La máscara de la fiera deidad

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Era una noche como cualquier otra. Ganondorf seguía apresado, sin posibilidad de escapar, mientras que Mayora estaba ensimismado en sí mismo, riéndose de sus sádicos chistes, pero procurando que Ganondorf no los escuchara.

Sin embargo, esa relativa calma fue interrumpida de golpe. Hazyhayaz había entrado a la habitación, armado con la máscara de la furia deidad y la espada de doble hélice. Hazyhayaz tomó a Ganondorf.

—Tú le dijiste dónde estaba Termina, ¿verdad? —gritó Hazyhayas—Maldito Gerudo, ¿tú se lo dijiste? —

—Cálmate, campeón —dijo Mayora—. Fui yo lo que les dije dónde estaba Termina.

—Tú, maldita serpiente inmunda, debería matarte. ¿Por qué se lo dijiste?

—Digamos que moría de ansias por ver cuál de ustedes dos moría primero, el mocoso o tú.

Hazyhayas en un ataque de furia levantó la espada de doble hélice y dio un mortal tajo liberando un rayo contra Majora.

—La próxima vez que hagas eso, te mataré —dijo Hazyhayas.

—Dyrak, reúne a todos, iremos a Termina, no dejaremos que consiga la máscara de la fiera deidad.

El grupo había llegado hasta la cueva de los Gorons en el pico nevado, y hablaban con el actual líder de los Goron.

—Ese fue el episodio más triste de toda nuestra historia—aseguró el líder de los Goron—. Darmani volvió de la muerte para salvarnos, pero tan pronto cumplió su misión, jamás lo volvimos a ver, temo que desapareció para siempre, aunque claro que recordamos a ese extraño niño que vagó por nuestras tierras. De verdad que es que no sabemos dónde está la máscara de la Fiera Deidad, pero quizás podamos decirle dónde está el Lente de la Verdad: está al norte, en una cueva. Si de verdad quieren ir hasta más allá del pico nevado, les advierto que lo que se encontrarán no será bonito. Consideren que esta ha sido nuestra advertencia, extranjeros.

Link y Malon se acercaron a la cueva entre los dos se ayudaron a subir unos peñascos y llegaron hasta la cueva. Malon tenía arco en mano y Lin espada en mano. Ambos se asomaron tímidamente hacia la cueva y al final había un cofre con un haz de luz. Entre los dos abrieron el cofre y sorprendentemente allí estaba un objeto de color morado con un espejo en el medio de color azul y un ojo translúcido en el medio.

Ese debía ser el Lente de la Verdad. Ambos asintieron y se retiraron de la cueva. Volvieron a reunirse con el grupo Sheikah.

—Buen trabajo, Link. Ahora debemos adentrarnos más allá del pico nevado—dijo Zelda—. Te cubriremos la espalda.

El grupo empezó a subir la montaña. Una montaña que no parecía tener fin. Solo subía y subía. Pero al llegar a la cima y ver el horizonte, se extendía un enorme campo con árboles manchados de nieve, con aullidos de lobos a lo lejos y algo muy extraño y enorme moviéndose en las sombras.

Tras haber bajado al pie de la montaña y tan pronto como pusieron un pie en aquel inmenso bosque, fueron emboscados por una manada de lobos blancos antropomorfos con garras afiladas.

Link y los guerreros Sheikah comenzaron una pelea contra ellos, no fue difícil de vencerlos, pero estaba claro que ese no era el problema.

El verdadero problema era aquella sombra gigante que se movía en el horizonte. Zelda dijo que los guerreros Sheikah lo cubrirían por detrás mientras Link avanzaba hacia el frente.

Avanzaron hasta llegar al medio del bosque, pero no hallaron nada. Pero Link no creyó eso, y saco el lente de la verdad y al enfocarlo ahí esta una estructura que se extendía más allá del bosque. No sabían qué era.

Zelda aseguró que quizás debía ser el lugar donde habían escondido la máscara de la fiera deidad.

En ese momento se oyó un rugido en el cielo. Todos se metieron inmediatamente hacia la cueva, esperando que con eso lograran evadir a aquella criatura. Pero pronto las cosas se empezarían a complicar. Aquel era un lugar oscuro, apenas podían ver.

Empezaron a avanzar lentamente escaleras abajo y al final había una gran puerta transparente. A lo lejos se veía un haz de luz que al parecer dirigía a un lugar enorme y semi-oscuro.

Tan pronto como abrieron la puerta y se internaron en lo más profundo de aquel lugar, algo emanó de las sombras. Un ser parecido a Twinwold, pero de un color blanco como la nieve.

En primera instancia todos huyeron de ahí y se refugiaron tras la puerta. No sabían qué hacer.

—¿Cómo lo derrotaremos? —, preguntó la princesa Zelda.

Zelda, tras ver a su enemigo un par de veces, logró intuir por donde tenía que atacar.

—Link, mira su estómago, parece tener esas extrañas protuberancias rojas. Tal vez si las atacamos podríamos vencerlo.

Una vez más todos se internaron en el campo de batalla. Los guerreros Sheikah empezaron a lanzar dagas contra esas extrañas protuberancias del estómago de la criatura. Malon, por su lado, tensó su arco y descargó flechas en aquellas protuberancias. Aquella idea tuvo frutos. El Twinwold de hielo se agitó y cayó precipitadamente al suelo. Link no perdió el tiempo, desenfundó la espada Kokiri y la enterró en su cabeza. El ser no pudo continuar más allá de ello y pronto cayó derrotado.

Todos ellos se acercaron lentamente al cofre. Link y Malon lo abrieron y ahí estaba. La legendaria máscara de la fiera deidad.

—Le ganaremos, Link. Le ganaremos Hazyhayas.

—No podemos cantar tan rápido victoria, Malon—dijo la princesa Zelda —. Primero deberemos imbuir las máscaras en las tres llamas sagradas, solo entonces podremos enfrentar mano a mano a la furia deidad.

La princesa daba su discurso, ignorante que lejos de ahí Hazyhayas ya había entrado a Termina, y había puesto una espada en la garganta de un hombre, el vendedor de máscaras. La sonrisa ya no estaba dibujada en su rostro, solo una mueca de miedo, como nunca la había puesto.

—Sé que tú tuviste algo que ver con esto. ¿Dime dónde está?

—Te juro que no lo sé.

—Muy bien, entonces daremos esto por las malas. Dyrak, tócale una canción a nuestro amigo.

Dyrak empezó a tocar una canción con su flauta, cuyos tonos obligaron al vendedor de máscaras a decir la verdad.

—Yo sé quién creó la máscara de Majora. Yo sé para qué fue creada. Por eso fue que decidí pedirle al niño que salvara a Termina. Me sentía culpable.

—Realmente no sabes a dónde están, ¿verdad? Maldita rata—dijo Hazyhayas—. Bien, pero entonces yo mismo me encargaré de encontrarlos y darles una lección.

Mientras el grupo salía de las montañas, Malón se acercó a Link. Ella lo miró cara a cara y le sonrió. Alzó tímidamente su dedo meñique y se lo acercó. Link con nerviosismo, pero con decisión acercó igualmente su dedo meñique y ambos los juntaron, mientras ambos compartían una sonrisa.

Pero para su desgracia, su romántico momento fue interrumpido tan pronto como salieron de las montañas del pico nevado. Ante ellos estaba Hazyhayas y su séquito.

The legend of ZeldaThe fallen heroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora