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La agradable pero fría brisa invernal acariciaba la tersa piel de Taehyung, quien se encontraba admirando el nublado cielo, de donde se desprendían pequeños copos de nieve. Su estación favorita del año había llegado y, a pesar del gélido tiempo que hacía por aquel entonces, una cálida sonrisa se podía vislumbrar en su rostro.

Y cómo no, el motivo de esa expresión no era nada más y nada menos que Jeon Jungkook, como lo había hecho siempre, pero últimamente de una forma distinta, la cual, Taehyung, seguía sin comprender; pues hacía ya un par de meses que pensaba en aquel desconocido sentimiento hacia el chico, que cada vez se hacía más fuerte e intenso, no obstante, la duda de no saber de qué se trataba permanecía en su cabeza.

— Deberíamos hacer un muñeco de nieve, ¿no crees, hyung?— mencionó el menor con emoción, mientras que admiraba los copos caer con suma delicadeza.

— Mhm...— asintió sin más, aún anonadado y sintiendo aquella sensación de felicidad extenderse por todo su cuerpo al ver como el pelinegro sonreía como todo un niño al contemplar la nieve.

Es más, estaba tan ocupado mirándolo que no se percató de que había un gran obstáculo en medio del camino, por lo que, de un momento a otro, Taehyung se encontraba en el frío suelo de la calle, frente al instituto y con el abrigo cubierto por la nieve que había acumulada entre las ramas de los ahora desnudos árboles. Se había chocado con uno de estos al ir tan despistado.

Sólo bastaron un par de segundos para que todos los alumnos se acercaran a él y empezaran a rodearlo como si se tratara de una atracción de feria, lo que provocó el pánico en el castañito, que, sin poder moverse ante el miedo, deseaba desaparecer.

Pero las voces y risas de sus compañeros no hacían más que aumentar sin cesar.

— Taehyung— su nombre fue pronunciado por una melodiosa voz desde sus espaldas.

— ¿Jungkook?— levantó su cabeza, que hasta entonces estaba escondida entre sus propias rodillas, y miró a su alrededor.

— ¿Qué dice ahora? ¿Está llamando a su papaito o qué?— se oyó a lo lejos, seguido de unas cuantas carcajadas más.

— Ignóralos, hyung— el pelinegro acarició la espalda del nombrado y, sin más, el mayor asintió y se levantó lentamente.

— Como huye el cobarde— murmuró uno a sus espaldas, mientras que Taehyung apretaba sus puños y seguía caminando hacia la entrada del recinto, junto con Jungkook.

— Son unos neandertales— comentó el menor con desprecio, sacudiendo la poca nieve que quedaba en la ropa de su amigo.

Pero Taehyung no pronunció palabra en lo poco que quedaba de trayecto, simplemente se limitó a apretar sus puños y contener su rabia, pues aún oía todas esas voces y risotadas retumbar en su cabeza.

Sus pisadas dejaron huella en la nieve hasta cruzar el umbral del edificio. Ingresó al interior del instituto, pero el frío seguía apoderándose de su cuerpo. Su mirada se mantenía gacha en dirección al suelo mojado, hasta que sintió los brazos de Jungkook al rededor de su gélido y húmedo cuerpo. Aquel gesto logró disuadirle de sus pensamientos y hacerle sonreír unos instantes.

— Nos vemos luego, donde siempre —la calidez que emanaba Jungkook mientras se despedía convenció al castañito de seguir hasta el aula.

Taehyung se limitó a sonreirle de vuelta, sintiendo como esa calidez lo recorría de la cabeza a los pies. Nuevamente esa sensación de comodidad anexada con la inquietud revoloteaba en su estómago.

Sacudió su cabeza y emprendió de nuevo su camino, pensando en que si no lo hacía, el tiempo transcurriría mientras él admiraba a su amigo.

Llegó a su pupitre, todavía disperso en sus pensamientos. ¿Qué era aquello que le causaba el pequeño azabache? ¿Por qué sentía esa calidez y seguridad cuando sus brazos le rodeaban? ¿O su respiración agitarse cuando le veía sonreír y acercarse desde la lejanía? Taehyung seguía sin comprender el fuerte latir de su corazón y el revoloteo en su estómago cada que lo tenía cerca. Todavía era algo nuevo, indescifrable y confuso para el adolescente. Aunque a su vez le parecía un hecho asombroso, fascinante y único, así como el mismo causante de este.

Su mente permaneció ocupada el resto de su jornada escolar. Era incapaz de poder concentrarse en lo que el maestro estaba explicando.

Poco después –o quizás no, no estaba seguro de cuánto tiempo había transcurrido– una voz estridente captó su atención de forma muy molesta.

— Señor Kim, ¡Kim...! ¡Kim Taehyung!— el proceso llamó repetidamente al nombrado, hasta que éste finalmente levantó la cabeza en su dirección, frunciendo el ceño— Oiga, si mis clases no le interesan, tome sus cosas y diríjase al despacho del director— vociferó, rellenando el papel de amonestación para poder realizar la expulsión— Como mínimo finja un mínimo de atención...

Taehyung no se inmutó. Recogió de mala gana sus cosas y se colgó la mochila en un solo hombro y, sin pronunciar palabra alguna salió del aula. Sin embargo, al poco rato desvió su trayecto hacia los baños del instituto. Dio un golpe a la pared una vez dentro, queriendo deshacerse de esa frustración.

— Ahg, mierda.

Rápidamente abrió la llave del grifo, intentando dispersar la sangre que brotaba de sus nudillos. No había controlado la fuerza que ejerció y se acabó lastimando como muchas otras veces.

Cerró los ojos, como si de ese modo el escozor disminuyera y envolvió su mano con algo de papel hasta que dejó de sangrar.

Así como de costumbre, sintiéndose incomprendido una vez más por sus docentes, sacó la consola de su mochila y se encerró en uno de los compartimentos. Inició el juego y permaneció allí, absorto en la pantalla, hasta escuchar el timbre anunciando la hora del recreo. Cuando por fin salió del baño, recorrió los pasillos en busca de Jungkook, pero al no encontrarlo por ningún lado, decidió ir directamente al lugar donde solían estar todos los días.

Subió el par de escalones hasta abrir la puerta del ático y nada más empujarla contempló la resplandeciente imagen frente a él. El joven pelinegro estaba sentado sobre la repisa, admirando el paisaje mientras sus pies, que permanecían suspendidos en el aire, se movían de hacia adelante hacia atrás.

Taehyung no pudo evitar sonreír al apreciar como los delgados y cálidos rayos de sol que se dejaban entrever entre las blancas nubes del cielo iluminaban el rostro del menor, que permanecía con una sonrisa sobre sus labios y aquel característico brillo en sus ojos.

Quedó tan encandilado que no se percató ni de cuánto tiempo se quedó allí parado, observando al chico. Y en ese instante, un delicado copo de nieve se posó sobre su hombro. Había empezado a nevar levemente.

— Hyung— pronunció cuando se dio cuenta de que el mayor estaba ahí.

— Hola, Jungkook— respondió el castañito entre balbuceos, sintiendo como su corazón se aceleró en el instante que los brillantes ojos del chico se toparon con los suyos.

«Esa sensación de nuevo», pensó Taehyung, colocando su mano derecha sobre su pecho, que seguía moviéndose vigorosamente.

— ¿Te encuentras bien?— se bajó de la repisa y se aproximó al mayor con cierta preocupación.

— Sí, sí— este sacudió su cabeza y respiró profundamente, pudiendo notar el agradable y dulce perfume de Jeon.

— Hyung— volvió a llamarlo casi en un susurro, quedando frente a él.

— ¿Sí?— tragó con dificultad y lo miró a los ojos, relamiéndose los labios al notar su garganta seca.

— Estás rojo otra vez, ¿seguro que no te has resfriado?

Taehyung se quedó mirándolo, intentando ignorar los fuertes latidos de su corazón y su agitada respiración. Quiso contestar, pero las palabras no le salían y sabía que su rostro se estaba enrojeciendo más.

— Jungkook— murmuró, alzando la mirada hacia el nombrado.

— ¿Sí, hyung?— dijo él tímidamente, aún preocupado por su amigo.

— Tú también lo estás— confesó en voz baja, dejando su mano sobre la mejilla de Jungkook, quien no pudo evitar agachar la mirada por unos segundos.

Y sin pensarlo dos veces, Taehyung acortó la distancia entre ambos. Los labios del pelinegro quedaron atrapados por los del castañito, y no dudó ni un solo segundo en corresponder a tan delicado y dulce beso, lleno de sentimiento y pasión. Su primer beso.

 

Schizophrenia | TAEKOOKOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz