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Alquel chico y su talento cautivo el corazón de May, pero no románticamente. Era algo distinto. Cómo si una caja misteriosa llegase a tí por extrañas circunstancias y cada día, de ella, descubrieses cosas nueva. Maya la chica, Teo era un acertijo. Un chico apuesto, artista no valorado y con unos pensamientos bastante interesantes. Le causaba incertidumbre y como un adictivo, quería más. Estar más con el y conocerlo más a fondo.

Esto a Laurie no se le hizo para nada gracioso. Se sentía molesto y algo celoso, cosa que el se engaba a admitir.

—¿Donde has estado? —laurie pregunta desde su cama cuando ve May entrar al camarote.

—Por el barco, ya sabes —May intentó evadirlo a toda costa.

—No, no lo sé.

—Fui a la zona de tercera clase, estaban bailando en el comedor y me acerqué —se retiró los zapatos sentada en un sillón. Mismo sillón en el que guardaba reposo el día aquel que torció su tobillo. May iba con el mentón alto, sabía el hilo de la conversación que Laurie quería.

—¿Con quien? —el chico tenía un libro en su mano fingiendo desinterés, pero la curiosidad le carcomía.

May cogió todo el aire que pudo—Conocí a un pintor —apareció apoyándose en el marco que separaba las habitaciones de ambos jóvenes —. Es italiano y me ha hecho un retrato, mira.

El joven levantó una ceja y sonrió de lado. Esperaba de todo menos eso. Agarró el papel y observo las facciones May perfectamente plasmadas en el papel. Su lunares, los pliegues de su vestido, el aire actuando en su pelo.

—¿Esto es lo máximo que debe hacer? —May rió desafiante con orgullo. Un orgullo fingido.

May rodó los ojos.

—Se que te molesta que haya estado con el, pero ni si quiera has tenido el placer de conocerle —ella agarró el dibujo —. Me ha dejado llevarme el dibujo para enseñártelo, pero se lo tengo que devolver, le caes bien.

—¿Le has hablado de mí? —Laurie, cada vez mostrando más su interés, dejo el libro a un lado y se reincorporó en su cama.

—Algo.

—¿Algo como...?

—Como que eres amigo de la familia —May sento en su cama. Al estar la puerta divisora abierta, ambos se podían ver desde las camas —, pero también le he hablado de Jo, así que no te sientas especial.

Laurie arrugó la nariz burlando a May.

—Por cierto... —la chica freno la conversación —¿Cómo llevarás el ver a Jo de nuevo?

—Bueno —miró hacia el suelo pensativo —, teniendo en cuenta que ya me he regozado en el pozo del rechado durante todo este año, creo que lo soportaré —chasqueó su lengua.

May solo sonrió de lado apretando sus labios sin saber dar una respuesta. Lo dicho, no entabalaba conversación con Laurie desde hace días.

—Eso está bien —otro silencio. Laurie se sentó poniendo sus manos entre sus muslos y alzando sus hombros. Acción características de él —. ¿Y que pretendes hacer?

—¿Con mi vida? —May asintió y el alzó los hombros.

—Osea, me estás acompañando y vivirás en tu casa pero algo tendrás que hacer para sobrevivir.

—Estoy escribiendo una ópera y soy yo el protagonista.

—Una perdida de tiempo —May susurró.

—¿Y qué quieres tú que haga, señora? —Laurie preguntó molesto e irónico.

Un par de ojos verdes Where stories live. Discover now