Capítulo 9

6K 924 1.4K
                                    

Careciendo de fuerzas, Félix rodeó con sus brazos el cuello de Fengári, para así evitar caer del animal. Su vista se nublaba y el dolor en su abdomen se agudizaba, lo que dificultó mantenerlo alerta en el camino.

—¡Madre! —la voz de Hyunjin se escuchó lejana, y aunque deseaba abrir los ojos para ver donde se encontraba, Félix se dejó llevar por Fengári, sintiendo como el trote del caballo reducía la velocidad.

Bajando del lomo de Ílios, Hyunjin le echó un vistazo al rubio, notando el sufrimiento en su rostro. Apoyaba la cabeza en la nuca de Fengári, su frente iba arrugada y apretaba los labios con fuerza; se encontraba en una batalla contra el dolor.

—Hijo. —Perséfone se hizo a un lado del pelirrojo y observó con preocupación a Félix en el caballo—. ¿Qué le pasó?

—Tiene una herida en su abdomen, necesita ayuda.

—¿Una herida? —mirando ahora a su hijo, la pelirroja notó que hablaba en serio, debido a la seriedad en su semblante—. Es un dios, ¿cómo es posible?

—Hijo, era ser su amigo, no matarlo. —mencionó Hades, acercándose a ellos con apuro—. ¿Qué esperan que no lo bajan del caballo?

—No puedo tocarlo. —murmuró Hyunjin apenado, en lo que sus padres se miraron con una misteriosa complicidad.

—Eso es triste. —burló Hades, arqueando una ceja. Volviendo su atención a Félix, el pelinegro lo tomó con cuidado de no lastimar su herida y lo bajó del animal. Cargándolo en sus brazos, se adentró en la fortaleza, con Perséfone y Hyunjin siguiendo sus pasos.

Acostando el cuerpo del menor en uno de los sofás de la sala, Hades se hizo a un lado para darle espacio a su esposa, quien con delicadeza, levantó la camisa de Félix para revisar la herida.

—Debemos curarlo ahora. —susurró Perséfone, horrorizada con la vista.

—Llamemos al hijo del idiota de Apolo. —opinó Hades, cruzando sus brazos.

—¡No! —intervino Selene, corriendo hacia ellos—. Nadie más puede saber la condición de Félix. —doblando sus rodillas, tocó las mejillas del rubio, sintiendo como su piel ardía—. Limpiemos la herida y bajemos la fiebre. Solo hay que esperar que el sol salga de nuevo, así podrá regenerarse.

Confundido con lo escuchado, Hyunjin detalló la preocupación en su madrina, Selene miraba a Félix como si de un hijo se tratara.

Perséfone no tardó en encontrar toallas y ungüento para ayudar a curar la herida del menor que todavía dormía. Selene empezó limpiando el abdomen y toda la sangre pegada a su piel, subiendo a cada segundo unos angustiados ojos al rostro de Félix.

Humedeciendo el paño en un tarro de vino, Perséfone ayudó a desinfectar la herida, con pequeñas tocadas que apenas podían sentirse.
Hyunjin y Hades, por su lado, solo miraban en silencio, evitando causarles alguna molestia o distracción.

Abriendo los ojos con lentitud y el dolor haciéndose presente en su sistema, Félix pestañeó varias veces hasta acostumbrarse a la luz, que aunque era tenue y acogedora, no era bien recibida a causa del intenso dolor de cabeza que padecía. Girando su rostro a las mujeres que yacían agachadas limpiando su herida, pudo notar que se hallaba acostado en un sofá y que ciertamente no era su hogar. Alzando la vista, conectó sus ojos con Hyunjin, que también lo miraba inexpresivo.

—Estarás bien. —murmuró Perséfone con dulzura al verlo despierto.

Félix volvió a mirarla, con el ceño fruncido, no sabía a qué se debía tanta amabilidad, pero la pelirroja ignoraba la frialdad del menor, su ojos estaban fijos en la herida que seguía limpiando.

Luna del inframundo | Hyunlix Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt