Cuando nos reaparecemos en mi habitación, Draco se separa de mí y frunce el entrecejo. Observa la habitación y, cuando se acuerda de que es mi habitación, la que está en el mundo muggle, adopta una cara extraña. Como de enfado.
- ¿Qué hacemos aquí? -me pregunta, confuso.
- Antes de que digas nada, creo que aquí encontraremos las respuestas.
- ¿Có-cómo? -tartamudea, todavía sin entender nada.
De pronto, la puerta de mi habitación se abre y por ella entran mis padres, asustados.
- ¡Nos tenías preocupados! -exclama mamá viniendo corriendo hacia mí para abrazarme.
- ¿Y este, quién es? -pregunta papá mirando a Draco.
Abro la boca, sorprendida.
- ¿Podéis verlo?
- ¡Pues claro que podemos verlo! Pequeño no es -dice mamá, mirando de malas maneras a Draco.
El rubio se empieza a incomodar y yo no puedo evitar reírme.
- Mamá, ¿cuánto tiempo llevo fuera? -pregunto.
- ¡Pues una semana! -contesta entre enfadada y aliviada.
Abro la boca, sorprendida.
- ¿Tanto?
- Recuerda que en mi mundo llevabas años -comenta Draco entre risas.
Lo fulmino con la mirada y mis padres empiezan a mirarme raro.
¿Por qué el rubio tenía que ser tan bocazas?
- ¿Cómo años? -pregunta papá, un poco enfadado.
Me rasco la sien, nerviosa. ¿Cómo resumirle a tus padres que en todo el tiempo que has estado fuera te ha pasado de todo? Pero de TODO.
Toso un poco para ganar tiempo y pensar algo bueno que me ayude a salir de este lío.
- Verás, mamá...
Ella se cruza de brazos y frunce los labios. Enfado de mamá a las 3, 2, 1...
- ¡¿Qué demonios es lo que has hecho en donde sea que has estado?!
Me encojo en el sitio y Draco se acerca a mí para ponerme la mano en la cintura. Me atrae hacia él y adopta una pose defensiva.
- Ella y yo hemos tenido dos hijos.
Ya podréis imaginar hasta dónde les llega la mandíbula a mis padres. Me giro hacia Draco y le golpeo fuertemente en el hombro, haciendo que él se queje.
- ¿Tú eres tonto? -le griro-. ¡Es decisión mía contárselo! Además, yo no tengo dos hijos. Solo tengo uno, Draco, el otro es de Astoria.
Draco pone los ojos en blanco.
- Ya lo querrás como si fuera tuyo -me sonríe tiernamente y me da un beso en la mejilla.
- Ya nos explicarás, ya -dice papá con tono severo-. Ahora, explícanos, ¿por qué has tardado tanto en venir?
Suspiro.
- Papá, ya soy mayorcita...
- ¿Cuántos años tienes ahora? -pregunta mamá con los ojos vidriosos.
- Veintidós -contesto apretando la mandíbula.
Mamá y papá lanzan un grito de horror, pero Draco se ríe. Le lanzo una mirada severa y se calla al instante.
- Mejor hablamos mañana, porque me va a dar un ataque, me lo veo venir... Me va a petar la patata -susurra mamá haciendo gestos raros.
Papá me echa una última severa mirada antes de coger a mamá y salir de mi habitación. Cierro la puerta de la habitación y me apoyo en ella.
No quería hacerle esto a mis padres, pero es necesario. Tengo que hacerlo.
Entonces miro a Draco.
- Lo siento.
- ¿Por qué? -pregunta él encarando una ceja, confuso.
- Pues por venir aquí, claro. Odias este mundo, ¿recuerdas? Cuando regresamos al mundo mágico te faltaron piernas para correr a esconderte en Hogwarts...
Draco se ríe y me abraza.
- No me importa cuántas veces más vengamos aquí. Ahora sé que te amo y no me importa vivir sin magia. Por ti, viviría entre muggles, huroncita.
Sonrío y recibo su beso con una sonrisa. Esta noche va a ser... movida. En cuanto a sexo me refiero, claro.