Capítulo 17

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Desde un asiento, exageradamente elegante, Félix posaba, o eso trataba. Se hallaba en una lucha consigo mismo para cubrir su alto estado de incomodidad. Se encontraba en la inmensa y muy decorada sala del palacio de Zeus, con Jeongin delante de él. El hijo de Apolo sujetaba un pincel en su mano derecha mientras con mucha concentración lo detallaba con una exigente mirada, para luego volver sus ojos al lienzo, donde hacía ligeros movimientos para trazar inquietas pinceladas.

Retorciendo sus dedos, Félix aclaró su garganta y alzó con lentitud sus ojos al techo, el cual iba bañado de preciosas pinturas de los infinitos dioses y titanes del Olimpo. A un lado izquierdo se podía apreciar a una hermosa mujer de cabello blanco que abrazaba una luna llena, sin duda se trataba de Selene. Al otro extremo, a su lado derecho, se mostraba a Helios, envolviendo en sus brazos al sol.

—No te muevas. —susurró Jeongin, sin dejar de pintar.

Félix volvió la vista al frente y apretó sus labios, sintiéndose tenso. Con inquietos movimientos de su pierna derecha, que resonaban en el suelo; hizo que el menor de nuevo lo fulminara con la mirada. Con pincel en mano, Jeongin hizo una pequeña seña, invitándolo a permanecer tranquilo, lo que el contrario obedeció de inmediato.

—¿Esto ha sido orden de Zeus? —preguntó Félix, apretando su mandíbula.

—¿De qué hablas? —dudó Jeongin, con sus ojos fijos en el lienzo.

—Esta idea de los retratos. ¿No tiene suficientes pinturas en su palacio? —continuó el mayor, observando con desagrado su entorno.

Jeongin apartó el pincel del lienzo y le echó un vistazo a las paredes. Todas iban cubiertas de innumerables cuadros y perfectas obras.

—De hecho, fue idea de Eros. —respondió, con una cálida sonrisa.

—¿Eros? —repitió Félix, alzando una ceja.

—Comentó que faltaban retratos de la actual generación de dioses. —mencionó el menor, mientras retomaba sus pinceladas— Supongo que tiene razón. Todas estas paredes muestran a generaciones antiguas, pero ninguna de ellas llevan nuestros rostros.

Félix entrelazó los dedos de sus manos y volvió a observar las pinturas.

—¿Vas a retratar a todos los dioses?

—Eso creo. —susurró Jeongin, con una profunda concentración puesta en su lienzo.

—¿A todos? —continuó Félix, lo que enseguida desconcentró al menor.

Bajando el pincel y clavando sus oscuros ojos en el rubio, Jeongin alzó ambas cejas.

—¿A qué se debe esa pregunta? ¿Me crees incapaz?

—No, tú eres capaz de todo... —murmuró Félix, sonando sarcástico— Pero dudo mucho que Zeus quiera un retrato de todos los dioses. No creo que desee ver una pintura de Hyunjin en su perfecto palacio.

Dejando el pincel a un lado, Jeongin se cruzó de brazos.

—¿Por qué lo dudas? Es algo ofensivo.

—¿Qué? —lo atajó Félix, arrugando su rostro— Jamás ofendería a... —cortando con la frase, cerró su boca, notando como el menor que permanecía de brazos cruzados, se mostraba confundido— Olvídalo. —finalizó, forzando una sonrisa.

Evadiendo la risa, Jeongin volvió a tomar el pincel, para fijar sus ojos en el lienzo.

—Por suerte, sí pintaré a Hyunjin. —murmuró, lo que de inmediato tensó a Félix.

—¿Por suerte? —repitió el mayor.

—Amo retratar la belleza y Hyunjin desborda esa cualidad. —sonrió Jeongin, con los ojos perdidos en la pintura.

Luna del inframundo | Hyunlix Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin