𝐀𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: Eddie te invita a jugar Dungeons & Dragons con él.
𝐀𝐮𝐭𝐨𝐫: mad-elia
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El sonido infernal de tu despertador te despertó. Gemiste, luchando con el botón de apagado aún con los ojos cerrados. Escuchaste un golpe y te levantaste molesta, mirando con furia tu despertador que aún sonaba, y que ahora estaba en el suelo. Te deslizaste fuera de la cama y lo apagaste, estrellándolo contra tu tocador.
"¡Estaba teniendo un sueño tan bueno, y lo arruinaste!" le gritaste al reloj.
"(T/N), ¡deja de hablarle a tu despertador y levántate!" gritó tu hermana, golpeando tu puerta.
Suspiraste, quitándote la camisa con la que habías dormido y poniéndote una camisa blanca y un overol. Saliste de tu habitación, todavía en medio de ponerte las zapatillas. Corriste al baño y rápidamente te lavaste los dientes y te echaste un poco de agua en la cara. Rápidamente te cepillaste el cabello, agarraste una barra de granola y tu mochila, y saliste corriendo por la puerta. Max ya estaba en el coche.
"¡Voy, voy!" dijiste, notando su molestia. Arrancaste el auto y te dirigiste a la escuela, yendo tan rápido como pudiste sin pasarte del límite de velocidad. Llegaste al estacionamiento de Hawkins High justo a tiempo. Max abrió la puerta, la cerró de golpe y corrió lo más rápido que pudo adentro. "¡Un agradecimiento sería bueno!" gritaste, corriendo tras ella.
Ella se despidió.
Pusiste los ojos en blanco y entraste en precálculo.
"Señorita Mayfield", la Sra. Brown se dirigió a ti con frialdad. "Tarde. Otra vez."
Le sonreíste. "Al menos estoy aquí".
La Sra. Brown frunció el ceño y se volvió hacia la pizarra, continuando con su lección. Te enfocaste en leer tu libro debajo de tu escritorio.
Algo golpeó tu cabeza. "Psst. Mayfield."
Te diste la vuelta para ver a Eddie Munson sonriéndote. Ladeaste la cabeza como respuesta.
"Entonces, ¿sabes de mi club D&D?" él susurró.
Asentiste.
"Genial, entonces, necesitamos un miembro y pareces bastante genial, así que me preguntaba si..."
"¡Dios mío, sí!" chillaste.
La Sra. Brown te miró fijamente.
"Lo siento", gritaste, haciendo una mueca.
Sacudió la cabeza, refunfuñando, y volvió a dar clases.
"¡Dios mío, sí!" le susurraste a Eddie, quien se rió.
"Excelente. Asumo que sabes dónde encontrarme, considerando que vivo justo al otro lado de la calle."
Te reíste y asentiste. "Sí, nos vemos entonces. Gracias por invitarme."
