— Sunmi...

— Maki, ¿quién fue? Dime de una vez.

Se quedó en silencio. Conocía a su sobrina. Sabía que tenía un carácter fuerte e impulsivo. Era capaz de hacer cualquier cosa por ella y su hermana.

— Fue...

— Sunmi-san — habló un hombre, interrumpiendo la respuesta de la niña. A juzgar por su comportamiento, sabía que ese hombre algo tramaba. La chica suspiró profundamente y se puso de pie tomando la cabecita de la pequeña —. Qué bueno que llegaste.

— ¿Tú entrenaste con Maki? — preguntó tajante. Él, por otro lado, pasó saliva pesadamente — ¿Y bien?

— Sí, yo... Yo fui.

— ¿Podría hablar contigo? Es que me da curiosidad conocer el rendimiento de Maki — dio leves palmadas en la cabeza de la pequeña. Al recibir ese tacto, la pequeña se fue en dirección de su habitación a toda prisa. Sabía lo que se avecinaba. Aquel hombre conocía lo impulsiva que era aquella joven y el aprecio que tenía hacia las pequeñas Zen'in. Haber tocado a Maki fue haber firmado su sentencia de muerte —. Dime, ¿cómo va?

— Bien — respondió, intentando mantener la calma y que sus nervios no fueran tan evidentes —. Ha mejorado.

— ¿Y ese es motivo para que le hagas daño?

— ¿Eh?

En el centro de la palma de la mano de la chica se encontraba un pequeño destello, el cual comenzó a tomar forma de un arma de fuego con cristal. El hombre, temeroso, la miró a los ojos que emanaban no más que odio.

— ¿Has visto cómo vuelan los sesos de una persona al momento de que se le dispara en medio de sus ojos?

— S-Sunmi...

— ¿Aprecias tu vida? — preguntó, dejando el cañón de la pistola en la frente de aquel hombre, quien temblaba de miedo.

— S-Sí... Sí, claro...

— Entonces aleja tus manos de Maki — dijo firme —. Si vuelvo a ver otro moretón en alguna parte de su cuerpo, olvídate de volver a ver la luz del siguiente día.

Bajó el arma y se fue directamente a su habitación. En lugar de tener miedo, quedó confundido. Sunmi no es una persona que se la pase amenazando a los demás, ella simplemente comete su acto y luego se retira. ¿Por qué ahora no le disparó? Aunque, agradecía que no lo hiciera.

— Ah, sí — dijo la chica y giró sobre sus talones para disparar en el muslo izquierdo de aquel hombre, obligándolo a caer al suelo cubriendo la herida con sus manos —. Agradece que no te di más arriba.

Llegó a su habitación, cerrando con llave, tirando la mochila al suelo y dirigiéndose a pasos pesados a su cama donde se dejó caer a la almohada. 

Algo había dentro de su cabeza que no la dejaba tranquila. Un par de ojos, con un hermoso iris y el color como el océano en el amanecer. Tan vivo, resplandeciente y cautivador. Cubrió su cabeza con la almohada, esperando ignorar el ruido de fuera de su habitación. 

— Gojo Satoru. 17 años, nacido el 07 de Diciembre de 1989 — murmuraba la chica debajo de su almohada —. Chamán de Grado Especial. Le gustan las cosas dulces, podría matarlo poniendo veneno en sus dulces o su comida — giró en la cama, quedando de espaldas a la puerta —. No, eso no. El alcohol. Podría darle una alta ingesta de alcohol y con eso, se muere. No, tampoco — suspiró profundamente —. Mi orgullo y dignidad se verán afectados después de esto...

— ¿Salir? — preguntó confundido. O, más bien, aturdido — ¿Tú y yo?

— Sí — respondió segura. Aunque por dentro le daba nauseas, por fuera, fingía estar tranquila.

— ¡Claro! — exclamó, poniéndose de pie de aquella banca. Inclinó ligeramente su cuerpo para estar cerca del rostro de Sunmi pero ella retrocedió algunos pasos —. Dime cuándo y a dónde, ten por seguro que siempre tendré tiempo para ti.

— Ah... Terminando las clases, claro, s...

— ¡Por supuesto! — sonrió ampliamente —. Entonces terminando las clases, ¿te parece si vamos al cine? El día de hoy se estrenó una película. 300, esa.

— Ah... Bien, sí, está bien.

— ¡Bien! No sabes cuán emocionado me siento en poder salir contigo — rió —. Aunque, sí, ya tenía planeado invitarte a salir, pero me ganaste en hacerlo.

— Aún... — respiró hondo, esperando que el nudo en la garganta se disolviera —. Aún nos falta mucho tiempo, Satoru. Otras veces me puedes invitar tú u otras yo.

— Sí, sí — sonrió ampliamente.

Había encontrado la manera de morir, pero, ¿quién de los dos iba a perecer primero?

Serial Killer; Gojo Satoru.Where stories live. Discover now