Capítulo 16

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Pasaron dos días en que no supe nada de nadie, más que de los pacientes de la clínica y de mis padres que, sí, seguían llamando diariamente a preguntarme si seguía viva.

–Hija, ¿estás segura de que no quieres venir a casa? Aunque sea unos días, tu padre y yo nos quedaríamos más tranquilos sabiendo que duermes aquí. Además, te hemos comprado un spray de esos de pimienta. Solo por si acaso –recalcó para restarle hierro al asunto. Suspiré conteniéndome, haciendo acopio de todas mis fuerzas y repitiéndome que solo lo hacían porque me querían y se preocupaban por mí.

–Mamá, estoy bien, ¿cuántas veces necesitáis que os lo repita? Que no tengo diez años, que soy adulta y sé cuidarme sola. Además que Ethan tampoco es para tanto, no es ningún depredador sexual ni nada por el estilo... –depredador igual no, pero sexual...

–¡Camilo! Habla tú con la niña que dice que no quiere el spray –gritó mi madre.

–Pero hija, si solo es por si acaso, no decimos que vaya a pasar nada, pero... – mi padre comenzó a hablar más bajo, como si alguien pudiera oírnos –si algún día estás en peligro o te están extorsionando... te va a servir.

–¡Pero papá que no me va a pasar nada de eso, por dios! –me palmeé la frente, agotada de sus preocupaciones innecesarias.

–Hija, que nos quedamos más tranquilos, por favor. Tú eres una chica muy guapa y...

–Uy, no vayas por ahí que comenzamos un debate de lo más interesante y apuesto que no queréis tener esta conversación conmigo, créeme –¿esa excusa de mierda de: es que eres muy guapa? Y también estaba mi favorita: es que ibas provocando. Y una retahíla de frases que se usan para inculpar a las mujeres cuando son las víctimas. De verdad que no quería ir por ahí ni discutir con ellos pero es que esa frase...

–Bueno, bueno, yo solo digo que como pille que alguien te toca un pelo le corto...

–¡Camilo! Control, por dios, control –le tranquilizó mi madre. –Hija, esto de tu compañero de patio nos ha hecho pensar y reflexionar sobre tu seguridad, y lo único que queremos es que tengas algo que pueda ayudarte si en algún momento tu compañero u otra persona intentara...

–Que sí, pesados, que sí, que luego recojo el puñetero spray. ¿Contentos?

En la tarde conseguí que Cayetana me acompañara a recoger el spray la cual bufó diez veces antes de acceder. A cambio, claro, de que la acompañara al gimnasio.

–¿En serio te han comprado un spray para violadores? –se rio mi amiga.

–Oye, que no tiene gracia, sabes, es bastante humillante –agarré el volante con más fuerza.

–Bueno, eso es porque lo estás viviendo tú, pero desde fuera te aseguro que es muy gracioso.

Le sonó un mensaje en el teléfono y dejó de hablar y reírse al instante para meterse a contestarlo. Enarqué una ceja y paré cuando llegamos a casa de mis padres. Me crucé de brazos y me quedé esperando a que viera que habíamos llegado. Pero ella estaba tan centrada en la conversación que ni me prestó atención, solo sonreía ligeramente al teléfono y tecleaba con rapidez.

–Creo que me apetece comerme una buena barbacoa, con su chorizo y sus costillas –intenté que reaccionara porque eso no saldría de mi boca y ella lo sabía.

–Sí, eso está bien –respondió sin siquiera saber qué decía. Carraspeé. Nada.

–Y luego podría decirle a Ethan que si quiere venir a mi casa a jugar al pilla–pilla.

–Suena genial eso.

–Y después le dices a Iván que si quiere que le tire por la ventana para ver si planea, que he visto que en Instagram lo hacen.

Patio para dosWhere stories live. Discover now