Capítulo 1

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2009, Bogotá.

—¡NO! —grité con locura, mi respiración estaba tan alterada que llegué a pensar que moría—. ¿Qué fue ese sueño?

Estaba hiperventilado, inhalando con estupor y tardanza en la hamaca. Las manos me temblaban como el escalofrío al cuerpo y la humedad impregnaba todas mis carnes. Asimismo, me surgió la duda, pues al final no pude recordar lo soñado con algo específico. Solo poseía una imagen de alguien pidiendo ayuda en la mente, pero no había más. Tenía una cortadura en el brazo derecho que sangraba, aunque no era tan profunda para ser tomada en cuenta, así que no le presté atención.

No hice mayor esfuerzo en rememorar el sueño y volví renegado a la almohada, deseaba dormir, el día me había extenuado, y aunque no existiera una razón para que así fuera, de forma inconcebible, consentía una extraña felicidad conmigo y lo que era en aquel momento.

Nunca había entendido el por qué... pero, sin lugar a dudas; era especial.

(...)

2017, Caracas.

"Los sueños son el delirio de nuestra imaginación, aquello que sucedió alguna vez en ellos, se encuentra reservado dentro de lo más profundo que sentimos."

Leer para volver a leer, y para mí, que era tan aburrido hacerlo. Pero de alguna manera aquella frase me encantaba, los sueños cada vez eran un enigma más enredado de descifrar, o al menos siendo investigado desde cualquier método poco convencional.

En clase, el reloj titilaba despacio y era lo más normal del mundo que no quisiera avanzar cuando el calendario fijaba un lunes. También era relevante la poca fortuna de esos días, la prueba irrefutable de ello sucedía en las mañanas, cuando el vecino sacaba a pasear su rottweiler destructor de mis pantalones favoritos (ya iban dos en el año y esperaba que el tercero fuera más barato). El profesor —que veía con poco interés—, era todo un maltratador de la enseñanza, pues ni siquiera veía a los ojos de los demás cuando se trataba de expulsar a alguien de forma inmerecida.

Todos en mi salón eran los típicos personajes de una historia de la cual uno nunca quisiera toparse —y mucho menos compartir un futuro—. Buscaban aumentar sus egos con mentiras blancas y heredar el dinero de sus padres; escuchar y repetir, era lo que todos hacían, viviendo de estúpidas apariencias y sin un futuro a qué apuntar. Mi apresurada generalización concluía en lo mismo cada día: un escaso pensamiento evolutivo, añadido de un cerebro de nuez, que solo arrojaba más abajo del precipicio a la mayoría de mis contemporáneos, ni con las puntas se esforzaban. Era un fastidio.

El aburrimiento me absorbía tanto que un lápiz me acompañaba y contribuía a quemar esas horas indeseables. Y el profesor de pocos pelos y detestable como sabía que era, buscaba la forma de molestarnos alargando el horario que de modo puntual tenía que ser cumplido.

Mi mirada perdida hacia mi fiel y pequeño amigo de grafito me dejó ver la poca atención para con su clase, y no dudó en increpar mi nombre como acostumbraba.

—Esteban —Me llamó amablemente—. ¿Cuál es el resumen final de la teoría de la interpretación de los sueños de Sigmund Freud?

Elevé mis ojos ante él, y todos en el salón voltearon a verme. Me encontraba desprevenido. De hecho, sobre Freud no conocía mucho, pero sí estaba seguro que algunos «sabios de ignorancia» lo llamaban el padre de la psicosexualidad. Intenté complementar con lo que entendía.

—Profesor, su teoría se basó en el hecho de que cada sueño tenía una circunstancia especial con un motivo en particular, algunos podían ser deseos reprimidos y otros se debían interpretar. No en todos los casos se aplicaba la misma metodología.

La teoría del sueñoWhere stories live. Discover now