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Beth había empeorado y Marmee por fin habia llegado a casa. Laurie visitó más a las mellizas y la tía March no había cambiado su arrogante actitud. Marmee rezaba todas las noches por sus mujercitas y May, todas las noches recitaba la misma frase:

-Lucha Beth. Porfavor, lucha y haz ruido hasta el final pero por favor no te vaya en silencio -

Nunca la decía sin terminar llorando. Parecía que era lo único que sabía haber, pero juraba que no.

Horas quedaban para el carruaje de Laurie llagara a la casa de tía March para recoger a May y llevarlos a la fiesta en la ciudad donde pasaron dos días. Uno para prepararse y otro para la fiesta.
May preparo su maleta con el vestido violeta de su hermana Meg. Se lo prestó expresamente para ese día, igual que ella le prestó sus guantes.

-¡Maylin March! -la señora de la casa gritaba desde la planta baja para que la joven bajará. El carruaje ha había llegado.

Laurie estaba a las afueras de la casa. En las escaleras que llevaban a la puerta esperando a la joven y sonriendo a la tía March. La joven salió y despidió a su tía con la mano puesto que no le gustaban los besos. Ni tampoco los abrazos. Abrazó a su hermana Amy y salió de allí. Escuchaba como Marmee se despedía a lo lejos, al igual que Meg. Jo estaba en la habitación de Beth cuidando de ella.

-Buenos días doncella -Laurie le dió sus maletas al hombre del carruaje. Ambos se sentaron dentro, uno frente del otro. El joven no quitaba la vista de ella. May la tenía baja, no lo miraba, últimamente era más fría con el.

-No llevas medias, tía March se va a enfadar -Laurie nunca paraba de bromear.

-Las quiero dejar para mañana.

-¿Que te sucede últimamente? -se inclinó hacia delante -¿Estás más tristona?

-No, solamente me centro en lo que es importante para mí -se removió en su sitio.

-Cantar es más importante que tú hermana entonces -Laurie habló y May le lanzó una mirada asesina -. Perdón... Perdón -comenzó a disculparse después de lo que había dicho.

-Laurie, no quiero que hables durante todo el camino. Porfavor -May le pidió. Sin mirarlo a el. Solo miraba hacia la ventana.
Por suerte o por desgracia, lo que May dijo no fue cumplido por ella misma. Decidió hablar, necesitaba soltarlo. Después de un rato habló.

-Creo que acabaré comprometida con Francis -Bajó la mirada hacia sus propios zapatos.

-¿Que? -el joven se entre cortó -Tienes solo quince años.

-Si, pero no me casaré hasta los veintiuno -respondió May con una sonrisa que realmente no sentía convenciendose de que era lo que ella quería-. No te preocupes.

-May...

-Es rico y además mi futuro estará asegurado -la chica dijo rodando los ojos intentando convencerse a si misma -. Incluso más que tú o Fred.

-Es raro viniendo de ti, una chica humilde -el dijo duro sin mirar a la joven. Ella solo deseaba encerrarse en una caja y que todos a su alrededor la olvidaran. Estaba enamorada de Laurie pero por obvias razones no estaría con el, por lo tanto, intentaba buscar alguien que la amase de verdad, y cuando lo hacía, se sentía juzgada por Laurie. Su Laurie. Su par de ojos verdes.

Llegaron al lugar y cada uno se fue a su habitación. La que compartian con otras personas. May con la cumpleañera y su hermana. Mientras tanto, Laurie con Francis Quirkle y Fred Vaughn.
La joven dejó su pequeña maleta, sacó el vestido y lo tendió en la cama. Tenía miedo de que me viniera grande puesto que su hermana era más alta que ella.

Un par de ojos verdes Where stories live. Discover now