07. Instintos...

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* Instintos Felinos *
* * *

Por segundo día consecutivo Hanji pudo despertar entre el embriagante olor que Levi le ofrecía. Esta vez era más marcado pues la persona en cuestión se encontraba dentro de la habitación.

La habitación seguía en una oscuridad tenue gracias a la escasa luz que se colaba a través de las cortinas lo que indicaba que faltaba poco para el amanecer. Su corazón dio un vuelco en cuanto abrió los ojos y se encontró con una mirada metalizada que la veía con fijeza.

—¿Levi?.— sobre ella las pupilas dilatadas de un azabache la acechaban como a una presa. Se había posicionado con cuidado sobre su cuerpo respirando a centímetros de su cara.

Hanji dejó escapar un suspiro involuntario cuando el otro recorrió la sensibilidad de su cuello con la tibieza de su lengua.

Una. Dos. Tres lamidas y ella ya estaba deshecha sobre la cama. La situación se le asemejaba como a uno de esos libros eróticos que había leído por ahí.

—Mía...— lo escuchó murmurar contra su piel y entonces el miedo la invadió cuando las manos ajenas intentaron colarse dentro de su camiseta.

No. Eso no pasaba en los libros calientes que había leído, al menos no sin el consentimiento previo de la dama en cuestión.

—No, detente.— exigió ella con la voz firme pero fue en vano. Levi parecía no escuchar, simplemente era guiado por sus instintos que le gritaban que la hembra debajo suyo era de su propiedad.

El nerviosismo fue en creciente cuando este se metió entre sus piernas y Hanji pudo sentir la dureza chocando contra su intimidad.

—¡He dicho que me sueltes!.— forcejeó contra el hombre que claramente le ganaba en fuerza y al cual terminó por darle un arañazo en la cara.

Lo escuchó quejarse más no se detuvo a inspeccionar si no le había sacado el ojo y corrió fuera del cuarto. El desorden despertó a la ninfa que salió de su cuarto a asegurarse que todo estuviera bien.

Fue entonces que vio a Hanji correr escaleras abajo seguida por Levi –que dicho sea de paso– la terminó empujando del camino para alcanzar a la castaña.

Hanji casi llegaba a la puerta cuando Levi la atrapó, siendo acorralada en el piso mientras el otro entrerraba la cara en su cuello. Por un momento incluso sintió el filo de sus colmillos hasta que el aire helado recorrió su cuerpo.

—¡Muchacho insolente! Así no se trata a una dama.— entonces la voz del hombre que Hanji conoció el día anterior, resonó en el lugar —Mírate nada más, gato salvaje.

La castaña pudo ver como Levi era arrastrado lejos de ella gracias al agarre de Kenny en el cuello de su camisa. Sintió arder su mejilla y cuando llevó su mano a ella pudo sentir el líquido que brotaba de esta.

—Ven acá, te curare esa herida.— Uri había llegado a su lado y le tendía una mano para que se levantase.

—¡No la toques! ¡Ella es mía!.— vociferó Levi desde el pasillo

Petra veía todo desde las escaleras. El miedo era palpable en su rostro y sus ojos emanaban preocupación. Uri volteó a verla con sorpresa que rápidamente disimuló más no pasó desapercibida por Hanji.

Con ayuda del hombre se sentó en el sofá. Aún sentía las piernas temblorosas y el corazón latir con irregularidad.

—Ustedes dos; ¿Se conocen?.— preguntó cuando Petra se acercó a ellos con cautela.

—Algo así.— fue Uri quien respondió mientras desinfectaba la herida de su mejilla.

Se sorprendió cuando el paño con alcohol se dirigió a su cuello donde se le informó que tenía la herida de los colmillos de Levi.

Gatitos LeviHan Where stories live. Discover now