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A Taehyung le despertó la resplandeciente luz de la media tarde filtrándose a través de la persiana de su respectiva habitación, no la de su casa, por desgracia, sino la del hospital. No supo ni cómo había llegado hasta allí de nuevo. Intentó hacer memoria pero en su mente no quedaba más que un borrón cuando intentaba vislumbrar  entre sus recuerdos lo sucedido después de que ese extraño ser se le plantara en frente. Lo último que vislumbró entre sus difusas reminiscencias era cómo el oscuro ente lo engullía como un depredador devora a su presa.

Abrió los ojos, confuso y con un insufrible dolor de cabeza extendiéndose por todo su cráneo, como si le hubieran martilleado el cerebro con tanta fuerza que toda la información recopilada en esos últimos ¿minutos?, ¿horas?, quién sabe. No tenía ni idea de qué sucedió, mucho menos de cómo había vuelto a la camilla. Lo único que tenía claro era que quería salir de allí, encontrar a Jungkook y aclarar las cosas. 

— Por fin te despiertas. Pensaba que te habías muerto o algo por el estilo— escuchó una ahogada risita a lo lejos. 

Jeon estaba al final de la habitación, mirando por la ventana cómo las personas de la calle se veían como una gran colonia de hormigas a la altura de diez pisos, desde donde estaba observando pensativo.

— ¿Dónde demonios te habías metido? ¿Sabes el susto que me has dado? Pensé que te habría pasado algo, que ya no querías verme o que te irías sin darme una explicación— se atrevió a alzar la voz, a pesar de que cada grito que soltaba se convertía en un punzante dolor incrustado en la retina de su cerebro. 

— Lo siento.

El silencio sucumbió el cuarto. No se oía más que sus respiraciones y los sonidos producidos por la maquinaria sanitaria junto al herido muchacho, que parecía haber perdido la paciencia varios minutos después. 

— ¿Y ya está?— fulminó al pelinegro con la mirada, ignorando el hecho de que éste aún permanecía de espaldas—¿Eso es todo lo que tienes que decir?

Sus manos se cerraron en dos grandes puños y su mandíbula se tensó ante la rabia y la impotencia que llevaba acumulada desde el momento en el que sus ojos se abrieron por primera vez en ese hospital.

— No sé qué quieres que diga— se encogió de hombros y, al fin, se dio media vuelta, mirando la triste expresión de Taehyung escondida en esa ira— Ya te lo expliqué, Taehyung. No me hagas repetirlo porque es tan doloroso para mí como lo es para ti. 

— ¡No te entiendo, joder!— su mano se estampó contra la mesita, haciendo caer las pertenencias que seguramente había puesto su madre allí, una pequeña caja de madera y su tarjeta sanitaria. 

— Hyung, por favor— soltó un pesado suspiro— Sé que es difícil de procesar, pero necesito que lo comprendas. No soy real. 

Las lágrimas empezaron a acumularse entre la comisura de sus ojos, formando una cortina nebulosa que le impedía ver con normalidad. Era la segunda vez que oía esas palabras pero sintió que aquella sentencia era la más dolorosa que había oído jamás. 

— Eso no es verdad. Mamá me lo hubiera dicho, le he hablado de ti un millón de veces. Si no existieras, ella no podría verte tampoco. 

Renegó confiado pero al mismo tiempo temeroso de sus palabras. Buscó explicaciones que desmontaran la disparatada idea que se le ocurrió a Jungkook, pues era imposible que Taehyung hubiera vivido en una mentira durante tantísimos años. Nadie puede vivir engañado tanto tiempo, es imposible, la verdad acabaría saliendo a la luz o sus creencias se habrían visto afectadas y desmoronadas por la cruel realidad, pensó. 

— Tu madre te ha estado mintiendo. Ha fingido que yo era tan real como tú querías que fuera. 

— ¿Por qué haría eso? Es una locura.

— Porque estaba desesperada, Taehyung— se aproximó con lentitud hasta él— Eras un niño de apenas diez años cuando te diagnosticaron esquizofrenia. Eras un caso entre un millón. Ese tipo de enfermedad no es común en la infancia así que te estuvieron haciendo pruebas y diagnósticos durante meses. Fue agotador para un crío como tú. Lo único que buscabas era evadirte de la realidad, escapar de esa monótona y estresante rutina donde lo único que hacías era recorrer un largo y aburrido camino todas las mañanas hasta el centro psiquiátrico de Seúl para que te examinaran y te trataran como un conejillo de indias. 

El rostro del castaño palideció. Los recuerdos de su infancia eran tan abrumadores que su cerebro los había bloqueado y enterrado para protegerse a sí mismo y salieron a la luz en cuanto Jungkook comenzó a narrar los traumaticos acontecimientos de esa época. 

— La verdad, no culpo a tu madre de haberte mentido. ¿Qué más podía hacer? Probaron todo tipo de medicamentos y no funcionaba ninguno, no al menos como ellos esperaban. Ella no podía permitirse seguir con la investigación ni con tantos tratamientos, no después de lo de tu padre. Estaba destrozada y sin ninguna esperanza de que tu desorden mental se estabilizara o de que tus episodios de violencia y paranoia cedieran. Lo hizo por ti y me arriesgaría a decir que también por su propia seguridad. 

— ¿Qué quieres decir con eso? Yo nunca le haría daño a mamá, lo sabes perfectamente— su ceño se frunció, perplejo y ofendido por lo que estaba escuchando. Él no recordaba las cosas así. 

— Bueno, también decías lo mismo de papá y mira donde acabó, bajo tierra. 

— Papá era un gilipollas. Se mató solo, abandonó a mamá y me abandonó a mí porque era un cobarde— las lágrimas que llevaba tanto tiempo reteniendo se desbordaron sin cesar, recorriendo las acaloradas mejillas del castaño. 

— Hyung, no te dejes engañar, mira un poco más allá. Destapa la verdad que han intentado ocultarte durante todos estos años— extendió su mano hasta el rostro del mayor, retirando las pequeñas lágrimas que se deslizaban por su mejilla— Tu padre no se suicidó, lo mataste tú— acarició el pómulo con el pulgar. 

La expresión de Taehyung no podía ser peor. Denotaba el terror y la angustia que empezaron a contraer cada acelerado latido de su corazón. Sintió una punzada en cada bombeo. El aire escaseaba entre sus pulmones y apenas podía esforzarse en contener los hipidos que crearon su llanto. No pudo contestar y aunque hubiese podido, tampoco sabría qué decir. 

Alzó su mirada hacia Jungkook en un amago por buscar algo de consuelo en él y, cuando sus miradas se cruzaron, todo recobró sentido, cada uno de sus recuerdos colisionaron con su percepción de realidad que tenía tan bien estructurada en su mente. 

— ⌛ —

— ¡Déjala!— gritó Taehyung por primera vez a su padre.

Nunca antes se había atrevido a levantar la voz a su progenitor, mas su rabia y el instinto de proteger a su madre de los latigazos que éste le proporcionaba a causa de una discusión fueron suficientes para eclipsar cualquier miedo. Su mente era una caja fuerte llena de recuerdos reprimidos, memorias de los días en que su padre lo golpeaba y humillaba.

— No te atrevas a hablarme así, mocoso insolente— escupió el hombre de gran estatura y pelo cenizo, alzando su mano en un indicio de agredir a su propio hijo. 

— Kim, no lo toques— demandó la mujer aún acobardada y dolida por esas rojeces que le provocó el cinturón en manos de su marido. 

— Debería haberlo abandonado hace tiempo. No es más que un estorbo, ¿no lo ves?— miró al chico de tan solo doce años en el suelo— No es más que un puto enfermo. 

Y Taehyung no pudo más. Llevaba demasiado tiempo acumulando esa ira en su interior, demasiado tiempo procurando ocultar cualquier brote de irascibilidad que pudiera meterlo en un apuro, pero ya no iba a contenerse más. No. Ese cabrón no merecía ninguno de sus esfuerzos. Ni siquiera merecía vivir. 

Schizophrenia | TAEKOOKTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang