Prólogo

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* Gatos LeviHan *
* * *

En el fondo del bosque se escuchaban los desgarradores chillidos de una pequeña gatita color marrón que luchaba con todas sus fuerzas para soltar sus patitas de una fea trampa para osos.

Era invierno y los cazadores habían cubierto las trampas con nieve por lo cual la pequeña no las vio hasta que una de ellas la atrapó.

La pequeña gatita Hanji trataba de safarce pero era imposible. Los dientes de esa mortal cosa se habían enterrado en una de sus patas y al más leve movimiento está solo se incrustaba más.

A los lejos escuchó como la nieve se hundía anunciando que alguien estaba llegando. La gatita se asustó pues seguramente era algún cazador que hiba a reclamar su presa.

Cuando el hombre estuvo en su campo de visión ella lo analizó rápidamente y supo que no se trataba de un cazador pues este no llevaba las herramientas e insumos que llevaría consigo un cazadore normalmente.

Aquel hombre simplemente vestía con un suéter de lana de color blanco, pantalón negro, un gorro verde y par de guantes. Sobre su hombro cargaba una especie de saco y caminaba lentamente entre la nieve.

El sujeto se paró un momento a verla. Sus ojos de azul grisáceo la analizaron levemente para después hacer como si nada y seguir su camino.

La gatita Hanji pegó un alarido. No dejaría que su fuente de escape se alejara así sin más.

Pero el hombre no se detuvo así que Hanji empezó a chillar más alto hasta que el hombre astiado regresó sobre sus pasos y sin esfuerzo alguno la liberó.

—Ni creas que esto te saldrá gratis.— le dijo a ella mientras la cargaba en su brazo libre

Hanji pensó en que ese hombre era molesto y maleducado. Si ella no hubiera insistido en soltar alaridos ese sujeto la habría dejado congelarse en ese lugar.

Al cabo de un rato llegaron a una pequeña cabaña y su rescatista la dejó frente a la chimenea la cual fue encendida seguido a esto.

Hanji dejó calentar su pelaje un rato mientras analizaba la cabaña de arriba a abajo. Habían muchos libros y poca decoración, el lugar era rústico pero bastante cálido.

Cuando el hombre volvió se sentó junto a ella y abrió el botiquín que llevaba consigo para luego empezar a curar su pequeña patita mallugada.

Tal vez ese hombre no era tan malo...

—¿Y bien?.— dijo con molestia —¿No piensas decirme como diablos terminaste en una trampa para osos?

Aquel sujeto la veía con seño fruncido mientras esperaba a que ella contestara.

¿Acaso estaba loco?

¿Que no veía que ella era un gato?

Hanji por obvias razones no contestó y se limitó a analizar mejor al sujeto. Cabello azabache, piel nivea y ojos penetrantes.

Era guapísimo.

Casi se lamentaba de que fuera un idiota molesto.

No se dio cuenta de él tiempo que pasó pero cuando volvió en sí la cara del azabache era más amarga que nunca. Dejó salir un Tsk y la dejó allí sola.

-
-

Ya había anochecido y el hombre azabache no había vuelto a la sala. Hanji ni siquiera vio si había cenado o si simplemente se había ido a su habitación, sea como sea esta era su oportunidad para escapar.

Se arrastró hasta la puerta y en un par de segundos ya era nuevamente una humana.

Sí, la gatita era un cambiaformas.

Por esa razón debía irse lo más pronto. Si aquel hombre la descubría seguramente la capturaria para venderla o peor, la mataría para desollarla y exponer su piel como si fuese un oso.

Con eso en mente abrió la puerta y quiso correr afuera pero al momento de apoyar el pie fue detenida por un horrible dolor.

Es verdad. Estaba lastimada.

Aún así emprendió camino. Cojeó tres pasos y maldijo su suerte. Tenía que irse o aquel hombre la descubriría, no podía volver a convertirse en un gato y regresar adentro como si nada pues ya había manchado el piso de madera con sangre y los pasos que había marcado eran claramente humanos.

—Vaya, vaya.— Oh no... —Veo que ya te sientes mejor.

Hanji se paralizó. Trato de analizar todas las opciones posibles para salir de aquella situación.

—Pero estas desnuda y una tormenta de nieve se acerca, deberías pasar la noche aquí.

«MAL-DI-TA-SEA»

¡Como pudo olvidar su propia desnudez!

En ese momento lo mejor que se le pudo ocurrír a Hanji fue volver a ser un gato y seguido de esto emprendió carrera hacía el bosque.

Reía internamente pues de seguro aquel humano no se esperaba que ella huyera así. La herida de su pata dolía y no era tan rápida pero sólo era cuestión de buscar algún escondite y asunto arreglado.

Se auto alagaba por su gran azaña cuando de la nada un gato negro saltó sobre ella haciendo que rodaran juntos por la nieve.

El gato negro cayó con gracia mientras que ella quedó tirada y con el pelaje lleno de copos.

El gato negro le gruñó molesto y Hanji pudo ver a través de esa mirada gris azul que aquel gato realmente quería darle una paliza.

Y entonces lo supo.

Pelaje azabache, mirada fría en gris azulado y una cara como si tuviera estreñimiento.

Este gato y el hombre de la cabaña eran la misma persona o animal, como sea, eran uno solo.

Hanji se avergozo y bajo sus orejitas en señal de arrepentimiento. Escucho algo parecido a un chasquido y seguido de esto la cola negra de aquel gato se enrolló en su cara.

La mirada fría del gato negro había pasado a ser una mirada aburrida mientras esperaba que ella se pusiera en pie para seguirlo.

Y así lo hizo. No conocía a nadie más de su especie y encontrarlo a él había sido una gran suerte.

Ya no estaría sola nunca más.

No...

Ya no ESTARÍAN solos nunca más.

Gatitos LeviHan Where stories live. Discover now