Capítulo 34

79 11 5
                                    


–Creo que tú me debes unas cuantas explicaciones, señorita –me acusó Caye cuando nos quedamos solas mientras que los demás se bañaban en la piscina.

–Solo lo dije para que me dejara en paz. No somos novios, al menos no lo hemos hablado –intenté que me dejara en paz, pero era Cayetana de la que estábamos hablando. No iba a dejarme en paz.

–Es que no sé qué narices necesitas hablar. ¿Os besasteis? –recordé todas las veces que nos habíamos besado y asentí con la cabeza. –Por fin, aleluya –la miré con una ceja alzada. –Os gustáis, os besáis, no sé qué más necesitas para llamaros novios, en serio –me miró sin comprenderme.

–No sé, Caye, es raro... He estado con más chicos, ya lo sabes, pero con él es todo tan distinto... Tan fácil. Como si no pudiera ser de otra manera, como si de alguna forma supiera que es él. No sé si me estoy explicando pero lo que siento es tan desordenado que...

–Estás enamorada de él –adivinó mi amiga con una sonrisa en la boca. –Abril, estás enamorada de Ethan –intentó convencerme. –¿No lo ves? Intenta pensar en ti besando a otro chico, a otro cualquiera –recordé el beso con Adrián, que había sido tan frío, extraño y distante. –¿Sientes lo mismo que cuando lo haces con Ethan?

–No, no lo sé Cayetana. No sé qué es lo que siento por Ethan... Solo sé que me gusta cuando estamos juntos. Que me gusta entrenar con él y picarnos cuando lo hacemos. Que me vuelve loca cuando al besarme me agarra de la nuca y me sostiene, para no caerme, porque me provoca tantas cosas que siento que me voy a caer si no lo hace... Siento que es la única persona con la que he conseguido encajar sin apenas saber quién es. Porque es una locura, es una total locura que sienta esto por él si apenas sabemos quiénes somos.

–Pues eso, Abril, significa que estás enamorada de él, lo llames como quieras llamarlo tú. Y me apuesto una mano a que él también lo está de ti.

–¿Lo dices porque es lo que sientes por Iván? –ataqué yo.

–Puede –sonrió y me dio un golpecito en el hombro. –¿Quién te iba a decir a ti que volver a casa iba a significar encontrar el amor en la puerta de casa? O, bueno, en el patio ¿Y que gracias a ti iba a encontrarlo yo también?

–Parece tan... irreal. Tan sacado de un libro que no me lo creo –le confesé.

–Pues empieza a creértelo, porque apuesto que Ethan te está esperando para que le des una explicación a lo que ha escuchado.

–Ethan puede esperar –más tarde iría a casa y lo hablaría con él, pero antes quería que mi amiga me hablara de lo suyo. –Lo que yo necesito ahora es que me digas qué ha pasado con Iván. Por qué me miraste con esa cara antes, como si quisieras hablar de él conmigo...

–Bueno, pues... como solo va a estar este fin de semana y luego se vuelve a ir decidimos despertarnos muy pronto para aprovechar los minutos que tuviéramos juntos. Fuimos a la playa, a ver el amanecer desde el mar, y allí hemos hablado de muchas cosas. Le he contado lo mío, lo de por qué voy al gimnasio. Se me ha hecho muy fácil hablar de eso con él... pensé que quizá soltaría alguna de sus bromas y me haría enfadar pero me ha sorprendido lo adulto que ha parecido al hablar conmigo del tema –Iván en el fondo era un trozo de pan, que muchas veces soltaba barbaridades por la boca que nos molestaban a más de uno, sí, pero cuando se tocaba un tema sensible él era el chico más respetuoso y amable del mundo. –También hemos hablado de lo suyo –asentí, sabiendo a qué se refería. –¿Por qué no me lo contaste? –me miró sin entender y me encogí de hombros.

–No era mi secreto, sino el suyo. Él sabe cuándo confesarlo, en qué punto hacerlo, y hasta que no lo decide no lo hace. Es importante para él y te lo ha contado a ti. No lo hace con cualquiera. Tampoco le conté lo tuyo por la misma razón, son vuestras vidas, no las mías.

Patio para dosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz