La doctora polifacética

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Todos se quedaron maravillados con aquella hermosa ciudad, sus simples pero hermosas casas de madera, un hermoso atardecer adornando el horizonte y esa imponente torre que se alzaba en el medio.

Mientras los ciudadanos hacían su vida normal, compraban, buscaban agua o llevaban el ganado a la subasta. Sin embargo, todo aquel hermoso escenario fue interrumpido de golpe, los soldados de la ciudad se acercaron a ellos y dijeron:

—¿Qué hacéis aquí? Ustedes extranjeros no habéis pasado los controles.

—¿De qué hablas, señor?

—No pueden entrar aquí sin el permiso explícito de la doctora. Ustedes vendrán con nosotros, la doctora del pueblo dejará un chequeo exhaustivo a todos ustedes.

Zelda se enfadó ante tal acto de insolencia, ¿Cómo se atrevía un simple soldado a alzarle la voz a la princesa y a su sequito?

—¿Vosotros quiénes os creéis? Ustedes no tenéis poder sobre nosotros, ustedes deberían...

—Calmaos, princesa—dijo Impa—. Temo que esta es la tierra de estas personas, así que debemos someternos a sus reglas. Supongo que en cuanto hayamos pasado el control, seremos bienvenidos a la ciudad.

—Así es, mi señora, pero debéis cooperar.

Zelda aceptó de mala gana, seguida muy de cerca por Link, Malon, Impa y su sequito. Los soldados los guiaron hasta una clínica con un extraño olor a plantas e incienso. Cuando llegaron a tal lugar, fueron recibidos por una mujer alta, joven, con cabello rojizo y vestido blanco como papel.

—¿Cómo se llama, señorita?, preguntó Link.

—Un placer conocerlos, visitantes. Mi nombre es Tephys. Soy la estilista del pueblo, también soy la veterinaria, la médica, la pediatra, la traumatóloga, agente de control de plagas, parásitos y pestes de la ciudad.

—¿Por qué esto es necesario? —, espetó Zelda.

—Hace unos veinte años en la ciudad hubo una especie de epidemia que la llamamos la peste verde. Se contagió porque un extranjero trajo esta enfermedad desde lejos, así que a partir de ahora todos los extranjeros deberán pasar por este control. Así que, señores, por favor permítanme recolectar un poco de su sudor.

La joven doctora sacó un pequeño algodón con un extraño líquido y lo recorrió los cuellos de todos con aquel algodón.

—Si se tiñe de azul significa que están enfermos.

Los algodones no adquirieron ningún color.

—No se tiñó de ningún color, así que podemos proceder.

La joven doctora hizo otros exámenes como asegurarse que no tuvieran piojos, caries o cualquier otra cosa. Cuando terminó y comprobó que no tenían nada de eso, les entregó unos jabones y unos shampoos.

—Ahora les pido que por favor se vayan ahí, son dos, una para las chicas y otra para los chicos. Una vez que se hayan bañado y que hayan cumplido con los requisitos sanitarios, me aseguraré de darles la identificación de salud y así podrán entrar a la ciudad libremente.

—Se supone que Impa es la única que me puede mandar a bañar.

—Princesa, por favor—dijo Impa—. Esta es su tierra y son sus reglas. Si ellos tienen un motivo para hacer esto, debemos seguirlo.

Para sorpresa de Link, todos los guerreros Sheikah entraron a la habitación de mujeres, Al parecer era el único hombre del grupo. Antes de que éste se metiera a bañar, vio un extraño dibujo en la pared.

—Wow, la verdad es que aquí la gente dibuja muy bien, dijo Link.

—No son dibujos, son pictogramas. Es algo así como una cámara especial que cuando presionas un botón, dibuja un dibujo muy realista de lo que ha pasado.

The legend of ZeldaThe fallen heroTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang