Capítulo 7

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De un fuerte portazo, que hizo que los cuadros de las paredes se tambalearan, Hera caminó con largos pasos hasta Zeus, el hombre que observaba tranquilamente el cielo desde el balcón de la sala.

—¿Torneos? —preguntó la mujer, llena de rabia—. ¿A qué juegas ahora?

—Yo nunca juego. —respondió el contrario, sin molestarse por devolverle la mirada.

—Me parece que sí. Enviarás a nuestro hijo a un campo de juego, siendo el perfecto peón de tus podridas manos.

—Hera. —soltó Zeus, masticando aquel nombre con desprecio—. El heredero debe ser nombrado, ya es hora.

—¡Changbin es el heredero! —exclamó la mujer—. Es tu hijo.

—Conoces las reglas, el heredero del Olimpo debe ser el dios más fuerte.

—¿Hablas en serio? —preguntó entre risas—. Antes no te importó robar el trono, ¿ahora resulta que te haces el mártir?

—Fue un error que quiero enmendar.

—¡Harás que tu hijo pague por tu error! —continuó Hera, con una voz fuerte.

Clavando la rabia de sus ojos en ella, Zeus exhaló con rudeza.

—Que poca fe le tienes a tu hijo.

—Temo por él. —murmuró—. Hay dioses muy poderosos entre nosotros, pueden robarle el trono.

—No lo harán. —replicó el mayor, caminando hasta un sofá.

Observando la serenidad que irradiaba su esposo, Hera luchó por controlar la rabia en su interior. En ese momento exacto, quería matar al rey del Olimpo.

—¿Lo haces por remediar tu error? —preguntó, ganando nuevamente la mirada de Zeus—. ¿O quieres comprobar que Changbin es más fuerte que el hijo de Hades?

De un brinco, el mayor se levantó del sofá y tomó el delicado cuello de su esposa con una de sus manos.

—¿Qué estás diciendo?

Aun con la fuerza que Zeus estaba usando en su contra y la cercanía de sus rostros, Hera sonrió, sin demostrar ninguna pizca de miedo.

—Te molesta ese chico... —susurró, con una voz rota—. Pero lo que más te molesta es que deseabas que Hyunjin fuera tu hijo y no lo lograste.

Con la ira absorbiendo su ser, Zeus la lanzó con violencia hasta una mesa cercana, haciendo que el cuerpo de su esposa partiera la madera.

—Controla tu maldita lengua. —reprendió el mayor, con una mirada atroz puesta en ella.

Hera llevó una mano a su cuello, todavía con la sensación de la repugnante mano de su esposo ahorcándola. Siendo capaz de sonreír en medio de su desgracia, se puso de pie y dedicándole una última mirada a Zeus, se apartó de él, con la certeza de que guardar silencio era lo correcto en ese momento.

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Luna del inframundo | Hyunlix Where stories live. Discover now