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La nieve empezaba a cuajar en el verde suelo, cubriendo la hierba y las plantas más pequeñas. El viento soplaba de vez en cuando, silbando entre las ramas de los árboles y algún que otro sonido de agua del río se oían en ese instante. 

Jungkook miraba asombrado a Taehyung y Taehyung miraba con temor a Jungkook. El último mencionado aún no había pronunciado palabra desde que el castaño se confesó hacía ya cinco minutos. Empezó a pensar que quizás se estuviera replanteando la mejor manera de rechazarlo. 

— Hyung, aprecio cada una de tus palabras y...— por fin habló, pero antes de que pudiera seguir, Tae lo interrumpió. 

— Si me vas a rechazar hazlo rápido, no quiero oír un discurso melancólico y mucho menos necesito que te compadezcas por mí o me tengas lástima. 

— Hyung.

Taehyung alzó su mirada hasta el chico frente a él. Apreció como los pequeños copos de nieve se posaban con delicadeza sobre su oscuro cabello, creando un gran contraste entre sus mechones y las pequeñas motas de hielo. Se veía precioso. La imagen se le asemejaba a la de un ángel y, aunque Taehyung no creyera en Dios, el cielo o el infierno, por un momento, se imaginó que el menor sería lo más parecido a un espíritu celestial. 

Jeon le tomó de la mano y, con una delicadeza plausible, lo acercó lentamente, tanto que, por un instante, pudo sentir como una nariz rozaba con la otra.

— Me gustas. Me gustas mucho— confesó Jungkook en un suave murmuro, separándose apenas unos centímetros de su rostro y soltando la mano del mayor al mismo tiempo—  Pero no podemos estar juntos— su voz se quebró al instante. 

Jeon estaba tan dolido que no supo si podría contarle toda la verdad. No se veía capaz. 

— ¿Qué? ¿Por qué?— se quedó atónito, procesando las palabras del contrario para asegurarse de si había oído bien. 

— Taehyung, ¿acaso sabes quién eres o quién soy yo?

— ¿Qué quieres decir con eso?— lo miró extrañado, intentando acercarse a él nuevamente.

Jungkook se separó, dando tres pasos atrás cuando el mayor quiso aproximarse a él y, sin dejar de mirar al suelo, respiró profundamente, preparándose mentalmente para lo que estaba a punto de decir.

— No soy real.

— ¿Qué estás diciendo? ¿Eres tonto o qué te pasa?— soltó una pequeña y nerviosa risa.

— Kim Taehyung, formo parte de tu imaginación, de tu subconsciente. No soy más que una vía de escape que tu cerebro creó para intentar alejar las alucinaciones y las paranoias que te crea la esquizofrenia— alzó su mirada, topándose con la incrédula expresión del castaño— Me has idealizado, construido y moldeado durante años para ser lo que necesitabas. Soy tu concepto de perfección. 

Taehyung se quedó anonadado, totalmente pasmado por lo que acababa de oír, pensando que todo eso no era más que una terrible pesadilla, que seguramente se habría quedado dormido en el bosque, agotado de tanto llorar y que, por tanto, eso no era más que un mal sueño. Se pellizcó el brazo, con la esperanza de que sus ojos se abrieran para transportarlo nuevamente a la realidad. Pero nada de eso ocurrió, lo único que consiguió fue una rojez en su piel. 

Cayó de rodillas al suelo, ignorando por completo el dolor que emanaba cada una de sus heridas. Lo único que sentía en ese momento era la nieve mojando sus rodillas a través de los pantalones y, sin poder pronunciar palabra alguna, rompió en llanto, encogiéndose en ese mismo lugar.

Cinco minutos más tarde, levantó la cabeza, creyendo que podría aclarar las cosas con el pelinegro, que le diría que no era más que una broma pesada. Sin embargo, cuando miró hacia arriba Jungkook ya no estaba. Había desaparecido. 

— ¿Jungkook?— buscó con la mirada al menor, examinando por todos lados .

No hubo respuesta más que el eco de su voz retumbando entre los árboles y los arbustos.

Se alzó espantado, sosteniendo su dolorido abdomen mientras corría de un lado a otro, gritando el nombre de su mejor amigo por toda la frondosidad del bosque, siendo engullido por el paso de las horas y la oscuridad de la noche. 

Sentía sus piernas flaquear después de haber corrido durante tanto tiempo, no podía resistir más, iba a desplomarse en cualquier momento. Tenía sed, un hambre voraz y un sueño demasiado pesado como para mantenerse en pie. 

Al final del día, ya entrada la noche, el cansancio le obligó a cesar la búsqueda, así que no le quedó otra que recostarse en el tronco de un gran y aparentemente viejo roble, sintiendo el frío invernal calándose en su huesos como nunca antes había experimentado y cediendo al peso de sus párpados hasta quedar inconsciente sobre el húmedo suelo verde. Sus defensas se marchitaron después de haber corrido durante un periodo de tiempo tan extenso sin apenas comer y con un frío helado. 

— ¿Cree que tardará mucho en recuperarse?— se escuchó a lo lejos, casi como si esa voz femenina y angustiada estuviera al final de un túnel. 

— No se preocupe, señora Kim, se pondrá bien— se hizo presente una segunda voz, proveniente de un hombre. Éste parecía mucho más calmado. 

Taehyung abrió sus ojos lentamente. Su visión era borrosa, no obstante, pudo percibir ese olor tan característico a desinfectante, estaba en el hospital.

Su ceño se frunció en cuanto un gran foco de luz blanco lo deslumbró. Tardó un par de minutos en acostumbrarse al brillo de la habitación, pero cuando lo hizo, recorrió el entorno con la mirada, todo era tan... blanco. Cada uno de los muebles, las camillas, las sábanas con las que seguía tapado y la cortina que separaba su cama con la del otro lado. El único color distintivo en ese lugar era las lucecitas que emanaban de la máquina a su costado y el tono azulado del regulador de flujo de la vía intravenosa que llevaba en el brazo izquierdo. 

Logró distinguir la figura de su madre en la puerta, junto a un hombre mayor, canoso y, cómo no, con bata blanca, hablando con ella. 

— Mire, parece que ya se ha despertado.

El médico le regaló una pequeña sonrisa al castaño, quien apenas pudo percibirla por su todavía borrosa visibilidad. La señora Kim se dio la vuelta de inmediato, con tanta energía que casi pierde el equilibrio. 

— ¡Taehyung!— exclamó con lágrimas en los ojos, corriendo con desespero hasta llegar al borde de la camilla donde aún permanecía su adormecido hijo. 

Éste frunció su ceño, haciendo una mueca al sentir un gran pitido seguido del punzante dolor de cabeza que le provocó ese grito. 

— Buenos días, joven. Soy el doctor Kan Du-Ho. ¿Cómo se encuentra?— su habla era pausada y su expresión denotaba seguridad. 

Taehyung se reclinó en la cama, frotando su cabeza ante la gran confusión. Miró a su madre, lucía horrible. Tenía el pelo enmarañado, los ojos hinchados y lo que parecían lágrimas secas por todo su rostro. 

— ¿Qué estoy haciendo aquí?— fue lo primero que pronunció, casi en un susurro; estaba afónico. 

Su madre y el hombre se miraron por un segundo antes de que el último mencionado empezara a darle explicaciones.

— Un hombre le encontró esta mañana cuando salió a pasear a su perro por los alrededores del bosque, cuando se adentraron el sabueso rastreó su olor y el dueño llamó a emergencias— sacó el diagnóstico del chico— Así que ha acabado aquí.

— Es verdad que estaba en el bosque, pero...

Se ladeó en un amago por tomar los papeles, pero un agudo dolor en su costado le obligó a volver a su posición de inmediato. Bajó la mirada, recordando la fisura de su costilla.

— Después de eso le trajeron al hospital y le hicimos una exploración para determinar cuáles eran sus heridas y otros daños a tratar— continuó explicando— Tiene varias contusiones en la cabeza, una costilla fisurada y diversos hematomas poro todo el cuerpo, principalmente en el torso.

El hombre de gafas y bata blanca le estuvo explicando el procedimiento a seguir durante los siguientes veinte minutos. Le enseñó con detalle las lesiones además de cómo tratarlas y lo puso al corriente de que debería permanecer al menos un par de días en el hospital hasta que sus vitales constantes se estabilizaran. 

Schizophrenia | TAEKOOKTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang