad me inundo. Sentía que se acababa el mundo.

El se acercó con precaución hacia mi y aparté la vista. Verle me resultaba incomodó, irreal. Un espejismo parecía.

Quedamos en silencio durante varios minutos mirando el lugar. Cerca de allí solíamos quedar en la noche, varios años atrás, cuando éramos críos listos para comernos el mundo. El silencio fue interrumpido por mi.

—¿Cómo esta Amy? —le pregunté para intentar romper el hielo. No quería gritarle, aunque un impulso en mi interior golpeaba mi pecho.

—Oh —bramó sin esperarse esa pregunta—, ella está bien. Os echaba muchísimo de menos, aunque ahora esta un poco... sorprendida.

—Todos lo estamos —dije levantando mis cejas con incredulidad.

Otros cuantos segundos de silencio en los que yo ya tenia el corazón en mas manos.

—¿La amas? —pregunté rápido, conciso y sin mirar.

—Si —suspiró.

Yo asentí asimilando la repuesta. Había tantas cosas que quería decir, pero ninguna me salía de la garganta. Nu arrancándolas lo harían.

—¿Y tu le amas a él? —me miró pero yo a él no. Tenia cierta negación por el. Por su cara, sus ojos verdes, el pelo casi largo que le corría por la cara, aquella barba que me recordaba todo el tiempo que ya no éramos niños.

Casi le odie.

—Creo que estoy enam...—Lo estaba. Estaba prendada de Teo, pero no quería decirlo delante de Laurie —. Le quiero mucho.

El dio una bocanada de aire y se estiró sobre una piedra.

—Pues así es —Soltó el aire y quedó mudo.

No quería tocar aquel tema, pero no podía mentirme a mi misma. Era a lo que había venido, y de alguna forma u otra pasaría tarde o temprano.

—Montemonos en esa barca —Laurie se levantó y se acercó al lago aproximado a nosotros.

«Solo quiero que esto cese ya» Pensé pero calle.

¿Por que callo?
¿Donde fue a parar toda aquella confianza?
La energía se transforma, mas no desaparece
¿Se había convertido esa confianza en miedo al otro?
¿Nos exime la separación del respeto mutuo?
Si es así, nunca me respetaste.

Acabé en la barca roja y avergonzada. Humillante me sentía, porque a pesar de no sentir ya apenas enamoramiento por él, cierta admiración surgía. ¿Quien se olvida de su primer amor? Eso no se deja a un lado nunca, siempre está ahí. Le amaba por la felicidad que me había dado, la confianza, las anécdotas, pero ese amor ya no era él amor que antes fue.

Rindo a tus pies por el amor que me debes, y tu a los míos por el que yo te debo.

El comenzó a remar, a pesar de que cuando nos montábamos de pequeños, era siempre yo la que lo hacia.

Suspiré y recapacité —Fue puro ¿no?—miré mis uñas nerviosa y sonreí por el recuerdo. El me miró sabiendo lo que venía, lo noté —Tu y yo, hace varios años, siendo solo un par de críos...

Me sentí triste al recordar. Odiaba la nostalgia, pues me lo pasé tan bien esos años de plena juventud.

—... Pero, nos quisimos de verdad ¿no? —me atreví a mirarle con la incertidumbre de su respuesta.

Un par de ojos verdes Where stories live. Discover now