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Cruzaron las primeras 10 casas del zodiaco bajo las miradas curiosas de los caballeros. En algunos casos ya que en algunas casa todavía alguien que la custodiara. No era normal ver pasar a tu compañero tomado de la mano con una niña 7 años menor que el. Aunque no hubo malinterpretaciones, el algunos casos como Manigoldo que interrogó hasta el alma de la pobre Haruko. Su pregunta era porque andaban de las manos poniendo andar normal.

— La noche es linda. —murmuro Haruko, viendo el cielo despejado poniendo ver las estrellas.

— Lo es —hablo Sísifo que la logro escuchar—. Sobre todo se pueden ver las constelaciones, de los caballeros de Athena.

La azabache miró un momento el cielo—. ¿Y cuál es la tuya, Sísifo?

El castaño claro. Detuvo su andar atrayendo a la Infante hacía el—. Es esa.

Haruko vió hacía donde su dedo apuntaba. Era peculiar su constelación para la de orbes oceánicas. Parecía un arco, más o menos completo.

— Es bonita —comento la menor—. Igual de radiante como tú Sísifo.

El comentario hizo que el mencionado, rascara su nuca con una media sonrisa—. Gracias supongo, hay que seguir caminando no queremos que Albafica llegue.

Dijo para comenzar a caminar nuevamente, en completo silencio. Hasta pasar por el templo de Acuario este no se encontraba por fortuna así que decidieron cruzar. Ya estando fuera, la azabache suelta un suspiro retenido.

La mente de Haruko era un lío, porque sentía tan bien en compañía del caballero, tal vez era porque casi tenían la misma edad. Pero esa sensación en su estómago era rara, su corazón latía fuerte que sentimiento tan raro.

— Bueno llegamos —anuncio Sísifo ya frente al templo—. Eh...fue divertido estar contigo está tarde Haru, no te molesta ¿que te diga así? —la azabache negó. Sísifo sonrió revolviendo en cabello de la contraria—. Hasta mañana Haru, que tengas lindos sueños.

— Sí lo mismo digo Sísifo. —se despidió agitando lentamente su mano, el chico asintió con la cabeza para comenzar a irse.

Haruko se recargo en el pilar soltando un  ligero suspiro. Era alguien lindo de tratar, eso lo tenía seguro. Los minutos pasaron la luna estaba en su punto más alto alumbrando todo el santuario.

Una luciérnaga voló hasta posarse en la punta de la nariz de la azabache. Vibrando al momento de agitar sus pequeñas alas, el reflejo de la luz verde de la luciérnaga se posó en los ojos de Haruko.

— ¿También te sientes sola? —la luciérnaga parpadeó en señal de respuesta—. Por lo menos tu tienes una familia ¿no es así?.

Albafica estaba detrás de un pilar escuchando atentamente la conversación.

— Yo ni siquiera, recuerdo mi propio nombre —dijo tomando el insecto entre sus manos—. Tu bella luz ilumina las noches pequeña luciérnaga. Cumples una bella función, yo no sé mi deber en éste mundo.

Albafica salió de su escondite, con una rosa sin veneno en su mano derecha. Haruko se giro para verlo, sonriendo diminuta.

— Señor Albafica...—susurro al sentir la mano del mayor en su cabeza, acomodando la rosa en su cabello azabache.

— Eres hermosa Haruko —halago al ver los ojos oceánicos de la joven—. Si llegaste a este lugar en por una razón, eres igual de importante que todos.

— Escucho mi parloteo ¿verdad? —el de cabellos celestes asintió—. Lo siento por tener que escuchar mis problemas.

— No al contrario, puedes hablar conmigo cuando quieras .—puso una mano en su hombro, Haruko lo vió a los ojos.

— Se lo agradezco señor Albafica —el pequeño insecto que tenía entre sus manos parpadeó—. El también le agradece.

Abrió sus manos la luciérnaga salió volando nuevamente. Poniéndose a la altura del caballero de piscis iluminando sus ojos, con su verdoso brillo para irse volando desapareciendo entre las finas capas de la noche.

𝐂𝐎𝐒𝐌𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑 ━━sísifo de sagitario. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora