01. Mitología...

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* Mitología Fascinante *
* * *

Una semana había pasado ya desde que Hanji había llegado a la cabaña de Levi. A estas alturas ya se había recuperado lo suficiente como para irse y este último ya la había hechado tres veces.

Pero Hanji no quería separarse de él.
No conocía a ningún otro cambia formas por lo que nadie podría entenderlos mejor que ellos mismos.

—¿Qué crees que estás haciendo?.— la fría voz del azabache la detuvo en medio de su baño. La lengua le quedó a medio camino cuando saltó del sofá para correr escaleras arriba —¡Oi Hanji, cuántas veces te eh dicho que te bañes como un humano normal! ¡No como un gato!.— le escuchó gritar

¿Pero quien se creía él para darle órdenes? Era el dueño de la casa sí, pero no era dueño de su cuerpo, no tenía derecho de enviarla a darse un baño con agua.

La saliba era una mejor opción, lo decían sus instintos felinos.

Se encerró en la habitación la tarde restante mientras leía un libro que había sacado de los estantes de Levi.
Era sobre seres mitológicos que al parecer rondaban la tierra.

Se maravilló con las historias de hombres lobo, vampiros, brujas y ninfas. Seres tan parecidos a ellos y a la vez tan diferentes la hacían querer saber más de sus mundos.

—Hanji, baja a cenar.— un par de golpes en la puerta interrumpieron su lectura. Vio el reloj al lado y supo que a penas eran las cinco.

«Es muy temprano para la cena» pensó, pero aún así se dispuso a abrir la puerta luego de poner un separador en su libro.

La mirada sombría de Levi la recibió al otro lado y antes de que pudiera hacer algo, un leve golpe en la nunca la dejó inconsciente.

—Quita esa cara

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—Quita esa cara.— regañó el azabache mientras se llevaba un trozo de verdura a la boca

—No tengo otra.— respondió Hanji, revolviendo su plato con el tenedor. Estaba molesta y más que eso, se sentía traicionada, decepcionada.

Lo último que recordaba fue haberle abierto la puerta al azabache y luego todo se volvió negro. Despertó en el sofá de la sala frente a la chimenea vistiendo una camiseta y con el cabello mojado. Era obvio lo que allí había pasado; había sido engatusada.

—Al menos deja de jugar con la comida.— la volvió a regañar con su monótona voz —Deberías estar agradecida por todas las molestias que me tomó contigo.

—¡Yo no te pedí que me bañaras!.— explotó ella en enojo —Quién sabe que hiciste con mi cuerpo, enano abusivo.

La última frase terminó por rebasar a Levi quien en su último intento por mantener la calma recogió su plato y lo llevó a la cocina para luego salir de la casa dando un portazo.

Gatitos LeviHan Where stories live. Discover now