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Degel de Acuario miro con una sonrisa ladina. A los dos presentes frente a él, no era normal ver al caballero que casi nunca sale de piscis con una niña no mayor a los 10 años. Varias ideas pasaron por su cabeza, tal vez era su hija. O alguna doncella nueva para el santuario.
— Que grata sorpresa Albafica .—hablo el acuariano—. Es raro verte salir de tu casa, y ahora regresas con una niña. Dime es tu hija o alguna doncella nueva para el santuario.
— Todo lo que piensas estás equivocado. Ella es mi protegida .—aclaro ya hartó de malas interpretaciones.
El caballero de Acuario se puso a la altura de la menor extendiendo su mano—. Soy Degel de Acuario el que custodia está casa. ¿Cuál es su nombre pequeña dama?
— No tengo un nombre al menos que yo recuerde, pero es un gusto conocerlo señor .—acepto su saludo.
— Ya veo —se levantó para mirar al piscis—. Ella tiene perdida de memoria, Albafica espero que estés consciente en lo que te acabas de involucrar.
— Sí y no te metas en mis asuntos .—tomo la mano de la niña poniéndola trás él—. Pasaremos por tu casa, esperó y no te moleste.
Terminó la conversación llevándose arrastras a la menor con él.
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— Vaya quién diría que, detrás de toda esa tierra estaría una bella dama. —dijo Albafica mientras tallaba en cabello de la menor. Está se hallaba sentada en una tina de agua.
Y no mentía luego de batallar para quitarle toda la suciedad a la menor. Se dió cuenta de las bonitas facciones de la niña, hasta tenía un pequeño lunar debajo de su ojo derecho. Su piel era pálida incluso más que la de él y su cabello era azabache. Para el caballero de piscis no le resultó incómodo bañarla, ya que no veía su cuerpo desnudo del todo solo su espalda. Y su cabellos largos tapaban toda la parte de enfrente de sus pechos.
— Ya terminé .—anuncio secando el cabello de la azabache con una toalla—. Saldré de aquí para que te cubras.
La infante sólo asintió, Albafica salió dejándola sola. Ella se levantó de la tina para ir a buscar la ropa que le dejaron en un pequeño banco de madera. Era un vestido blanco, la menor hizo una mueca incómoda no estaba acostumbrada a usarlos. Sólo pensaba que las doncellas y las diosas podían portarlos.
Salió del cuarto de baño, dispuesta a buscar a su nuevo mentor. Hasta encontrarlo viendo fijamente un rosal, Albafica se giro al sentir la presencia de otra persona. Abrió los ojos ligeramente impresionado, se veía como una doncella o más bien una diosa.
— Te vez mejor limpia —se limitó a decir.
— Gracias señor ¿le gustan las rosas? —pregunto se repente la más baja.
— Son las únicas que me acompañan en este lugar y ahora tú .—la miro de reojo—. Eres inmune a mi sangre y a mis rosas. Eso es bueno supongo ¿dime te gustaría ser un caballero de Athena?
— Si eso necesito para estar con usted lo haré.
— Bien ahora tengo que ponerte un nombre .—hablo viéndola fijamente.
La azabache señaló a ella misma—. Que me llamen niña ¿no es un nombre?
— No es un nombre —aclaro—. Te llamaras, Haruko en japonés significa "nacida en primavera".
— Haruko mi nombre es Haruko .—repite para verlo con una sonrisa— Es un nombre muy bonito, gracias.
