Zeus vaciló, mirando con detalle la rabia en los ojos grises de su hijo.

—Porque está claro que no es a tí a quien Félix ama.—contestó, con pena.

Petrificado y con los labios entreabiertos, Changbin permaneció en silencio. Aquello lo había tomado por sorpresa, sobre todo el dolor que extrañamente estaba sintiendo en su interior. Cuando se dispuso a hablar, para proceder con sus inquietantes dudas, las puertas de la sala se abrieron con violencia, provocando un sobresalto en él. Entre dos guardias arrastraban a Eros, para luego lanzarlo a los pies de su padre.
La mirada llena de desprecio de Zeus no dejó claro si lo había invitado o si lo habían llevado por la fuerza, pero para Changbin, aquel dios que temblaba arrodillado frente a su padre, tenía un papel importante en su compromiso, por lo que de cierta forma le alegraba verlo ahí.

—Hijo, retírate. —ordenó el mayor— Déjame a solas con Eros.

—No. —masculló el castaño— Me corresponde estar aquí y escuchar todo lo que tengan por decir.

Zeus lo observó con desdén pero a Changbin no pareció importarle.

—Ya que terminaré con este juego, debo saber cuál pieza me corresponde mover. —agregó el menor.

Aquello sólo hizo sonreír a Zeus, hinchado de orgullo al saber que su hijo poseía un corazón igual de frío que el suyo.

—No hay mucho por hacer. —mencionó Eros, con voz débil— El hechizo se rompió.

—¿Qué dices? —preguntó Zeus, volviendo una oscura mirada a él— Me hiciste creer que eras el único capaz de romperlo.

—Sí —afirmó con apuro— Porque pensé que Félix podía llegar a amar a Changbin con el paso de los días.

—¿Eso qué significa? —farfulló el mayor, mientras Changbin lo miraba con seriedad.

Eros llenó sus pulmones de aire, sintiendo escalofríos por todo su cuerpo al recordar la visita de Hades.

—El hechizo se rompe cuando la víctima se encuentra enamorada de otro ser. —murmuró— La flecha se deshace, y con ella la falsedad... —con un nudo en su garganta, recordó el cuerpo de su amada Psique tirado en el piso— Félix ama a otra persona, y no hay nada que yo pueda hacer.

—¡Eso no tiene sentido! —exclamó Changbin, con furia— ¡Tus malditas flechas debían borrar todos esos sentimientos!

—¡Es imposible! —refutó Eros— Luché por manipular a Félix pero fui testigo de cómo mis poderes flaqueaban en su interior. El hijo de Helios mantuvo una batalla firme para ir en contra de las decisiones de su cuerpo. Él sabía que algo andaba mal, y prefirió sufrir sólo para rechazar el poder de mi flecha, para rechazarte a ti.

Con puño cerrado, Changbin golpeó la mejilla del contrario con fuerza, logrando callarlo. Eros llevó una mano a su rostro, sintiéndose extremadamente mareado, y volvió sus ojos a él.

—Soluciona esto. —masculló Changbin, acercándose más a él, con ojos inertes— Porque no pienso soltar a Félix.

Eros dejó que el silencio lo salvara de ser atacado nuevamente, y alzó la vista a Zeus, que lo miraba con suspicacia, fue entonces que entendió que debía obedecer, pero su mente se hallaba nublada de incertidumbre. Tenía que actuar rápido para finalmente escapar del Olimpo o Hades no tardaría en llevarse su alma también.

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Luna del inframundo | Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora