Bienvenida a casa, el tiempo no descansa

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Amelia

—¿Y algún día deja de doler? —me preguntó Luisi con sus pupilas siendo consumidas por las marejadas que existían en su mirada mientras ésta me alcanzaba en una búsqueda implacable de una respuesta que la verdad no era la mejor que podía darle, porque no era para nada alentadora.

Por lo que tan solo suspiré y negué.

—No, Luisi —aseguré antes de bufar—, creo que nunca deja de doler la pérdida de un ser querido —comenté mientras acariciaba con ternura su cabello desparramado entre mis piernas, esperando que aquel gesto ayudase aunque fuese en una ínfima parte a recoger los pedacitos rotos de recuerdos que se encontraban esparcidos en esa playa nublada en donde residían sus sentimientos—. Simplemente aprendes a vivir con la pérdida... el dolor nunca se va solo se transforma, si tienes suerte puede transformarse en esa visita inesperada que llega a tocar tu puerta cuando recuerdas un momento en específico con esa persona, en donde se queda a tomar café contigo y reviven por unos segundos ese amor que es el responsable de que duela tanto la herida de su partida...pero a veces, el destino no es tan misericordioso y pues el dolor se concentra tanto que sientes que nada tiene sentido, que tu vida está hecha de miles de pedacitos que nunca más van a retomar su forma original y solo es eso, un dolor que te atraviesa el alma y que muchas veces no te deja ni respirar...que te consume hasta tal punto que todo deja de perder su luz —admití a sabiendas de que por años esa había sido mi percepción sobre la muerte, en donde a pesar de que todos me repetían una y otra vez que el tiempo sanaba y ayudaba a curar esa herida, la realidad era que a veces tan solo te convencías de esa mentira para no afrontar el hecho de que lastimosamente la vida estaba hecha de corazones rotos, por lo que no podías hacer nada en contra de aquel universo de recuerdos, que a pesar de que hayas dado todo de ti para que durara para siempre, éste tan solo había terminado.

Y es que realmente lo único que está en nuestras manos cuando alguien muere es aceptar que nuestras vidas como las conocemos son tan efímeras que nunca logramos estar el tiempo suficiente con los que amamos, pero que a pesar de la fragilidad humana, nuestro corazón tiene el increíble poder de convertir a cualquier ser amado en alguien inmortal, ya que ni siquiera el tiempo es capaz de borrar la marca que dejan las personas que alguna vez amamos.

La rubia no dijo nada ante aquella respuesta tan devastadoramente cruel porque a pesar de que aún era nueva en el doloroso camino del duelo, Luisi sabía a la perfección que el peor día no era cuando te informaban que tu ser querido había fallecido, ni mucho menos lo era su funeral, sino que más bien lo era cualquier otro día en donde sientes su ausencia al realizar actos que eran parte de una rutina que jamás va a volver a ser la misma.

El peor día arriba a tus costas cuando estás a solas en tu casa y te das cuenta de que nunca más vas a poder llamarle y preguntarle cómo ha ido su día o contarle sobre algo que te hacía muchísima ilusión porque hay una barrera terrenal que te lo impide.

El peor día siempre es ese en donde sientes que todo va mejorando hasta que de repente sin quererlo, te tropiezas con esa nueva realidad en donde esa persona ya no está más y no sabes qué hacer frente a ese remolino de emociones que no solo te alborotan el alma sino que de paso las cenizas de algo que pensabas que ya había sido superado.

Pero a pesar de lo devastador que es vivir sumergida en ese mundo en donde no hay respuestas sino solo preguntas, con el tiempo te das cuenta de que la vida realmente no se trata de los días malos ni mucho menos de los buenos sino que más bien se trata sobre la suma infinita que hay entre ellos y el sentido que les damos.

—Así te sentiste después de la muerte de tu padre, ¿no? —inquirió mientras sus ojos oscuros deambulaban entre esas heridas silenciosas que odiaba mostrar al resto porque me hacía sentir débil.

Del amor y otras enfermedades sin curaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora