†13†

1.5K 99 48
                                    

- Te estás pasando, Erika -gruño, y adopto una pose defensiva.

Ella suelta una carcajada sarcástica.

- ¿Pasarme? ¿Yo?

- ¡Sí! ¡Tú! -exclamo, furiosa.

Se cruza de brazos y aprieta los labios.

- No soy yo la que engaña a mi novio...

- No me trates como a una cualquiera.

- Pues no te comportes como tal -gruñe ella, fulminándome con la mirada.

Abro la boca, sorprendida. Entrecierro mis ojos y parpadeo después varias veces. Estoy que no quepo en mí del asombro.

- ¿Cómo te atreves a llamarme pu...?

- No, perdona -me corta ella-, no te he llamado puta. Te he dicho que ya pareces una cualquiera.

Aprieto mis puños y voy directa hacia ella. Mira, nunca le he pegado a nadie porque yo soy muy santa, pero os juro que ahora mismo le partía la mandíbula y me quedaba más ancha que pancha (es un dicho valenciano, no sé si lo sabréis o qué).

Pero alguien coge mi brazo y me detiene. Furiosa porque quiero de verdad que mi puñetazo aterrice en la cara de prima, me giro y me encuentro a Cormac.

Al instante bajo la mano y me empiezo a poner nerviosa. De fondo escucho a mi prima reírse.

- Cormac, yo...

- ¿Dónde estabas? -pregunta, preocupado y ceñudo.

Al parecer no ha escuchado nuestra conversación.

Mejor.

- E-estaba... -intento decir, pero la perra de mi prima me interrumpe.

- Se estaba follando a otro. Gracioso, ¿verdad?

Abro la boca y, joder, ahora sí que no puedo más. Me echo a llorar de la rabia y me lanzo contra Erika.

La quiero dejar sin pelos.

Se los voy a arrancar uno a uno para que le duela más. La mataría entre terribles sufrimientos.

- ¡Ahhhh! -grita la asquerosa de mi prima cuando caigo sobre ella y empiezo a golpearla.

Oh, sí, a lo muggle es más doloroso.

Pero Cormac me separa de ella y, todavía llorando, me dejo llevar hasta fuera de la habitación.

Me coloca sobre la cama y se sienta a mi lado. Echo un vistazo al baño y veo que mi prima se ha desaparecido.

Mejor.

Bye, zorra.

Cormac coloca sus manos en mis mejillas y pone su frente sobre la mía. Después, suspira.

Me siento mal. Él no se merece sufrir así... Ha cambiado mucho y se nota, ahora es un trozo de pan que me estoy comiendo poco a poco.

Y no quiero acabar con él.

Porque, simplemente, no se lo merece. Además, es el padre de mi hijo.

- ¿Estabas con él? -susurra.

Me muerdo el labio inferior y noto que mis mejillas empiezan a estar más húmedas.

Escucho a Cormac echar una risilla nerviosa y levanto la mirada. Nuestros ojos se miran fijamente.

- ¿Por... por qué te ríes? -pregunto, confusa.

Cormac aparta la mirada y se levanta de la cama, dándome la espalda.

- Supongo que era premonitorio, ¿no? Es decir, no puedes estar sin Malfoy. Me lo has demostrado más de una vez...

- Lo siento -susurro, pues no se me ocurre qué más decir.

Entonces se gira y clava sus ojos en los míos.

- No te preocupes -sonríe tiernamente, cosa que me preocupa, porque no logro saber por qué lo ha hecho-. Estás enamorada de él y lo entiendo...

Agacho la cabeza y me seco las lágrimas. Entonces él se arrodilla delante de mí y me besa en la coronilla. Coloca sus manos en mis muslos.

- No llores, por favor...

Levanto los ojos y le miro.

- Eres demasiado bueno conmigo, ¿por qué?

Él sonríe.

- Supongo que porque estoy enamorado de ti...

Me ruborizo. Aunque me lo haya dicho mil veces y yo no esté enamorada de él, me sigue gustando que me lo diga.

Y todavía no sé por qué.

- Yo... Lo siento, de verdad.

- No te preocupes, Dana. Si quieres irte con él, lo entenderé...

- No -le corto-. Quiero estar contigo.

Él sonríe y me abraza.

Claro que quiero estar con Cormac. Es más, debo estar con él: por mi hijo y, porque si estoy con Draco, él morirá.

Varios días después...

- ¡Tengo la solución! -dice Hermione, cerrando uno de los muchos libros que tiene sobre la mesa de mi comedor.

A todos mis amigos les he explicado el caso de Draco y yo, nuestro extraño caso... Y todos han aceptado ayudarme a buscar una solución para que ninguno de los dos muera, incluso Cormac, quien también ha accedido a que Draco viniera a casa para que aportara ideas y demás.

Sí, es extraño que Cormac haya aceptado tener en su casa a Draco, el tipo que se folla a su novia y que tanto le ha hecho la vida imposible.

Cormac es un trozo de pan...

- ¿Qué tienes, Herms? -pregunto, nerviosa.

- ¡Ya sé cómo hacer que ninguno de los dos muera!

Trago saliva y Draco y yo nos miramos. Cojo la mano de Cormac y asiento en dirección a Hermione.

- Dispara.

- Para que ninguno de los dos muera... debéis hacer como que no os conocéis -carraspea la voz y baja la mirada-. Es decir, ni amigos ni... nada.

Me pongo nerviosa y Cormac aprieta mi mano, como dándome apoyo.

Me acerco al oído de Cormac y le susurro:

- ¿Puedo despedirme de él?

- ¿En qué modo? -pregunta, nervioso.

- Un abrazo y eso...

Cormac mira a Draco y aprieta la mandíbula.

- Bien, ves. Pero... Pero nada más, por favor -me suplica.

- Tranquilo -susurro, y le doy un beso en los labios.

Entonces, me acerco a Draco.

- ¿Vienes conmigo al jardín trasero?

Draco asiente y juntos nos marchamos.

Espero que la despedida no sea muy dolorosa.

ENTRE MUGGLES 2Where stories live. Discover now