•31• Mi absoluta salvación.

700 61 9
                                    

HaeMi.

Abrí el grifo e hice una cuenca con mis manos para tomar un poco de agua y lavarme la cara. Me miro un segundo al espejo y tomo un poco de papel higiénico para secarme el rostro. Una vez lo hago, apoyo las manos en el borde del lavamanos y me quedo mirando a un punto fijo de mi reflejo. Ya me quiero ir, siento que me asfixia este lugar.

Me paso las manos por el pelo pensando en lo mal que hice al no traerme mi bolso para retocar mi labial. La base del maquillaje se me calló pero en realidad no me importa mucho, al fin de cuentas no pretendo quedarme más tiempo aquí. Siento algunos toques en la puerta mientras verifico que alguna gota de agua no ha dañado el maquillaje que puse con esfuerzo en mi cuello. Me apresuro en ver que todo esté bien conmigo y rápidamente abro.

Mis piernas flaquean y el corazón me da un pequeño vuelco a penas veo a la persona que esperaba por mí.

—Y-yo, n-no... ya me voy....— titubeo por todas las veces que nunca lo he hecho en mi vida, e intento esquivarle e irme, pero estaba segura de que no iba a ser del todo posible.

—¿Por qué tan rápido?— coloca el brazo contra el marco de la puerta impidiéndome pasar.— ¿Acaso estás huyendo de mí?— me enseña una sonrisa cínica que me provocó un poco de asco y miedo a la vez.— Hace tiempo que no hablamos, pequeña Hae.

—Tengo que irme y si no me lo permites voy a-

Él entró conmigo al baño en un abrir y cerrar de ojos, y cuando me di cuenta ya había cerrado la puerta.

—Por favor, no... n-no intentes nada, te lo advierto.— retrocedo.

El chasquea la lengua y vuelve a reír.— Pero ¿por qué me tuteas tanto, eh, niña?

—¿E-en serio crees... que te mereces mi respeto después de lo que me hiciste?— mis ojos se llenan de lágrimas involuntariamente.

—Por favor, Hae... — se me acera. Más y más a cada segundo.— Los dos sabemos que hubieras querido que sucediera.

No puedo retroceder más cuando choco con el borde del lavamanos, justo en donde había puesto mis manos hace unos minutos. En pánico, trago saliva, totalmente receptiva y dispuesta a hacer lo que sea para salir de esta situación. Realmente no quiero volver a pasar por lo que viví ese horrible día.

—No, no sigas.— le advierto con voz temblorosa.— Voy a gritar y todos se van a enterar de esto,  ya basta.

Él no me está mirando al rostro, está viendo mi vestido. Joder, ese deseo asqueroso con el que me mira me está dando ganas de llorar.

—Me gusta tu vestido.— ladeó la cabeza y me miró a los ojos.

Entonces extendió su mano y tomó mi mejilla. Yo me alerté por completo, no quería que me pusiera ni un dedo encima, me daba demasiado asco. Intenté alejarle pero el se me acercó mucho más, bruscamente. Solté un sollozo y fue ahí que me descontrolé e intenté separarme a toda costa de él, mas era prácticamente imposible.

—Por favor, no...

—Deja de comportarte así,  en el fondo me deseas.— susurró solo a centímetros de mí.

Joder, que asco.

No se si eran peores las sensaciones vomitivas que me estaban dando o mis ojos destilando lágrimas, o su mano recorriendo mi muslo.

—D-déjame, ¡basta!— a penas podía hablar— ¡No!

Su toque es duro, asqueroso, me quiero ir de aquí, tengo miedo.

—¡N-no! ¡N-no!

Y de repente, cuando he empezado a forcejear con él y estoy a punto de gritar por ayuda, la puerta del baño se abre con quien sería mi absoluta salvación.

Casada Con Jeon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora