†19†

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Narra Draco.

Observo a Dana, quien está con la boca abierta, muerta de la sorpresa. A mí me dicen que mi escritor favorito es mi padre, y me quedo así también.

Me acerco a ella y la abrazo. Intento darle ánimos pero está concentrada en llorar. Fulmino con la mirada a la maldita escritora.

Ya me olía yo que esta le iba a hacer daño.

Acaricio el pelo de Dana y le susurro cosas bonitas. Pero parece que no me escucha.

Rowling, creo que así se llama, intenta hablar. Pero el labio inferior le tiembla demasiado y se calla.

Dana por fin coge aire y se seca las lágrimas. Me mira a mí y hace amago de sonreír, pero no puede. Solo me abraza. Y entonces, siento como si un gancho tirara de nosotros y nos desaparecemos.

Para mi mundo, solo han pasado varios minutos, así que nadie nos ha echado de menos. El árbol sigue estando donde estaba ayer y todo sigue siendo... normal.

Si es que se puede decir que todo esto es normal.

Sé que ha Dana le ha costado volver a aquí, así que la abrazo y le beso en la mejilla. Después, se sorbe los mocos y sonríe. Le devuelvo la sonrisa y me roba un beso, bueno, no es tan robado porque yo también se lo quiero dar.

Ella es tan preciosa...

- Creo que es hora de volver dentro y decirles que ya nos hemos despedido.

Asiento con la cabeza y empiezo a caminar, pero me paro de pronto y ella se tropieza conmigo. Nos reímos por esta tontería pero enseguida me pongo serio. Hay algo que me preocupa y quiero comentarlo con ella.

- ¿De verdad vas a abortar ese niño? -le pregunto mientras pongo una mano en su tripa-. Podría ser mío...

- Es una niña -recalca con una risita que me encanta. Aunque ella no lo sepa, se le marcan los hoyuelos en las mejillas cuando se ríe, y eso me enternece. Eso fue una de las cosas que me hizo ver que estaba enamorado de ella-. Y no voy a abortar. La quiero tener -se acerca a mi oído-. Y, además, creo que también es tuya...

Sonrío de lado y empezamos a caminar hacia dentro de la casa.

No me importa cómo acabe lo nuestro ahora, porque sé que nuestro destino es estar juntos. Lo siento. Esa escritora mentirosa está chiflada. De ella no me creo nada.

Entramos a la casa de Dana y Cormac corre a abrazarla, preocupado. Menudo gilipollas, ¡ni que fuera a violarla o a raptarla!, aunque admito que me gustaría. Cuando la pareja se separa, Cormac se me queda mirando.

No me hace falta leerle la mente para saber que lo que quiere es que me vaya. Pongo los ojos en blanco y echo una última mirada a Dana, quien me sonríe levemente.

Eso quiere decir que pronto nos veremos.

Contento, empiezo a caminar hacia la puerta de la entrada, pero justo la puerta se abre y por ella aparece... joder, ¡no me lo puedo creer!

- ¡Parkinson! -exclamo, horrorizado.

Ella sonríe maliciosamente y después mira a Dana con asco.

Esto me empieza a preocupar.

- ¿A que no adivináis a quién le han dado la libertad? -pregunta Pansy con sorna.

Pongo los ojos en blanco.

- Será mejor que te vayas -le dice Cormac seriamente.

- ¡Eso, eso! -corrobora George mirándola con furia.

Ah, ya, ella fue la culpable de que le falte una oreja.

- Me iré, pero antes vengo a acabar lo que empecé -escupe.

Avanza furiosa y saca su varita, apunta a Dana, y antes de que a nadie le dé tiempo a reaccionar, exclama:

- ¡AVADA KEDAVRA!

El rayo le da en plena barriga, lanzándola hacia atrás. Todo el mundo gritamos de horror. Cormac se ha quedado petrificado y yo corro hasta situarme al lado de Dana.

Apenas veo bien porque las lágrimas amenazan con salir. Como puedo, las seco y cojo a Dana en brazos con delicadeza.
Lo primero que hago es mirarle el pulso. Pero no se lo encuentro.

Está muerta.

ENTRE MUGGLES 2Where stories live. Discover now