CAPÍTULO DIESISIETE

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Gia.


Tiene un corte en su ceja izquierda, lleva la camisa llena de sangre y se queja del costado derecho. Le ayudo a llegar al baño, abro la regadera y le digo que se dé una ducha antes de hablar

Le dejo unas prendas de ropa que siempre deja Louis aquí y de paso reviso que Chase siga dormido. Voy directo a la cocina para calentar algo de la cena y le preparo café dejándolo al lado de dos pastillas de ibuprofeno.

También reviso el botiquín de primeros auxilios, encuentro las gasas, algodón, alcohol y spray desinfectante. Estoy demasiado nerviosa y preocupada, tanto que me asomo por la ventana que da a la calle para comprobar que nadie nos vigila.

Ni siquiera sé porque debería de estarme preocupando por eso, pero algo me dice que no está de más.

—¿Es común que tengas ropa de hombre en tu armario? —Cameron entra en la cocina. —Me quedó.

—Siéntate.

Me acerco quedando de pie frente a él, mientras apoya su espalda desnuda contra el respaldo de la silla. Tomo un algodón con alcohol y le doy una revisada a la cortada en la ceja que sigue sangrando (no mucho) haciendo presión.

No emite ningún quejido, solo observa con detenimiento mis movimientos. Sus ojos azules hacen contacto visual con los míos y de repente la barbilla me tiembla al ver cómo el color verde con morado se comienza a formar alrededor de su ojo.

Saco una bandita colocándola en el fino corte y bajo la mirada al hematoma que comienza a hacerse presente en el costado derecho. Palpo con mis dedos confirmando que le duele cuando lo hago. Busco en el botiquín la crema que siempre uso para cuando Chase se da un golpe y le unto con suavidad.

Su mano detiene mis movimientos provocando que lo vea, pero el solo hecho de observar su rostro manda toques eléctricos a cada parte de mi cuerpo.

¿Qué es esto? ¿También él lo siente?

—Perdoname. —susurra. —Debí hacerte caso y no ir solo a ese lugar.

Ladeo un poco la cabeza.

—Ya no importa, lo importante es que ya estás aquí.

Sube su mano acariciando mi mejilla y asiente formando una leve sonrisa que tranquiliza los latidos de mi corazón. Me alejo lavando mis manos en el lavabo y le sirvo la cena.

—Come, imagino que no lo has hecho.

Recibe el tenedor.

—Gracias, huele delicioso.

Me cruzo de brazos pensando en los siguientes quince minutos que tarda en comer. Pensando en una sola cosa y es en cómo decirle que su padre me buscó un dos meses antes de su muerte y que me dijo muchas cosas de las que no entendí la mitad.

Golpeo mi dedo contra mi brazo nerviosa. De tanto pensar la cabeza me duele y tengo que cerrar los ojos un momento para calmarme.

—Lo mataron frente a mi. —confiesa. —Al investigador que había contratado mi padre, con un tiro rotundo en la nuca le hicieron volar los sesos. —aparta el plato. —Me dijo que la información no la tenía él, sino su compañero, el otro investigador que contrató papá.

Tomo asiento apoyando los brazos sobre la mesa.

—Eso quiere decir que lo estaban siguiendo y que ahora saben que eres tú el que está investigando. —suspiro. —Diablos, Cameron, tienes que apartarte.

—No, no haré esto. —se inclina. —Él estaba escondido, me dijo que desde que su compañero le comentó lo que había descubierto a mi padre su trabajo se comprometió, tanto que ambos se separaron para que no los encontraran y lo que hizo que no dejarán pistas sobre su paradero fue la muerte de mi padre, el investigador me dijo que fue demasiada casualidad que muriera al poco tiempo de saber la información sobre los Avery.

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