Capítulo 5

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Las clases eran más de lo mismo. Sin embargo, dentro de la asignatura de filosofía, el profesor Garrett estaba dando cátedra de sus conocimientos metafísicos casi imposibles de entender. Escucharlo tomaba parte de otra aburrida y decisiva clase, pero necesaria, pues todas sus palabras definían lo que iba a venir para el examen final.

—Recuerden chicos dar lo mejor de ustedes, esta es una grandiosa oportunidad para demostrar su valía en el área del cuestionamiento y las preguntas que no tienen respuesta—Tomó varios cuadernos de su escritorio, y declaró antes de irse:

» Ah, por cierto, "no olviden sus sueños, son los que harán que salgan librados del gran problema".

Mis tímpanos retumbaron con su última frase, y se volcaron mis pensamientos en la fotografía de un solo recuerdo: el sueño de ayer.

"¿También te olvidarás de eso?"

«Claro... Esa chica de mis sueños, la estoy olvidando» pensé con la verdad, en un desesperado intento por activar mi conciencia.

—¡Profesor Garrett! —exclamé con fuerza, él logró escucharme y se detuvo.

—Dime Esteban.

—¿Qué sucede si olvidamos nuestros sueños? ¿Sucederá algo malo?

El profesor se quedó esperando mientras ideaba su respuesta y los demás iban saliendo a sus obligaciones. Y antes de marcharse, advirtió sin titubear:

—Lo perdemos todo, Esteban. No se te ocurra olvidarlos, pues son parte fundamental de tu vida. Son los deseos que buscas y quieres con todo tu corazón. Jamás lo hagas.

Su declaración se había impregnado en mí como un antídoto fulminante, trascendiendo la velocidad del tiempo, porque sin darme cuenta, ya estaba en los pasillos de afuera, esperando a que el techo se abriera de golpe o que Armando me invitara a otra tarde de juegos. Luego, a la distancia, observé a mi mejor amiga saliendo de su clase.

—¡Cristina! —alcé mi brazo, ella me saludó y juntos caminamos por el campo de la platea universitaria.

—Hola Esteban, ¿Cómo has estado? Tenía días sin verte—dijo con alegría. Cristina era una chica muy aplicada; buena amiga, consejera; tímida con los chicos, pero de mente abierta conmigo. Confié en ella para contarle la verdad de mi corazón, pues era la mejor persona que conocía después de mamá.

—Patricia me traicionó con alguien —Ella explayó los ojos, pero no dijo nada al primer instante. Solo me dio un pequeño toque en el hombro.

—Lo siento por eso, pero te lo había dicho. Patricia tenía su rareza guardada.

—¿Cómo supiste eso desde siempre? La verdad, no entiendo a las mujeres.

—¿Por qué?

—No lo sé, pero parece que ustedes tienen un sexto sentido para las cosas, y aunque uno al final escucha lo que dicen y parece una estupidez, termina siendo real —Ella afirmó con gracia y se defendió.

—Nuestras palabras son importantes, pero como siempre nos dicen que estamos locas, decidimos callarnos. Esteban, lo malo siempre ocurrirá mientras no hagas lo correcto.

—¿Qué tratas de decir con eso? ¿es alguna frase de "Coelho"? ¿O es otras de tus lecciones que me tienen harto?

—Un poco de ambas, pero debes saber que no todo vendrá como quieres sino como venga.

—¿Y tú? ¿Cómo vas con Gabriel? También los platónicos no vienen cuando uno quiere...— Me detuvo del brazo y suplicó que hiciera silencio.

—No digas eso aquí, las paredes tienen oídos —susurró miedosa—¿Quieres quedarte sin descendencia tan pronto? —Me amenazó.

La teoría del sueñoМесто, где живут истории. Откройте их для себя