09. Aperitivo...

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*Aperitivo de Medianoche *
* * *

Había pasado un día desde la partida de los vampiros. Ellos debían seguir su camino investigando y trazando planes para encontrar una solución para las criaturas mágicas pero prometieron que en cuanto tuvieran noticias les notificarán.

La ninfa Petra también se había ido. Había vuelto a su lugar en el río después de comprender mejor el panorama, en este momento ella mantenía en pie a la región y debía tomarse en serio su trabajo.

Por otro lado teníamos a dos felinos que se habían estado esquivando desde que se quedaron solos.

El ambiente en la casa era pesado y tenso. Ninguno de los dos habían cruzado palabras desde aquel beso, ni siquiera sabían cómo abordar ese tema por lo que preferían dejarlo pasar.

Hanji había vuelto a su habitación y se había recluido en ella con filas de libros para distraerse con ellos.

De hecho, se encontraba buscando algo nuevo que leer cuando tocaron su puerta.

—Oye, cuatro ojos.— escuchó a Levi llamarla desde afuera —Es hora de cenar.

Con tan solo escuchar el sonido de su voz, Hanji ya estaba roja cual tomate.

—Ehh, no, no gracias.— le dijo nerviosa —No tengo hambre.

Pasaron unos segundos en completo silencio hasta que el otro volvió a tomar la palabra.

—¿Estás segura? No te he visto probar bocado en todo el día.

—No es así.— debatió ella —Me he alimentado bien.

—Como quieras...— murmuró el otro.

Ambos soltaron un suspiro para ellos mismos y siguieron con lo suyo. Levi fue al comedor y cenó en completo silencio lo que le hizo darse cuenta cuanta falta le hacía el bullicio de la castaña.

Hanji siguió en sus libro, en la misma página que había repasado más de diez veces pero que no le había puesto ni la más mínima atención.

“¿Qué debería hacer?” pensaron al unísono.

Era medianoche cuando la mentira embargó Hanji y le exigió con un rugido que le diese comida a su estómago

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Era medianoche cuando la mentira embargó Hanji y le exigió con un rugido que le diese comida a su estómago. Desganada se puso un par de calcetas y se debatió entre si colocarse los shorts o ir únicamente con su enorme camiseta.

Eligió lo último debido a la pereza y a que de todas formas, la tela le llegaba abajo de los muslos.

Bajó en medio de la oscuridad mientras pisaba de puntillas para evitar que sus pasos hicieran eco. Sabía que el azabache era de sueño ligero y prefería no despertarlo.

Llegó hasta la cocina donde encendió una vela y husmeó en los estantes alguna chuchería que comer.

—¿No que no tenías hambre?

Gatitos LeviHan Where stories live. Discover now