- Es una niña -nos dice Rowling nada más abrirnos la puerta mirando hacia mi barriga.
Draco y yo nos miramos y fruncimos el entrecejo.
- Perdona, ¿qué...?
- Es una niña, Dana -repite con una sonrisa-. El bebé que tienes en la barriga. Y será preciosa.
Sin pensarlo, me llevo una mano a la tripa y sonrío. ¿Así que una niña? Vaya, es increíble... Siempre, en el fondo, había querido tener una niña. Desde pequeñita. Soñaba que la cuidaba y que la castigaba cuando se portaba mal. Quería ser una buena madre. Pero quería serlo de una niña.
Y ya la tengo.
- Pasad -nos invita Rowling.
Asentimos y pasamos. Rowling nos indica su sala de estar y el rubio y yo nos sentamos en un sofá. La escritora se sienta delante de nosotros, en un sillón marrón de piel, y nos ofrece un poco de té.
- No, gracias -rechazo amablemente.
- Yo sí -dice Draco, dejándome sorprendida. Lo miro con una ceja alzada y me río.
Rubio, inglés y mago que toma té.
Él me fulmina con la mirada pero después me saca la lengua, divertido.
Joanne sonríe con ternura.
- Bueno, no soy adivina, pero imagino que estáis aquí para preguntarme sobre vuestro destino, ¿cierto?
- Sí, c-claro -contesto, confusa.
No es adivina, pero sí lo parece. Vaya que sí.
- ¿Sabe usted quiénes somos? -pregunta Draco con todo el respeto que él sabe.
- Sí -afirma Joanne-. Sois Draco y Dana, mis dos chicos con un amor imposible.
Frunzo el ceño.
- ¿Escribe usted nuestro destino?
Rowling suelta una carcajada sarcástica.
- ¡Qué más quisiera! Las letras se vuelven locas solo cuando te nombro, Dana -dice después de dar otro sorbo a su té.
- ¿Por qué se vuelven locas? -pregunto.
- Porque vuestro destino es no estar juntos -dice tranquilamente-. Además, tú ni siquiera ibas a aparecer en la historia, y lo sabes -añade mirándome-. Pero cuando volviste al mundo de HP, lo cambiaste todo. Draco está destinado a Astoria Greengrass.
- Pero yo no la amo a ella -replica Draco-. Amo a Dana, Dana Sheeran. Descendiente de Voldemort.
- Ya sé que es descendiente de Voldemort -dice Rowling a regañadientes.
- Hombre, usted es la escritora -dice Draco con un tono duro-. Claro que lo tiene que saber.
- ¡Draco! -le grito, escandalizada-. Estás hablándole a la mejor escritora de sagas que el mundo haya visto. ¡Ten más respeto!
Draco se acerca a mi oído y me susurra:
- Esto me suena a gato encerrado.
Pongo los ojos en blanco y miro a Rowling con una sonrisa de disculpa.
- Discúpale, es tonto de nacimiento.
- ¡Oye! -replica Draco golpeando mi hombro suavemente.
Me río de él.
- ¡Hay que ver cuánto has crecido! -susurra Rowling mirándome atentamente.
- Sí... -digo nerviosa.
Draco me pellizca en el brazo y capta mi atención.
- ¡Está loca! ¡Huyamos! -me susurra haciendo gestos con la mano.
Le pego una cachetada despacio y él aprieta los labios, molesto.
- Deja de comportarte como un crío. Es más, deja de meterte con MI diosa.
Draco entrecierra los ojos y se gira hacia el otro lado, furioso.
- Así que... ¿sabes quiénes somos y por qué estamos aquí? -interrogo a Joanne.
La escritora asiente con la cabeza.
- ¡Como para no saberlo, si lo soñé anoche!
La miro con extrañeza y ella suelta una carcajada.
- No os lo había contado... ¡Lo que sueño lo escribo! Pero no siempre, Dana, a mí no me deja añadirte en la historia del modo que quiero.
- ¿Por qué no? -pregunta Draco.
Rowling coge aire y me mira con unos ojos vidriosos.
- Porque soy tu madre. No puedo decidir tu destino...