•Capítulo 20•

191 13 1
                                    

.
narrador omnisciente
.
Tobio y Shoyo estaban en el campamento de voleibol con el equipo de Nekoma, entrenando y jugando partidos amistosos. Un día, después de la práctica, Tobio se quedó en el gimnasio para recoger sus cosas, mientras que Shoyo salió corriendo a buscar algo de comer. Tobio vio una libreta amarilla y blanca en el suelo, cerca de la red. La recogió y la abrió por curiosidad. Era el diario de Mai, una chica que le gustaba desde hacía tiempo y que también estaba en el campamento con su equipo. Tobio se sonrojó al leer algunas de las entradas, donde Mai hablaba de sus sentimientos por él y de lo que le gustaría hacer con él. También había dibujos de ellos dos juntos, abrazados y besándose.

Tobio estaba tan absorto en la lectura que no se dio cuenta de que Shoyo había vuelto y lo estaba mirando por detrás con una expresión de sorpresa y diversión.

-¡Tobio! ¿Qué estás haciendo? ¿Esa es la libreta de Mai? -exclamó Shoyo, acercándose a él.

-¡Shoyo! ¡No es lo que piensas! -se apresuró a decir Tobio, cerrando la libreta y escondiéndola detrás de su espalda.

-¡Vamos, déjame ver! ¡Quiero saber qué escribe sobre ti! -insistió Shoyo, tratando de arrebatarle la libreta.

-¡No! ¡Es privado! ¡No tienes derecho a leerlo! -protestó Tobio, alejándose de él.

-¡Oh, vamos! ¡No seas tan tímido! ¡Seguro que dice cosas muy bonitas y románticas! -se burló Shoyo, persiguiéndolo por el gimnasio.

Los dos se enzarzaron en una pelea cómica por la libreta, tirando y empujando, saltando y rodando, sin darse cuenta de que Mai los estaba observando desde la puerta con una mezcla de vergüenza y enfado.

-¿Qué están haciendo esos dos? -preguntó Mai a una de sus compañeras que estaba a su lado.

Parece que han encontrado tu libreta y están peleando por ella -respondió la otra chica.

-¿Qué? ¿Mi libreta? ¿La que tiene mi diario? -se alarmó Mai.

-Sí, esa misma. Mira, ahí está -señaló la otra chica.

Mai vio cómo Tobio y Shoyo seguían forcejeando por su libreta, sin percatarse de su presencia. Se puso roja como un tomate y sintió ganas de llorar.

¡Oh, no! ¡Esto es horrible! ¡Tienen que devolverme mi libreta! ¡No quiero que lean mis secretos! -exclamó Mai, corriendo hacia ellos.
Mai se interpuso entre los dos chicos y les arrebató la libreta de las manos. Los miró con reproche y les dijo:

-¿Qué creen que están haciendo? ¿Cómo se atreven a leer mi libreta sin mi permiso? ¿No tienen respeto por mi privacidad?

Tobio y Shoyo se quedaron mudos y bajaron la cabeza, avergonzados. No sabían qué decir para disculparse.

Mai les dio la espalda y se dispuso a salir del gimnasio.

Mai salió del gimnasio con paso firme, dejando a Tobio y Shoyo boquiabiertos y confundidos.
Mai no podía creer lo que acababa de pasar. Había confiado en sus amigos y les había prestado su libreta, donde escribía sus pensamientos más íntimos y secretos. Y ellos, en vez de cuidarla, se habían puesto a leerla a sus espaldas, burlándose de sus sueños y sentimientos.

Se sentía traicionada y herida. ¿Cómo iba a volver a confiar en ellos? ¿Cómo iba a enfrentarse a ellos después de lo que habían hecho?

Mientras caminaba por el pasillo, sintió que alguien la seguía. Se giró y vio a Tobio, que corría hacia ella con la libreta en la mano.

- Mai, espera, por favor. Déjame explicarte. - dijo Tobio, jadeando.

- No tengo nada que escuchar de ti. Devuélveme mi libreta y déjame en paz. - dijo Mai, con voz fría.

- Mai, por favor, no seas así. Fue un error, lo siento mucho. No queríamos ofenderte ni burlarnos de ti. Solo estábamos curiosos y... - intentó justificarse Tobio.

- ¿Curiosos? ¿De qué? ¿De saber si me gusta alguien? ¿De leer mis poemas? ¿De reírse de mis miedos? - lo interrumpió Mai, con rabia.

- No, no fue así. Te lo juro. Solo queríamos conocerte mejor, saber qué te gusta, qué te hace feliz... - dijo Tobio, con sinceridad.

- Pues si querían conocerme mejor, podían haberme preguntado directamente. No hacía falta que invadieran mi intimidad y violaran mi confianza. - dijo Mai, con lágrimas en los ojos.

- Lo sé, lo sé. Fue una estupidez. Pero por favor, no nos odies por eso. Te queremos mucho, Mai. Eres nuestra amiga y no queremos perderte. - dijo Tobio, con angustia.

- ¿Me quieren mucho? ¿Entonces por qué me hicieron esto? - dijo Mai, sollozando.

- Porque somos unos idiotas. Pero unos idiotas que te aprecian y que están dispuestos a hacer lo que sea para recuperar tu amistad. Por favor, Mai, dame una oportunidad de arreglar esto. - dijo Tobio, suplicante.

Mai lo miró a los ojos y vio que decía la verdad. Tobio se veía arrepentido y preocupado por ella. Tal vez había sido un error inocente y no una mala intención.

Mai suspiró y le tendió la mano.

- Está bien. Te daré una oportunidad. Pero solo una. Y tendrás que esforzarte mucho para ganarte mi confianza de nuevo. - dijo Mai, con seriedad.

- Gracias, Mai. Te lo agradezco mucho. No te arrepentirás de esto. Te lo prometo. - dijo Tobio, aliviado.

- Y ahora vamos a buscar a Shoyo y a hablar con él también. Él también tiene que pedirme perdón y prometerme que no volverá a pasar algo así. - dijo Mai, decidida.

- Claro, claro. Vamos a buscarlo ahora mismo. - dijo Tobio, asintiendo.

Los dos se dirigieron al gimnasio, donde esperaba Shoyo con cara de culpable.

Cuando llegaron al gimnasio, vieron a Shoyo sentado en una banca, con la cabeza gacha y los hombros caídos. Al verlos, levantó la mirada y se puso de pie.

- Hola, Mai. Hola, Tobio. - dijo Shoyo, con voz baja.

- Hola, Shoyo. - dijo Mai, con frialdad.

- Mai, yo... yo quería pedirte perdón por lo que hicimos. Fue una tontería y no pensamos en las consecuencias. No queríamos hacerte daño ni burlarnos de ti. Solo queríamos saber más de ti, porque te consideramos nuestra amiga y nos importas mucho. - dijo Shoyo, con arrepentimiento.

- ¿Y por qué no me lo preguntaron directamente? ¿Por qué tuvieron que meterse en mi cuaderno y leer mis cosas privadas? ¿No se les ocurrió que eso era una falta de respeto y una traición a mi confianza? - dijo Mai, con reproche.

- Lo sé, lo sé. Fue un error muy grave y no tenemos excusa. Pero por favor, Mai, no nos guardes rencor por eso. Te queremos mucho y no queremos perderte como amiga. Estamos dispuestos a hacer lo que sea para que nos perdones y nos des otra oportunidad. - dijo Shoyo, con súplica.

- Tobio ya me ha pedido perdón y yo le he dado una oportunidad. Pero solo una. Y él tendrá que esforzarse mucho para ganarme la confianza de nuevo. Lo mismo te digo a ti, Shoyo. Te daré una oportunidad, pero solo una. Y tendrás que demostrarme que eres digno de mi amistad y que no volverás a hacer algo así nunca más. - dijo Mai, con firmeza.

- Gracias, Mai. Te lo agradezco mucho. No te arrepentirás de esto. Te lo prometo. - dijo Shoyo, agradecido.

- Y ahora vamos a entrenar un poco, que tenemos un partido amistoso en un rato y tenemos que estar preparados. Pero antes de eso, quiero que me devuelvan mi cuaderno y que me prometan que no volverán a tocarlo ni a leerlo sin mi permiso. - dijo Mai, con autoridad.

- Claro, claro. Aquí tienes tu cuaderno. Y te prometemos que no volveremos a tocarlo ni a leerlo sin tu permiso. Lo juramos. - dijeron Tobio y Shoyo, al unísono.

Mai cogió su cuaderno y lo guardó en su mochila. Luego se dirigió a la cancha con sus dos amigos, dispuesta a darlo todo en el entrenamiento.
.

.
Me sentía mal, no paraba de darle vueltas si habían leído mi última carta.

𝙑𝙤𝙡𝙚𝙞𝙗𝙤𝙡 [|] Kageyama TobioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora