†20†

1.4K 99 54
                                    

— Dana —susurro en su oído.

Pero ella ya no me oye, porque está muerta. Sin poder evitarlo, empiezo a sollozar. Parezco un niño, pero no me importa.

Cormac se pone a mi lado y llora conmigo. Joder, esto parece Titanic, la película que vi con Dana hace tiempo.

Dana...

La dejo suavemente en el suelo y me levanto, lo primero que veo es a George apuntando con la varita a Pansy. Le leo la mente y descubro que quiere matarla con un Avada. Pero avanzo hasta él y hago que baje el brazo.

— No —digo—. Tú no.

Rápidamente, me giro a la vez que saco mi varita y apunto a Pansy.

Sin pensármelo dos veces, exclamo:

¡AVADA KEDAVRA!

El apestoso cuerpo de Pansy cae pesadamente al suelo. Sonrío al verla así, muerta. Ha pagado por lo que hizo.

Miro a George secándome las lágrimas.

— No quería que fueras a Azkaban —susurro a modo de excusa—. Sé que nunca me he llevado bien con vosotros, los Weasley —Harry carraspea la voz y me giro—, ni contigo, Potter. Digo, Harry —sonrío tímidamente—. Pero esta noche me habéis demostrado que amabáis de verdad a Dana, y lo agradezco. George, sobre todo a ti, por querer matarla. Y Julia, a ti por querer estrangularla a lo muggle, que también he leído tus pensamientos. Y, ahora, me voy a la Mansión Malfoy a despedirme de mi madre, pues Azkaban me reclamará dentro de poco.

Ladeo un poco la cabeza y me encuentro con Hermione, que tiene los ojos vidriosos.

— También siento cómo me he portado contigo, Hermione —susurro.

Ella sonríe haciendo que más lágrimas caigan por su mejilla y corre hacia mí para abrazarme.

— ¡Eso ha sido tan bonito! —susurra en mi oído.

Creo que me he ruborizado.

— Encargaos vosotros de ella —les digo cuando me separo de Hermione, señalando hacia el cuerpo inerte de Dana—. Y que sea un precioso funeral, los Malfoy correremos con todos los gastos.

— ¿Por qué no lo haces tú? —pregunta Julia mirándome con dulzura—. Ella querría que estuvieras en su funeral —dice con dificultad, pues está llorando demasiado.

Me muerdo el labio inferior.

— Sé que ella lo querría. Pero yo estaré en Azkaban. Espero que me perdonéis por todo. Adiós... —y dicho esto, me desaparezco.

Me reaparezco en mi habitación. Me echo sobre la cama y me acurruco para llorar como un niño pequeño. Yo no puedo vivir sin Dana. Ella cambió mi vida. Me hizo mejor persona. Todo.

Ella es mi huroncita. No puede haber muerto.

Al final, me quedo dormido.

Cuando despierto, me cuesta ver a penas nada, porque tengo los ojos hinchados.

Y aunque los tuviera con hipermetropía, reconocería que la preciosa chica que hay delante de mí sonriéndome, es Dana.

ENTRE MUGGLES 2Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt