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Soy una chica enamorada de otra chica
¿Qué tan hermoso y doloroso puede ser eso?



Anna Collins Pov.

Abrí los ojos al sentir la luz del sol en mi cara, los Abrí con algo de flojera pues era fin de semana, lo último que quisiera es levantarme temprano, una quiere echarle ganas a la vida pero aveces la flojera es más fuerte, siempre he pensado que existir está sobresaltado.

Me levanté de la cama con el cabello hecho un puto asco. A las personas que se ven bien siempre incluso al despertar ¿Como diablos lo hacen? yo en la mañana parezco un mapache que peleó contra el mundo.

Tomé ropa y una toalla, tardé quién sabe cuántos minutos en el baño y ya al estar decente decidí salir a la cocina... vaya sorpresa la que me llevé al encontrar a Richie y Donna junto con la rubia hablando animadamente.

-Hey -todos voltearon a verme- buenos días bella durmiente.

-Buenos días -saludé- que sorpresa.

-Los chicos querían pasar a saludar -Rose sonrío.

-Ayer estuvimos haciendo cosas en la librería y encontramos unos cuantos libros viejos que jamás se vendieron -Donna fue quién habló- siempre llega material nuevo y no quisiera que se perdieran, así que pensé en traertelos.

-Yo pensaba en quemarlos en alguna fogata que probablemente hagamos pero Donna no quiso -la susodicha le pegó con uno de los libros en el brazo- ¡auch!

-No seas tarado, ya te lo había dicho -exclamó- un libro nunca se quema, tesoros literarios se disfrutan, no se destruyen.

-En eso te doy la razón.

-Yo también.

La pelinegra se levantó de donde estaba y se acercó a mi con los libros en mano, eran cuatro o cinco aproximadamente, no estaba muy segura.

-Para ti preciosa -los extendió hacia mi.

-Son... increíbles -sonreí- gracias Donn -no me fijé y por accidente en lugar de agarrar los libros lo que tomé fueron las manos de Donna quién aún los sostenía.

Era extraño, su piel era muy suave y cálida, a diferencia de la mía... era un tacto extrañamente agradable. La miré fijo, un color rojizo se había adueñado de su rostro, nunca la había visto de esa forma.

-No es nada, creí que serían de tu agrado -la solté y tomé los libros- asumí que cosas como estas son tu estilo.

-Si -dejé los libros sobre una encimera- oh, creo que moriré de hambre.

-Que bueno que te conocí antes de que te mueras -reí ante el comentario de Richie.

-¿Les parece desayunar? -propuso Rose a lo que los tres aceptamos gustosos.

Desayunamos juntos los cuatro, fue bastante divertido, más con la bromas de Richie y Donna sonrojadose de la vergüenza y regañando a su mejor amigo.

Al terminar ordenamos todo, Richie lastimosamente se tuvo que ir, según él, tenía que ir a un Árcade a encontrarse con un tal Eddie que vaya a saber dios quien sea, pero el de lentes parecía más que emocionado.

A Donna la invitamos a quedarse, subió conmigo a mi dormitorio para ver que podríamos hacer, pasaron unos minutos y Rose vino con nosotras.

-Niñas, tengo que irme un momento, surgió una situación en la comisaría y debo ir a calmar las cosas allá -avisó.

-Oh, mierda.

-¿Qué pasó? -pregunté curiosa.

-Creo que hubo un partido de fútbol en la mañana y unos fanáticos se empezaron a agredir entre sí, no lo sé -respondió- pero tengo que ir.

₊˚⊹⋆.   𝐿𝑎 𝐶ℎ𝑖𝑐𝑎 𝐷𝑒 𝐿𝑎 𝑃𝑎𝑡𝑖𝑛𝑒𝑡𝑎   𓂃 ࣪˖   ᵀʰᵉ ᴮˡᵃᶜᵏ ᴾʰᵒⁿᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora