UN TRATO CON EL DIABLO

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Me casé cuando tenía 20 años mi esposo era muy cariñoso conmigo pero como todo en la vida los años pasaron los hijos llegaron y la rutina se adueñó de nosotros, yo estaba segura de que mi esposo me amaba con todo su corazón  al igual que yo a él, todas las mañanas salía muy temprano a conseguir el pan de cada día, mientras yo me hacía cargo de la casa y todo lo que implica ser ama de casa. Como toda mujer me gustaba sentirme deseada por él, nunca perdí la costumbre de arreglarme y oler siempre bien para él, aúnque comprendía su agotamiento se le olvidaban muchos detalles, como tocarme, como encenderme y los besos que me estremecieron en algún tiempo ya no lo hacía, los reclamos y la falta de interés surgieron , me sentía sola y poco deseada y aún que trataba de seducirlo no funcionaba. Uno de tantos días que me bañaba bajo el agua tibia de la regadera sentí unas manos rodeando mi cintura, ni siquiera volte mi rostro, solo se me estremeció la piel y cerre mis ojos y eché a volar mi imaginación, descubrí cosas que jamás por pudor me atreví a experimentar, termine mi día con la esperanza  de que mi esposo llegará y mostrarle lo que a solas en la ducha había aprendido.
Cuando regreso del trabajo lo recibí con mi mejor lencería  más él ni siquiera lo noto, muy enojada he indignada lo ignore toda la noche,  me acoste dándole la espalda pues siempre lo abrazaba y hoy no sería así, la noche me atrapo en los brazos de la Soledad, con mi esposo aún a lado así que me dormí profundamente, mi mente viajó aún sueño donde todo era blanco y me perdí entre la niebla que era espesa  algo lejos alguien decía mi nombre entre gemidos y susurros, unas manos que me tocaban y desaparecían al momento, mi desnudez a flor de piel se notaba, por más que trataba de cubrirme no podía estaba avergonzada he inmóvil, algo me poseyó por que mi escudero se estremeció alguien  me tocaba más no podía verlo, mi cuerpo sentía a alguien  dentro más no miraba a nadie a mi alrededor, yo gritaba más mi voz no salía de mi garganta, desperte un poco alterada. Mi esposo aún dormía a un costado, con miedo me acurruque a él y lo abrace por la espalda y se giró hacia  mi y con sus ojos cerrados me dio un beso, me sentí tranquila pues el estaba ahí, sus manos buscaron mis muslos y mi entre pierna, me besaba apasionadamente y aún ritmo algo acelerado, yo solo me dejé llevar y segui el juego, me hacia el amor como hacia tiempo no me lo hacía, me tomo en posiciones que no sabia que existían, mi exitacion se fue al cielo, más la lujuria  era de pecado más que de gloria, me atreví hacerle lo que normalmente no haría, fui su esclava por esa noche, me dejé dominar por sus deseos, en mi mente no había nada, lo que si noté es que la habitación  era más oscura que de costumbre solo miraba su silueta más no su rostro, pero eso no me detuvo, tocaba las llamas del infierno cuando en su regazo me posicionó con el vaivén de mis caderas a ritmo sin respiración y un gemido inconsistente, había tocado el cielo con olor azufre, todo se nubló cuando en ese momento el celular sonó al ver que era mi esposo quien marcaba en un segundo la mañana estaba frente a mi, era como si el sol estaba ahí y yo no podía verlo, mi cuerpo empapado en sudor y con las piernas aún temblando, mi sexo húmedo y sensible, el sudor de mi frente reflejaba el acto sexual  que había terminado, pero mi esposo no estaba en mi habitación, me encontraba sola, siendo las 7 de la mañana mi esposo había salido desde las 5:00 y en mi mente la duda y el que me había echo el amor de esa manera, me quedé desconcertada y temerosa tape mi desnudez con las sabana aún húmedas de placer.
Jamás hablé de esto con nadie, guarde el secreto por mucho tiempo hasta que se presentó, no me dio la cara solo supe que estaba detrás de mi, sabía que estaba sola en casa, pero no sentía miedo, solo dijo que me necesitaba tanto como yo a él sin decir nada ni preguntas, me arodille y detrás mío tomo mi hombro, me dijo al oído que me tomaría en cuanto a el le placiera, tan solo sus palabras erizaron de placer mi piel ,su voz era tan seductora que derritió mi piel, desde ese día hasta la fecha tengo un trato de sexo con el diablo.

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