LA HUESERA EL ORIGEN DEL MAL CAPITULO 2

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_ ¿Otra vez te agredieron en la escuela? ¡deveras que eres una estúpida!
Siempre era lo mismo todos los días, la tía Juana se ponía furiosa cuando me veía entrar con un ojo morado o alguno que otro raspón. Ella sabía que me habían atacado nuevamente en la escuela y no podía hacer nada para defenderme, les juro que mi cuerpo quedaba paralizado del miedo y lo único que podía hacer, era tratar de aguantar los golpes y humillaciones de los otros chicos del colegio. Vivía en un mundo donde al parecer yo salía sobrando, y siempre me pregunté por qué vine a este mundo si lo único que recibía eran maltratos y humillaciones, ya no deseaba vivir de esa manera, pero no me quedaba de otra porque era tan solo una niña de 8 años había perdido a mis padres, pero nunca supe cómo. La tía Juana jamás me lo dijo, cuando le preguntaba, su respuesta era que ellos murieron cuando tenía solo un año, siendo aún una bebé.
Así paso del tiempo y yo me quedé a su cargo, pero era tan fría que sentí que no me quería, además de que siempre veía cosas muy raras en ella, desde permanecer despierta toda la noche en medio de un círculo con velas negras, imágenes macabras y comúnmente recitaba alabanzas que me daban demasiado escalofrío.  Al pasar días, semanas y años, eso ya no me importó, me acostumbre al estilo de vida de la tía Juana, porque ella siempre decía que era el único medio por el cual podíamos mantenernos para poder vivir, y aunque no me dio amor ni cariño, la comida en la mesa nunca me falto y se esforzaba porque yo fuera a la escuela; sin embargo, yo nunca fui buena estudiante.
Mi nombre es Dánae, soy sobrina de doña Juana a quien llaman la huesera, porque por mucho tiempo he visto que llega mucha gente para que les acomode los huesos, desde fracturas, esguinces, etc.  También tiene conocimiento de medicina tradicional, porque mi abuela que fue su mamá se dedicaba a curar enfermedades con diversas hierbas, estas fueron habilidades y conocimientos que aprendió en su pueblo natal, que se encuentra actualmente cerca del estado de Michoacán
Por hoy les quiero contar algo de mi vida donde algunas cosas son en realidad algo escalofriantes, pero de algún modo yo he aprendido a vivir con todo ello. Aunque reconozco que no es nada fácil acostumbrarse a este tipo de sucesos, sobre todo porque las energías negativas han llegado a consumirme por dentro y entonces mi tía Juana con sus habilidades logra rescatarme cuando el abismo negro quiera apoderarse de mi cuerpo.  Aunque sinceramente les confieso que yo también puedo llegar a hacer cosas como lo hacía mi abuela y en un primer momento no le dije nada a mi tía Juana, a veces me asustaba porque viajaba a través de mis sueños o presenciaba cosas que aún no pasaban en el tiempo. También sucedían sucesos que pensaba en mi cabeza, donde fui responsable de alguno que otro desastre en las escuelas donde yo estudiaba.
Desde niña la gente me veía como la rara, los compañeros de la escuela me tenían miedo, no querían entablar alguna amistad conmigo, eso a veces me frustraba mucho porque en realidad me sentía muy sola y con todo mi esfuerzo trataba de ganarme algunos amigos, pero nunca tuve éxito; al final todos me rechazaban. Adoraba el color negro y algunos tonos oscuros de otros colores, me sentía muy cómoda al vestir de esa manera y las faldas largas eran mis preferidas. Mi tía le daba igual cómo me vistieran mientras no enseñara las piernas u otra cosa que pudiera causarme algún peligro como lo hacen hasta el día de hoy muchas jovencitas. Sin embargo, les confieso que en todo ese tiempo que esa sociedad a la cual pertenecía ignoró totalmente mi presencia, se fue desarrollando en mi interior un sentimiento de rencor y quizás de odio hacia la propia vida, porque a veces dolía mucho la situación en donde me encontraba y eso a mi tía le daba igual.
Por esas y otras razones  que quizás no llegan a justificarme, fueron la causa de haberme  convertido en la persona que ahora soy y la verdad nunca me he arrepentido, porque los únicos culpables fueron todos aquellos que se aprovecharon de mi vulnerabilidad para humillarme. Desde que iba en la primaria recuerdo perfectamente que las niñas no querían ser mis amigas, en aquella comunidad donde vivíamos la gente comenzó a crear rumores de que mi abuela era algo así como una bruja, y créanme que tenían toda la razón después de todo, de eso me di cuenta mucho más tarde.
Cansada de que nadie quisiera juntarse conmigo, decidí ya no rogarles jamás e inicie mi propio mundo solitario donde disfrutaba observar a todos durante el recreo en la esquina de una banqueta. Los maestros nunca se preocuparon por mi soledad, ellos hasta me regañaban cuando tenían oportunidad, creo que todos me odiaban de alguna u otra manera.  Había algo que podía hacer y tardé mucho tiempo en darme cuenta, si me quedaba observando fijamente en los ojos de una persona con un sentimiento de coraje negativo, esta al poco rato podía sufrir de fuertes dolores de cabeza y así sucedió con algunos compañeros y los maestros que se ensañaban conmigo.
Pasó el tiempo, sin darme cuenta ya tenía aproximadamente 13 años, estudiaba en la secundaria de la misma comunidad, durante este tiempo miré que la tía Juana había ido incrementando sus clientes y por extrañas razones si una persona venía a verla, era seguro que iba a regresar en más ocasiones, eso era lo que pasaba con toda la gente que acudía a mi tía para solicitar sus servicios de medicina tradicional.  Aunque nunca me pregunté porque cuando se recuperaban las personas, días después volvían a recaer, me causaba mucha impresión el hecho de volver a ver a las mismas personas, per cada vez mucho peor de salud, porque no mejoraban en nada; sin embargo, seguían visitando a la tía Juana.
Durante ese tiempo, comenzaron a sucederme cosas muy extrañas que la verdad no terminaba de acostumbrarme, pero estaba consciente  de que todo era causado por las practicas que realizaba mi tía Juana de noche, yo sabía perfectamente que liberaba energías pesadas y negativas que terminaban por atormentarla. Afortunadamente yo siempre permanecía aislada y lejos de ella, porque claramente sentía como se inundaba la casa de presencias que no eran buenas, y no voy a negarles que en ocasiones podía verlas en toda la casa, aunque fueron pocas veces.
La tía Juana se encerraba en su habitación bajo llave y nunca traté de entrar aunque fuera por curiosidad, porque me daba mucho miedo que se enojara conmigo, ella acostumbraba a ser fría y en ocasiones sus palabras me daban escalofríos, tenía que obedecer lo que me mandara y una de sus reglas fue nunca husmear sus espacios privados. Un día me quedé sola en la casa porque mi tía había ido a visitar a una amiga que al parecer tenía un padecimiento extraño, ella decía que le habían hecho un trabajo y tenía que ayudarla.  Juntó todas sus cosas que tenía en su cuarto donde atendía a las personas y se fue tomando el camión que salía a las 5 de la mañana. Aún estaba muy oscuro cuando ella se fue, entonces desde que salió por la puerta sentí que la atmosfera de la casa descendió en la temperatura, se puso demasiado frio el ambiente que pensé que iba a llover porque estaba a punto de entrar el verano, aunque los días estaban siendo demasiado calurosos.
Seguido de eso, me quedé acostada en la cama, faltaba poco para levantarme e ir  a la escuela, cabe mencionar que era la primera vez que me quedaba sola en casa de madrugada y no voy a mentirles, me sentía como si hubiese entrado en el cementerio, hacía mucho frio y el ambiente lo sentía pesado al respirar en el pecho.  De repente, justo cuando el reloj marcó las 6 de la mañana, aún estaba muy oscuro y un foco que estaba fuera de mi cuarto en el patio comenzó a parpadear como queriéndose apagar. Luego una jauría de perros en la calle comenzó a ladrar, pensé que eran los que andaban tras una perra en celo, pero cuando salí de mi cuarto para asomarme por la puerta, no había nada, tampoco se veía gente pasar y a esa hora muchos se iban a trabajar, lo más extraño era que estaba muy solo el espacio, mientras que el silencio inundaba el ambiente y entonces sentí un escalofrío que me hizo regresar adentro de la casa para enredarme en mis cobijas.
Me quedé así durante una hora, les juro que en esos momentos escuché que alguien estaba aventando cosas en el patio, no quería asomarme porque estaba segura que eran esos espíritus que visitaban a mi tía Juana, donde ella una vez me dijo “escuches lo que escuches, no salgas ni veas nada” seguí las indicaciones de mi tía, no salí de mis cobijas hasta que dieron las 7.30 de la mañana y el sol ya estaba iluminando completamente el espacio.
Me apresuré a ponerme el uniforme mientras dejé un poco de leche caliente en la estufa para poder desayunar un pan de dulce. Salí de la cocina lista para irme a la escuela, entonces fui por mi mochila a mi habitación, pero justo en ese instante, escuché ruidos en el cuartito donde mi tía realizaba sus trabajos con las personas que solicitaban sus servicios.
Me quedé a medio patio mirando hacia el cuartito el cual tenía la luz encendida y podía jurar que la tía Juana había dejado apagado todo. También sabía que se encontraba cerrado con llave entonces no había modo de entrar para apagar el foco, pero al llegar a la puerta de mi cuarto, miré que la puerta de ese pequeño recinto se abrió con un clic. Desconcertada me quedé mirando durante un par de minutos sin saber cómo reaccionar, estaba a punto de echarme a correr hacia la calle, pero algo me detuvo dejando mis piernas inmóviles por varios segundos.
¿Quién está ahí dentro? Grité desde el lugar donde me encontraba que eran escasos unos 5 metros, la puerta volvió a abrirse unos centímetros más con un rechinido producido por la vieja bisagra, mis manos comenzaron a sudar y con los pelos de punta caminé hasta el recinto para cerrar la puerta y apagar la lampara; de dejarla así, mi tía se iba a enojar conmigo porque me tenía prohibido asomarme a ese lugar sin su consentimiento.
De repente cuando llegué a la puerta, toqué la manija y sentí una corriente eléctrica que me pico en una yema de los dedos, entonces la empujé para apagar el foco que seguía parpadeando y justo cuando lo iba a hacer, del altar de mi tía salió botando una canica enorme llegando justo hasta mis pies. La miré y al tomarla con mis manos, se comenzó a fracturar quedando en pedacitos justo en la palma de mi mano.
Los pedazos de la canica provocaron un fuerte ardor en mi piel entonces los dejé caer en el suelo, pero justo en esos momentos, hilos de humo blanco comenzaron a salir de cada una de las partes que la conformaban como cuando algo caliente se está enfriando. Asombrada me acerqué al suelo y ese humo inundó el espacio del recinto, provocó que comenzara a toser porque me picaba mucho los ojos y varios aromas como hierbas mezcladas con perfumes comenzaron a inundar la atmosfera llegando justo hasta mi nariz.  Intenté recoger el desastre ocurrido, pero cuando barría con la escoba el piso, un susurró me llegó hasta mi oído que me hizo soltar la escoba junto con el recogedor. Al levantar la mirada, miré con mis ojos aterrados a una mujer que estaba de espaldas justo enfrente del altar, tenía una falta larga, cabello medio quebrado largo muy largo.
Salí corriendo del recinto olvidando el desastre ocasionado, cerré de un golpazo la puerta mientras buscaba mi mochila para irme a la escuela. En el transcurso del día intenté olvidar lo ocurrido, pero la imagen de aquella mujer permanecía dentro de mi cabeza sin que pudiera hacer nada. Los compañeros al ver mi mense ausente comenzaron a escupir sus burlas, por su parte dos maestros no asistieron a dar sus clases. En ese preciso momento se acercó una chica de nombre Alejandra, ella era por decir la más popular del aula, y pues los compañeros del grupo le tenían demasiadas consideraciones y sobre todo mucho respeto. Me miró y comenzó a decirme “¿ahora que le pasa a la rara?” y me echó un vaso de café caliente en la cara.
De inmediato me levanté de la banca con un coraje que fue creciendo con cada segundo en mi interior, la miré con odio y con mucho desprecio hasta que ella comenzó a tocarse la cabeza gritando que le dolía mucho. Los otros chicos se acercaron a ella para auxiliarla, porque incluso quedó tendida en el suelo diciendo que no soportaba tanto dolor.
En esos momentos entró el maestro de la última hora de clase, se acercó a la chica para llevarla a la enfermería, ella gritaba tan fuerte que alarmó a los alumnos de otros grupos. Cuando se la llevaron, Josué, el muchacho más alto del salón dijo que yo le había hecho daño a Alejandra, comenzando a decir que yo era en realidad bruja como la tía Juana, sin estar consiente que tenían toda la razón, exclamé unas palabras que lograron ahuyentar a los compañeros que me agredían con sus palabras, les dije “váyanse al diablo o querrán que también los embruje”
Al escuchar estas palabras de mi boca, todos salieron del salón excepto una compañera de nombre Rosa, ella era una chica gordita, traía lentes y braques en los dientes. Déjenme decirles que al igual que yo era victima de burlas y acoso por otros compañeros que se sentían ser los únicos dueños de la escuela, pero nunca intenté socializar con ella, sin embargo, ese día se acercó hasta mi banca para decirme “no creo que hayas sido tu” extendió su mano para darme una paleta de semáforo, lo recuerdo perfectamente, porque a esa chica le gustaba comer muchos dulces, entre ellos algunos chocolates.
En los días siguientes los compañeros de la clase trataban de evitarme e ignorarme todo el tiempo, a mi no me importó en lo absoluto, ya estaba acostumbrada a vivir sola y por ende no dependía de nadie, me agradaba sentarme a la hora de recreo para observar a todos ellos e incluso deseaba que les pasara algunas cosas a través de mi mente y no supe si era coincidencia o realmente yo provocaba que ellos padecieran algunos incidentes como caídas, vuelcos en el estómago, dolores de cabeza, entre otras cosas más.
Al pasar el tiempo supe que efectivamente era la responsable de ocasionar ciertos incidentes con los chicos que me agredían, luego aprendí a controlar esas energías que podía utilizar para vengarme cuando alguien se lo merecía y eso fue el inicio total de mi vida solitaria. Pasaron dos años y estaba por culminar la secundaria para entrar a una escuela preparatoria. Tenía la mínima esperanza de que quizás sería algo diferente, pero no fue así, porque la  mayoría de compañeros ingresaron al mismo colegio por ser el que se encontraba dentro de nuestra misma comunidad; otras preparatorias estaban en otros pueblos vecinos a una hora de distancia. Mi tía Juana seguía con sus clientes quienes la buscaban sobre todo en los martes y también los viernes, siempre estaba ocupada en ese cuartito, o en su propia habitación, cada vez la veía más aislada de mí, pues había veces que no la veía ni para comer.
Me acostumbré a ver y oír ciertos sucesos que definitivamente no eran nada normal, las primeras veces si tenía mucho miedo, pero después me dio igual, porque de alguna manera podía sentir que aquellos fenómenos no me iban a hacer algún daño, al contrario de eso, en ocasiones escuchaba susurros dándome algunos consejos. Un día sin querer entré al recinto de servicios de mi tía, ella al verme se enojó tanto que me dijo que había abusado de su confianza, entonces yo me sentí tan mal que discutí con ella saliéndome de la casa. Me fui a rentar un pequeño cuartito con algo de dinero que tenía ahorrado desde que era una niña pequeña. Sabía de alguna manera que no iba a poder solventarme, pues apenas había cumplido para ser exactos 16 años. Busqué algún trabajo de lo que fuera, pero no tuve éxito, así que, pensando en volver con mi tía, regresé a su casa. Al llegar y abrir la puerta, una roma desagradable llegó directo hacia mi nariz, caminé hasta donde estaba mi cuarto y escuché varios ruidos extraños en aquel pequeño recinto, me acerqué sigilosamente para que mi tía no se diera cuenta, pero lo que mis ojos observaron se quedó marcado para siempre en mi memoria. Estaba mi tía Juana completamente desnuda, tenía algo en la boca que no vi que era, mientras que las muñecas de sus manos mostraban una línea de sangre como si se hubiera cortado con un objeto filoso.
Ya había sido testigo de varias sucesos de lo paranormal estando con mi tía, pero aquello que estaba presenciando fue mucho más fuerte de lo que pensaba, ocasionando que me hiciera para atrás cayendo al suelo. Quedé mirando hacia el cielo por unos segundos sin reaccionar, pero de repente sentí que mi tía se había dado cuenta de mi presencia, por ese motivo era que me levanté de golpe para irme a encerrar a mi cuarto con el cuerpo temblando de miedo. Estando envuelta en mis cobijas, recordé el incidente con la canica y ese extraño hilo de humo blanco que conforme se disipaba lo respiré a través del aire, estaba segura de que tenía algo que ver con todo lo que me venía pasando, pero de alguna manera estaba aceptando esos sucesos.
Después de una hora escuché la voz de la tía Juana que me llamaba, entonces me asomé por mi ventana y ella terminaba de salir de su pequeño recinto. Se estaba acomodando la blusa de la ropa, mientras que su pelo se veía algo enmarañado. Le dije “aquí estoy” sin querer salir de mis cobijas, no obstante un golpe se escuchó en la puerta de mi cuarto con la voz de mi tía para que saliera. Había olvidado que le puse llave porque quedé impresionada, cuando abrí ella me preguntó qué me pasaba, pero solo le dije que me dolía mucho el estómago.
“ALRATO TE SENTIRAS BIEN” ella dijo yendo para la cocina porque era la hora de comer.
Por la noche tuve muchas pesadillas que me hicieron levantarme muy asustada con mucha sed, miré mi cuerpo que estaba mojado del sudor y podía sentir la temperatura muy elevada como cuando tenemos fiebre. Salí de mi cuarto rumbo a la cocina, esta se encontraba enfrente del patio como a 7 metros de mi habitación, mientras caminaba no podía dejar de mirar el recinto y la imagen de mi tía desnuda estaba de manera constante como fotografía en mi cabeza. Antes de llegar a abrir la puerta, la luz del interior de aquel pequeño cuarto comenzó a parpadear de manera violenta, mientras que una voz oía en mi cabeza que me decía “VEN” hacía esa dirección, quedé inmóvil de la impresión y justo en la ventana del recinto, ahí estaba la silueta de una mujer asomándose, luego abrió las cortinas y les juro que hasta me oriné del miedo al ver una señora que le brillaban los dientes y los ojos al mismo tiempo.
Corrí hasta mi cuarto olvidando el vaso de agua, me encerré con llave tratando de conciliar el sueño, pero estaba muy nerviosa y las horas que pasaban en el reloj se me hacían demasiado eternas. Después de dos horas al fin el sueño me venció y desperté hasta la mañana siguiente. En la escuela seguía todo como siempre, los chicos aprovechaban cada momento para burlarse de mí y hacerme sentir mal, hasta que un día tuve un percance con Alejandra y la golpee en el rostro. Dicho enfrentamiento me trajo como consecuencia que la directora me suspendiera por una semana, donde no quería estar todo en tiempo en mi casa y aproveché para visitar una conocida de la Tía Juana de nombre Karina, que se encontraba en el municipio vecino.
Me permitió quedarme en su casa por unos días, la señora era muy buena, decía que era como una madrina para mí, nunca estuvo de acuerdo que me quedara con mi tía, pero como ella no era pariente de sangre no pudo hacer nada.  Estando en su casa miré una revista de unas chicas que tenían el cabello negro, con un flequillo que cubría una parte de la frente, me agradó esa moda y sin pensarlo acomodé mi cabello para que fuera igual que el de esa fotografía. La señora Karina me dijo “pareces Emo” pero no le di importancia porque me gustaba cómo se veía mi rostro, desde ese momento añadí a mi personalidad esa moda en mi cabeza, pero eso fue una escusa más para que los chicos de la escuela aumentaran el acoso, ahora era la chica rara o la emo, así me decían.
Me cambiaron de aula por el incidente con Alejandra, pero en ese nuevo grupo era lo mismo, todos me trataban con frialdad e indiferencia y eso causó en mí un odio de ira y sobre todo les tenía mucho coraje a todos y a todas, junto con los maestros por igual, ellos también eran muy crueles conmigo.
Durante ese tiempo, entró una chica nueva al salón de clases, su nombre “Elisa” realmente era muy bonito como ella misma, tenía cuerpo esbelto y un gran talento para el basquetbol. Desde el primer momento acaparó la atención de los compañeros, quienes la alababan y eso me causó una ira y coraje porque conmigo eran todo lo contrario.
No podía evitar sentir esa ira  que se quedaba atorada en mi garganta y me ahogaba con mi propia saliva. Ella desde un primer momento me saludó con una sonrisa, pero yo no logré corresponderle de la misma manera, realmente no podía. Al paso de los días miré que ella se fue haciendo mucho más popular, en el aula de clases durante su ausencia no se hablaba más que, de Elisa; así que sin pensarlo, la quedé observando durante unos minutos cuando estaba sentada en su banca dentro del aula de clases. Desee con todas mis fuerzas que ella no siguiera siendo más popular y ya sabía cómo deshacer su fuerte presencia en la preparatoria.
Con mi mente hice que su cuerpo se dañara poco a poco para que al fin dejara de ser popular en el equipo de basquetbol. Al día siguiente comencé a ver resultados, ella al parecer no se sentía muy bien y así fue durante los días posteriores. Cada vez se veía peor, más pálida y le costaba moverse hasta llegar a ausentarse de la escuela. Tenía una gran satisfacción porque al fin ella iba a dejar de atormentarme con su sola presencia, aunque reconozco que nunca se portó mal conmigo como los otros chicos, pero es que quiero que entiendan que no soportaba que ella fuera aceptada y querida y en cambio yo, me despreciaran como una basura.
Estando en mi casa, tres días después que ella no se presentó a la escuela, escuché que tocaron la puerta, mi tía Juana que en esos momentos se encontraba fue a abrir; me di cuenta que se trataba de otros clientes y al asomarme por la ventana de mi cuarto, miré que llevaban cargando a alguien. No pude ver claramente, pero algo sentía dentro de mi interior que me esperé hasta que esas personas salieron del recinto de la abuela. Al observar con mas detenimiento, no podía creer que era Elisa la que llevaban cargando, pero esta vez salió caminando del pequeño cuarto.
Cuando se fueron quedé mirando a mi tía Juana, quien me dijo con unas palabras “tu la odias verdad” sin contestarle nada traté de irme a mi cuarto, pero ella me detuvo diciendo que no me preocupara, porque el trabajo estaba hecho y se seguirá haciendo. Con una sonrisa en mi semblante, asentí con la cabeza, mi tía me respondió de la misma manera y era la primera vez que no se portaba tan fría conmigo, es más, estaba sintiendo que me demostraba algo de cariño. Al pasar los días, veía a Elisa como si nada por ejemplo en un martes, pero llegando viernes volvía a ausentarse de la escuela y visitaba a mi tía en muy mal estado y nuevamente ocurría lo mismo, ella salía recuperada del recinto para irse a su casa. Le pregunté a la tía Juana que estaba pasando, donde solo me respondió que los espíritus que la ayudaban querían un huésped para habitarlo y no tuvo remedio que elegir a la propia Elisa.
Todo estaba marchando como yo lo deseaba, pronto ella dejaba de ser tan popular como cuando llegó a la preparatoria, pero eso no cambiaba nada los tratos de los compañeros conmigo. A decir verdad, eso ya no me importaba, porque si yo no era feliz, no lo iba a ser nadie. Sin embargo, cuando pasaron un par de meses, quise parar el daño que le estaba haciendo a esa chica, pero mi tía Juana no lo permitió, y aunque yo traté con todas mis fuerzas revocar el daño usando su recinto sin que se diera cuenta; al final descubrí que aquella mujer que se apareció dentro del cuartito, el cual al parecer era uno de esos espíritus oscuros, ahora estaba junto a Elisa y la iba a acompañar el resto de sus días sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo.

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