Capítulo 29

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En el salón del consejo del palacio de Zeus, Jeongin se encontraba sentado frente a la imponente mesa de roble macizo que abarcaba la vastedad del lugar. Su ojos oscuros permanecían fijos en Changbin, quien erguido y seguro de sí mismo, ocupaba el centro de atención frente a una pequeña mesita de ébano, donde vertía el vino en una copa finamente tallada.

Jeongin, como si fuese una marioneta de emociones, mantenía sus ojos clavados en la copa que se llenaba lentamente, como si cada gota agudizara la tortura que representaba estar en ese lugar.

—¿Una copa? —ofreció Changbin, señalando la botella de vino que reposaba sobre la mesa. Pero con un leve movimiento de cabeza, Jeongin rechazó la oferta.

—¿A qué se debe esta invitación? —preguntó el menor, viendo como el castaño tomaba asiento al otro extremo de la mesa— Dudo mucho servirle de utilidad al hijo del rey.

—Te equivocas. —sonrió Changbin— Sirves de mucho.

Jeongin se concedió unos segundos de silencio para evaluar la expresión de seguridad en el rostro del contrario, quien disfrutaba tranquilamente de su bebida.

—Para ser honesto, me resulta bastante incómodo abordar este tema contigo. —prosiguió el mayor— Puesto que pensé que la relación que mantenías con Hyunjin era más cercana e íntima.

Arrugando su frente, Jeongin ladeó la cabeza.

—¿A qué te refieres?

El castaño dio un sorbo a su copa antes de colocarla suavemente sobre la mesa, y observó detenidamente al menor frente a él.

—Estoy cansado de que nos tomen por estúpidos a ti y a mí. —soltó con voz profunda.

Jeongin tragó saliva con dificultad y apoyó su espalda en el respaldo del sillón, manteniendo su mirada fija en él.

—¿Quiénes? –preguntó.

—Hyunjin y Félix. —masculló Changbin enseguida.

El rubio apartó la mirada, fijándola en uno de los ventanales, con el rostro ensombrecido.

—Mantienen una relación. —declaró Changbin, con amargura— Y el imbécil de Hyunjin no solo fue capaz de secuestrarlo el mismo día de mi boda, sino que también estuvo con él desde mucho tiempo atrás

Una risa mordaz escapó de Jeongin, saturada de incredulidad y resignación. Levantando ambas cejas, centró una mirada oscura en el mayor.

—¿Crees que no lo sé? —cuestionó desafiante.

Atónito, el castaño frunció el ceño, con la confusión danzando a su alrededor.

—¿Desde cuándo lo sabes? —preguntó el mayor, con una voz apenas audible.

Jeongin bajó la mirada a la mesa, cambiando su expresión a una más seria, al ser consciente de la importancia de cada palabra que iba a pronunciar.

—Hace mucho tiempo. —susurró, con tristeza— Los he visto juntos en el campo de flores en más de una ocasión.

—¿Y aun así seguías con Hyunjin? —continuó Changbin, anhelando entender las respuestas del contrario— ¿Por qué no hiciste nada?

—¿Qué podía hacer? —refutó— Hyunjin es libre, no me pertenece.

—¡Se burló de ti! —exclamó el castaño, levantándose de un salto del sillón— ¡Jugaron con nosotros!

Jeongin apartó la mirada, luchando contra el nudo que empezaba a formarse en su estómago, al absorber la realidad de aquellas palabras.

Luna del inframundo | Hyunlix Where stories live. Discover now