Liberté

1K 77 8
                                    

Hace un poco más de semana que no salgo de casa. Desde que llegué al pueblo, no tuve ganas de ver a nadie ni salir a dar un paseo.

Me pasé los días en cama, comiendo poco y escribiendo. Tengo la sensación de que dentro de poco me voy a rendir de todo esto.

Pienso en Sarah, Theo, Marko... Las tres personas que verdaderamente me importan. Tal vez si algún día lo llego a hacer, se sentirían decepcionados de mí. Seguramente porque no fui lo suficientemente valiente y fuerte como creían.

Me llegaron mensajes en el celular, pero ignoré todos. Creí que Marko iba a colarse por mi balcón, pero no lo hizo. ¿Pensará que estoy enojada? ¿Tendrá miedo de arruinar las cosas? Ojalá pudiera explicarle, pero no sabría cómo.

Alejarme es algo que no puedo evitar. No lo hago a propósito, es inevitable. Las personas piensan que no los quiero ver más, pero no es así. No se como explicarlo, mi habitación y la oscuridad me consumen. Y, lo peor de todo, es que no quiero salir de eso.

Ahora me encuentro escribiendo mientras escucho música. Es un día lluvioso y frío, mi clima favorito.

Escucho golpes en la ventana y mis latidos se aceleran al saber quién es.

Me asomo y veo su sombra detrás de mis cortinas blancas.

-Hannah, por lo menos dame señales de vida.

Suspiré y me paré a abrirle.

Cuando lo hice, vi su rostro con ojeras, se le notaba cansado. Él fue el que más me llamó, Theo y Sarah sabían que a veces pasaba estos episodios, así que después de un par de mensajes entendieron que necesitaba un momento a solas.

-Joder. -Se pasó las manos por el rostro, y me miró, suspirando. -¿Por qué no contestas el puto teléfono?

Lo miré, sin decir nada, y me entraron ganas de llorar. Juro que no sé porqué, pero igual noté como se me formaba un nudo en la garganta espantoso.

Y él se dió cuenta.

-¿Estás bien? -Dejó de fruncir el ceño y me miró preocupado.

Se acercó a mi y puso sus manos en mis mejillas. Empecé a llorar por el contacto y la atención hacia mi que hace mucho no sentía, y me besó en la sien.

Lo abracé tan fuerte como pude y al instante hizo lo mismo.

-Estoy cansada. -Confesé en un susurro.

Él no dijo nada, pero me levantó en el abrazo y entró conmigo a la habitación. Cerró la ventana y siguió sosteniéndome.

Me separé de él y vi cómo observaba mi habitación desordenada. Si, está hecha un desastre.

Sus ojos volvieron a enfocarse en mí y apretó sus labios. Me dejó en mi cama y empezó a ordenar.

-Marko, no hace falt...

-No puedes estar así. Ignorándome no vas a lograr deshacerte de mi.

Me reí un poco.

-Deja que te ayude.

-No, mejor piensa en alguna explicación lógica de porqué no me contestaste ni un mensaje.

Siguió ordenando hasta que terminó. Se sentó conmigo en mi cama y me miró, esperando que yo hable.

-Sólo... no tengo ganas de nada ni de nadie. Quería estar sola.

-No, no quieres estar sola. Te conozco, algo te pasa.

-¡No sé que me pasa!. -Empecé a lagrimear de nuevo. -No sé explicarlo. No me entiendo y tú menos me puedes entender.

-Hann... A veces para salir de toda la mierda es mejor hablar en vez de quedarte encerrada ignorando a las personas que les importas.

-No lo hice a propósito.

-Lo sé. Pero no costaba nada contestarme y contarme cómo te sentías.

Dejé de mirarlo para centrarme en un punto fijo. Me acosté y él hizo lo mismo.

-A veces quiero desaparecer. -Lo miré de nuevo, él me miró atento. -O no conocer a nadie, poder hacer lo que quiera sin que nadie se preocupe, me juzgue o esté al tanto.

-¿Qué es lo que te gustaría hacer?

Hubo un momento de silencio. Sonreí un poco.

-Entre muchas cosas... Me gustaría correr en ropa interior bajo la lluvia.

Él sonrió.

-¿Y por qué no lo haces?

Lo miré con el ceño fruncido. ¿En serio me lo está preguntando?

-Porque todos van a pensar que estoy loca.

-Yo creo que hacer algo que te haga feliz no es estar loco. Locas son las personas que te ven riendo y te critican mientras ellos no se animan ni a sonreír. -Hizo una pausa, riéndose. -Tampoco quedarías de esa manera estando en un lugar donde un hombre vendía hamburguesas hechas de carne humana.

Sonreí apenas y miré el techo, pensativa.

-¿Tú qué harías si nadie te juzgaría ni se preocuparía?

Lo pensó un momento.

-Comer hasta explotar.

Me reí y noté cómo él se quedó admirando mi sonrisa.

-¿En serio? -Pregunté entre risas.

-Robar un banco también.

-Eso podríamos hacerlo juntos. -Dije, divertida.

-Prefiero correr bajo la lluvia en ropa interior juntos antes que robar un banco.

Me miró y su sonrisa se elevó.

-Desvístete.

-Bueno, no pensé que esta conversación iba a llegar a es...

-Aunque lo esté deseando con todas mis fuerzas, no vamos a hacer eso. -Se paró y empezó a desabrocharse el pantalón.

-¿Entonces?

-Vamos a correr en ropa interior.

-¿Es una broma?

-No.

-Estás demente. -Le digo sin creérmelo.

-Sí, ¿Y qué? -Dijo, sacándose la sudadera. -Prefiero estar en un mundo de cuerdos depresivos y ser el único loco feliz. De eso se trata vivir Hannah, no de lo que quieran los demás, si no de lo que tú quieras en tu vida.

Lo pensé un momento y me paré, bajándome el pantalón corto. Él me miró con una sonrisa.

-Hagámoslo.

***

No puedo creer que esté haciendo esto. No había nadie ya que era un poco tarde, pero la luz del día todavía iluminaba un poco. La lluvia está muy fuerte, e igual estamos los dos corriendo y riendo mientras el agua nos golpea con fuerza.

-¡Que se vayan todos al carajo! -Grita Marko.

Me reí a carcajadas y vi cómo él se acercaba con los brazos abiertos. Me abrazó y procedió a agarrarme de las caderas. Me robó un beso largo, y puse mi mano en su nuca para profundizarlo.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero creo que es la primera vez que me siento tan libre. Tan yo.

Y, aunque me cueste aceptarlo, sé que también será la última.

Ábralin [+18]Onde histórias criam vida. Descubra agora