Capítulo 24

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El próximo día de clases era el último de la semana y debía entregar unas cosas para ver algunas asignaturas hasta la noche.

Cuando me arreglaba para ir, me di cuenta que uno de mis libros —del que no conocía ni sabía de su existencia—, estaba tirado en el suelo. Visualicé su portada, lo sostuve en mis manos y le eché un vistazo.

—La cuarta interpretación... siento que la he leído... —No perdí más tiempo con él, y lo guardé con dificultad en la improvisada biblioteca de mis otros libros abandonados, y me fui sin más.

En las primeras materias me estaba aburriendo con lucidez, porque no había nada bueno por hacer, no existía emoción ni entusiasmo, y mis compañeros tampoco me inspiraban ganas de estudiar. Los profesores eran lo de siempre, el mismo sistema confiable para hacerte dormir sin medicamentos, y otros inclusive eran más expertos en el caótico arte de ser un desastre. Aunque a excepción de todos, el único que generaba algo positivo en un tema concluyente era el profesor Garrett, con sus refranes y adivinanzas al final de clase, que inspiraban a cualquiera que se fuera a dormir por exceso de bostezos.

—Muchachos, no se les olvide leer el marquetero y sus zapatos para la próxima semana. Y siempre tengan en cuenta esto: "la vida se nos va, antes de tenerla en nuestras manos."

—¡Profesor! —dije en voz alta.

—Adelante Esteban.

—¿Por qué se debe escapar la vida de ese modo?

Él sonrió, parecía que le había hecho una buena pregunta, pero realmente estaba equivocado.

—No se escapa, solo desaparece porque así quiere... —dijo sensato de razón—. La falta de atención hacia ella, es nuestra culpa, y al final, también nuestro problema... debes entenderlo de ese modo.

—Gracias... —dije pensativo y sin rastros de volver a preguntar. Asentí a sus palabras, sabía que era una buena lección para aprender.

Un par de horas después, en el baño de la zona deportiva, me encontré con Armando. Se le veía desesperado por hacer algo tonto.

—Esteban, larguémonos de aquí. Estoy cansado de esto.

—¿Qué pasó?

—No hice la tarea de Alirio, me va a matar —expresó agotado, hace mucho no le veía así.

—¿Por qué haría eso? ¿Crees que va a perder su tiempo haciendo algo tan estúpido?

—No te pases... —me dijo con indignación, pero a la vez preocupado—. No sé qué excusa decirle, debería ayudarle después, aunque no me gustaría colaborar con los malos. Sería un traidor.

Según Armando, los profesores eran una corte de la elite para adiestrar a las sociedades primitivas hacia su destrucción. Mucha play le tenía el cerebro fundido.

—Dile que estabas jugando una partida de Call of Duty, que no pudiste evitarlo y listo. Excusa inventada y película armada.

—Ni loco le digo eso —negó de forma absoluta.

—Entonces dile que era una partida importante, él lo entenderá.

—No estoy para bromas... ¿y luego qué? ¿Para que después venga corriendo por mí como lo está haciendo contigo?

—¿De qué hablas?

—No te hagas. Te está buscando y no apareces. Eso es lo que dicen todos aquí.

—¿Quiénes son todos? —dije curioso. No creía que fuera tan importante para los demás.

—La pancarta de entrada tiene literalmente una nota diciendo eso, que te busca y da recompensa por eso.

La teoría del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora