†16†

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Cuando me despierto, lo primero que veo es a Draco, durmiendo como un ángel. Sonrío y me acerco más a él, deposito un suave y dulce besos en sus labios y después cierro mis ojos.

Escucho su relajada respiración y disfruto, me encanta escucharle respirar. Al menos, desde que sé que nuestro destino es no estar juntos.

Poco a poco, empiezo a dormirme de nuevo.

Cuando me despierto otra vez, Draco no está. Confusa, me froto los ojos y después me levanto. Abro la ventana de la habitación para que se ventile y salgo por la puerta. Camino hasta la cocina y me llevo una sorpresa al encontrarme a Draco cocinando.

Al verme, deja la espátula a un lado y se acerca a mí sonriendo. Me da un beso y me coge de la cintura.

- Buenos días, huroncita -dice con una sonrisa de medio lado.

- Buenos días, huroncito -le doy un beso en la mejilla-. Huele muy bien, ¿qué estás haciendo?

Se aparta de mí y señala la sartén.

- Un par de huevos y bacon.

Sonrío. Huele que alimenta.

Después de desayunar, Draco se tumba sobre el sofá y yo me tiro encima de él, haciendo que gima de dolor.

Sonrío de medio lado y empiezo a besarle el cuello. Es genial que mis padres trabajen y no estén por aquí...

Draco me coge por el culo y me aprieta contra él.

- Eh, eh, eh -digo rápidamente, pues la cosa se está calentando y no lo tenía planeado-. Tenemos cosas que hacer.

Draco frunce el entrecejo.

- ¿Qué cosas?

Le doy un toque a su nariz con la mía y sonrío.

- Vamos a ir a una librería a comprar el ultimo de HP, pues quiero ver si la cosa ha cambiado ahora que estamos aquí...

Draco asiente y suspira, apenado.

- Pensaba que íbamos a hacer el amor... Ya que te he hecho el desayuno -añade y me sonríe de lado.

Me acerco a su oído.

- Está bien, como usted quiera, señor Malfoy.

Nos vestimos de nuevo y, cuando terminamos de arreglarnos, salimos de casa.

- ¿Alguna vez has ido en autobús? -le pregunto a Draco, haciendo que frunza el ceño, confundido. Me río al entender que no-. Vaya, has montado en escoba pero no en autobús. Interesante.

- Me suena a que eso es un trasto muggle -responde Draco cogiéndome de la mano.

Me ruborizo. Nunca había ido con nadie cogido de la mano por la calle. Ni siquiera con Cormac.

Este gesto se me hace muy encantador.

Cuando llegamos a la parada del autobús, Draco empieza a impacientarse. Odia tener que esperar a que llegue el "trasto muggle" como él lo llama.

Pero cuando llega, su cara de máximo horror sale a flote. Me río de él y, todavía cogidos de la mano, entramos al autobús. Nos sentamos por el final, ya que es donde hay menos gente, y él coge la parte de la ventanilla.

- Hay mucho muggle por aquí -me susurra, escandalizado y mirando a la gente con cara de asco.

Me aproximo a su oído y le susurro:

- Pues tú ahora también eres un muggle -le recuerdo.

Draco se tensa.

- No me acordaba de que yo... era un muggle... aquí.

Apoyo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos. Sonrío.

- Gracias por hacer esto por mí -susurro.

Draco me acaricia el pelo.

- Por ti lo que sea, ya lo sabes.

- Intentaré que volvamos pronto -le prometo.

- No hay prisa -dice él-. Si tú eres feliz aquí, yo también.

Sonrío de oreja a oreja y disfruto del corto viaje hasta la librería.

Antes de entrar a la tienda, Draco frunce el ceño.

- ¿Aquí no hay bibliotecas? -pregunta.

- ¿Por qué? -inquiero, confusa.

- Es un rollo tener que comprar HP7 cada vez que quieras leer el final. En la biblioteca lo puedes mirar gratuitamente.

Frunzo el entrecejo.

- En la biblioteca siempre es la misma edición, Draco.

- ¡Ah! ¿Y en las mismas ediciones nunca cambia el final, cierto?

Asiento con la cabeza y me río. Entramos a la tienda y un viejo señor calvo y gordo nos recibe con una sonrisa amable.

Le indico el libro que quiero y después de pagarlo, me lo llevo.

- Te invito a tomar algo -dice Draco animadamente y cogiéndome de nuevo de la mano.

Me río.

- Agradezco tu ofrecimiento, pero aquí tu dinero mágico no vale.

Draco pone morritos.

- ¡Ya te invito yo! -exclamo entrando en una heladería-. ¿Cuál es tu sabor favorito?

Draco y yo nos sentamos en una mesa y dejo el libro encima para mirar al rubio.

- Pues... No sé -responde encogiéndose de hombros-. ¿Cuál es el tuyo?

- ¡El helado de turrón! -respondo, contenta. Solo de pensar en ese helado se me hace la boca agua.

Después de tomarnos el helado, uno grande que hemos compartido con muchas risas y miradas cómplices, abrimos el libro por el epílogo y... comienzo a leer.

- "Harry Potter ladeó la cabeza y se topó con la mirada de Scorpius y Luca, los hijos de Draco y Dana, quien ahora estaban en otro mundo, literalmente, de vacaciones, y habían dejado a sus hijos que se marcharan a Hogwarts, pues ambos tenían magia".

Cierro el libro y miro a Draco, confusa.

- Esto quiere decir...

- Que debemos vivir entre muggles -contesta Draco con una sonrisa de oreja a oreja-. ¡Podremos estar juntos, Dana, si vivimos aquí!

- Pero a ti no te gusta estar aquí... -susurro, triste.

Draco me coge las manos por encima de la mesa y las acaricia.

- Ya sabes que por ti haré lo que haga falta. Incluso vivir entre asquerosos muggles.

- Draco, no es eso lo que me preocupa... -digo, tensa.

- ¿Y qué es lo que te ocurre? -pregunta preocupado.

Alzo la mirada y clavo mis verdes ojos en los suyos, grises.

- Estoy embarazada, y ese niño no consta en el libro.

ENTRE MUGGLES 2Where stories live. Discover now