19

2.4K 246 10
                                    

Después del incidente, May de volvió a dar cuenta de que no podía soportar a Laurie más de un día en la misma habitación. Simplemente no estaban destinados a estar juntos, y nadie podria cambiarlo mas que ma iniciativa de sus propios corazones. Hablando de corazones, la joven también cayó en cuenta que a partir de ahora decidiría no sentirse ofendida ante la mínima acción del joven Laurence. Los sentimientos no caían en el corazón, caían en el cerebro, por lo tanto ella pensó que era capaz de controlar sus emociones.

Llegó a la famosa madurez emocional, o eso ella creía.

-Señorira -La ama de llaves irrumpió en la biblioteca sacando a May de su libro. La joven alzó la cabeza y espero a que la mujer volviera a hablar -, el señor Laurence desea hablar con usted.

May volvió su mirada al libro pensando en que hacer.

-Dile que se marche, mañana le asistiré -La ama de llaves salió de la biblioteca asintiendo ante las palabras de la joven.

Quizás Laurie quería disculparse, pero sabía que poco después de la reconciliación volverían a pelear. Como siempre. Simplemente ese era el verdadero orden de las cosas.

Unos golpes en la puerta de la biblioteca volvieron a sonar. La puerta se abrió y May miró con molestia la puerta.

-¿Que se ha inventado ahora? -May preguntó con fastidio hacia Nelly, la muejer a cargo de la casa.

-Una carta informativa desde Concord.

Entonces May cerró el libro con fuerza y miró hacia el frente pensando en que por primera vez en mucho tiempo tendría contacto con su familia.

Se lavantó y corrió hacia la puerta donde Laurie estaba. A él no le dio tiempo a hablar pues May le había agarrado de la muñeca y lo arrastró hasta la biblioteca de nuevo.

Laurie lucia cansado, seguramente de la resaca debido a la gran cantidad de alcohol que tomó ayer. Llevaba una gabardina azul marina con un chaleco violeta bajo esta y una camisa blanca. Tan extravagante como un Laurence podía serlo.

-¿No me vas a preguntar qué hago aquí? -el chico preguntó con obviedad.

-Esperaba a que tú me lo dijeras -May rompió el contacto visual sentándose en un sillón, carraspeando la garganta y posando su mano entre su nariz y su boca.

-Bien... -Laurie suspiró ante la incomodidad de la situación -Primero, quería disculparme, aunque acabemos peleando de nuevo... -fue bajando el tono de voz conforme iba hablando.

May, indignada, resopló.

-No hagas esto más incómodo, Laurie... -la joven exclamó siendo engullida por el sillón.

El chico se quedó mirando a May con alucinacion. Sin poder creer la insensibilidad de la chica ante su sincero intento de disculpa.

-¿Dónde quedó la encantadora May? -Laurie preguntó con enfado -Ahora solo veo a una joven amargada.

May lo miró ofendida -¿Vienes a mi casa a insultarme?

-¿A la casa de Francis? Si, por supuesto -respondió con sarcasmo. Estaba verdaderamente enfadado -Eres una inmadura.

-Todo lo que mis diecisiete años me lo permiten -la joven se levantó del asiento con carácter y enfado. Dejó el libró con fuerza en la mesa y apretando sus labios quiso salir de la biblioteca.

-Todavía no te he dado la carta.

-Damela -la chica la agarró arrebatándola de las manos de Laurie. Comenzó a leerla con interés debido a que venía de su hogar, pero no eran de las mejores noticias.

Un par de ojos verdes Où les histoires vivent. Découvrez maintenant