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Su mano subía y bajaba a lo largo de la erección de Joseph, sus labios estaban succionando la glande lista para recibir el orgasmo que estaba a nada de tener. Los ojos de Joseph estaban cerrados intentando aguantar lo más que podía, su rostro estaba rojo como un tomate del calor que estaba sintiendo.
Sus labios reemplazaron las manos y ahora este daba besos a lo largo de la piel de su miembro, gemía desesperado y cansado, ya no podía aguantar más. Sus dedos fueron hasta su cabello para tomarlo entre estos para animarle a que siguiera dandole el mejor sexo oral que en toda su vida había tenido.
El orgasmo estaba por llegar sus piernas se sentían debiles y le temblaban, sus ojos estaban llenos de lágrimas y la excitación crecía más, pero el sonido de una alarma sonando interrumpió el momento.
Joseph suspiro cansado abriendo los ojos sintiendo como había despertado con una erección, otra vez. Desde esa noche no dejaba de tener sueños donde estaban juntos y como siempre despertaba en el mejor momento del sueño. Frustrado camino hasta el baño para darse una ducha fría y poder relajarse, las primeras veces se masturbaba pensando en ella y sentirse aliviado pero ya estaba harto de esa situación, no poder tenerla y hacerla suya realmente lo estaba cansando. No volvió a verla ya que no regreso a aquel lugar, queria hacerlo, por supuesto que si, pero el tiempo no le sobraba.
Estaba atorado en el tráfico matutino, ya estaba acostumbrado pero detestaba el sonido del claxon, pero una persona muy peculiar estaba esperando cruzar la calle. Estaba temblando del frío, al parecer el abrigo negro que llevaba puesto no le era suficiente, su cabello largo le cubria un poco la cara, pero nunca olvidaría esos ojos hermosos, ni mucho menos esos labios con los que tanto soñaba.
El semáforo en el que estaba atorado seguía en rojo y se estaba conteniendo de no bajarse del auto e ir tras ella y pedirle su número, realmente queria bajarse, pero sus ilusiones se fueron a la basura cuando vio que comenzó a caminar y esta vez el semáforo cambio a verde. Tuvo que conducir y olvidar la gran oportunidad que tuvo de ir a hablarle, aunque había sido una enorme casualidad de haberla encontrado después de todo habían pasado 3 meses.
Estacionó su auto y bajo algo desanimado caminando hacia su despacho pero se detuvo al momento que escucho la voz de ella. ¿Qué hacia ella aquí?
Regresó un poco y la vió sentada en el despacho de Harris, su jefe, ese maldito bastardo la conocía. La vió muy sonriente y se veía hermosa.
- ¿Qué te sucede Quinn? - se acercó uno de sus amigos, colocándose aún lado de él - Dios, pero que mujer se esta cogiendo Harris, en este momento lo envidio - rápidamente lo miro molesto por aquello que había dicho.
- Deja de ser un idiota Jones.
Estuvo a nada de golpearlo pero ver como Harris se acercaba a ellos hizo que olvidara lo que estaba apunto de hacer.
