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— ¿Me está escuchando?— replicó el hombre aparentemente enfurecido. 

Taehyung se encontraba en el despacho del director después de que la profesora que presenció la violenta escena lograra separar a los chicos con ayuda de un par de compañeros y los mandó al despacho del director, parecía conmocionada al ver el estado de nervios en el que se encontraba el castaño.

Se suponía que ambos estudiantes debían estar allí, pero a Jinho lo llevaron a enfermería por las lesiones que sufrió y la falta de aire que aún se percibía en su irregular respiración.

Eso no era justo. Él tenía una costilla rota y a pesar del sentimiento de rabia que rugía en su mirada, intentó explicárselo a los docente, que poco esfuerzo hicieron por escucharlo. 

— Sí— asintió sin más, desplazando su mirada por las oscuras y tristes paredes de la habitación. 

— Su comportamiento ha sido inaceptable. El instituto no tolera comportamientos como éste de nuestros alumnos y, aunque me duela tanto como a usted, he de informarle que será expulsado del centro durante el periodo de un mes por infringir las normas de la institución 10.3: agresión física intencionada a otro alumno que suponga un deterioro para su salud física o mental. 10.7: agresión física intencionada a un docente del centro. 11.6 y 11.7: agresión verbal a otro alumno y a un docente. Y 20.3: por negligencia a...—las palabras del hombre se fueron desvaneciendo en el aire, como si se alejaran del chico cada vez más. 

Se perdió por los rincones de su mente, pensando si también iban a soltarle toda esa palabrería al imbécil que llevaba meses metiéndose con la gente, insultando a los que él consideraba que eran más débiles e indefensos, maltratándolos física y psicológicamente. Era abrumador ver, una vez más, que la justicia no era para nada justa. 

"Te van a matar por hacerle eso a Jinho"

Otra vez la perturbadora voz susurrando a sus espaldas. ¿Qué demonios era eso? ¿Es que sólo lo escuchaba él? 

Se giró rápidamente para comprobar que no hubiera nadie y, efectivamente, en esa sala únicamente estaban él y el director, que se sintió totalmente ofendido e ignorado al ver que el joven no atendía a su aburrido sermón. 

— Como veo que no le interesa mucho el tema nos pondremos en contacto con su tutor legal para que esté al corriente del caso— finalizó el discurso mientras rellenaba la hoja de expulsión con desgana. 

— Vale— se encogió de hombros— ¿Me puedo ir ya?— suspiró, desesperado por los eternos cuarenta minutos que llevaba allí dentro escuchando parlotear a un tipo canoso y amargado echarle bronca por intentar defenderse. 

— Así es— le extendió el papel con cierto desinterés— Recoja sus pertenencias y pase por secretaria para tramitar la expulsión temporal— acabó de informarle, levantándose de su acolchada silla para abrirle la puerta. 

Tae asintió nuevamente, con un movimiento de cabeza casi hermético y se levantó con desespero, ansioso por salir de allí. El día sin Jungkook se estaba haciendo largo y caótico. 

Se pasó frente al mostrador de secretaría, donde una mujer mayor se encargaba de atender a quien estuviera por allí, pero en vez de eso, parecía muy concentrada en ordenar sus bolígrafos por orden cromático. Taehyung empezaba a desesperarse, había tocado la campanita unas seis veces y no pensaba pulsarla una séptima. Sabía que no serviría de nada, esa anciana estaba sorda. No escucharía ni un tractor pasar por detrás suyo. 

Diez minutos más tarde, la encargada se dio la vuelta y clavó su mirada en él, dándose cuenta de que estaba esperando. Por fin. 

— ¿Qué desea, joven?— se colocó las gafas de pasta para mirarlo mejor. 

— Tome— le entregó el folio que le había dado el director y, al ver la cara de confusión de la señora, decidió añadir:— Es una fotocopia de expulsión, solo ha de sellarla y archivarla— rodó sus ojos. 

La mujer frunció el ceño, ahora molesta más que confusa y, sin decir nada, estampó el sello en el lugar correspondiente, bueno, ignorando el hecho de que estaba descentrado de su casilla, pero al menos acertó en el lugar y no lo colocó en la parte contraria del folleto. 

— Ya se cual es mi trabajo, pero gracias de todas formas— se despidió con ese comentario sarcástico. 

— No lo parecía cuando he tocado la campanita de los cojones durante diez minutos seguidos y a pesar de eso usted seguía ordenando sus bolis con toda la parsimonia del mundo— escupió con descaro, olvidándose de sus modales. 

Al fin y al cabo, ya no tenía nada que perder.

Esperó en la parada del autobús unos veinte minutos, cómo no, venía con retraso. Cuando se subió, observó a los pasajeros. Apenas habían cinco personas; una mujer con un bebé a frente, dos señores mayores un poco más atrás y un hombre de mediana edad sentado al final del todo. Esta vez decidió sentarse en uno de los asientos libres entre medio del vehículo, así no tendría que soportar los comentarios retrógrados que compartían los dos ancianos. 

Se puso los auriculares y reprodujo uno de sus podcast favoritos de sonidos de lluvia. Le ayudaban a concentrarse y relajarse en momentos como ese.

Se apoyó en el marco de la ventana y se entretuvo mirando como el paisaje se movía a gran velocidad ante sus ojos. 

No llevaba ni tres minutos de trayecto y, a pesar de los agradables sonidos de la lluvia, un mal presentimiento le recorrió el cuerpo en forma de escalofrío. Sentía que alguien lo estaba observando. No quería darse la vuelta, pero lo hizo de todos modos, de forma disimulada. El hombre al final del autobús lo estaba mirando fijamente. Tenía unos ojos oscuros, rasgados y penetrantes. Su aspecto era bastante descuidado, llevaba una barba que aparentaba ser de varios días, su ropa tenía manchas casi imperceptibles y arrugas por todas partes, aunque la gabardina color marrón oscuro le tapaba la mayor parte de su atuendo. 

"¿Por qué me estará mirando? ¿Acaso nos conocemos?" pensó Taehyung, extrañado al no reconocer a esa persona que parecía mirarlo con desprecio. 

Se acomodó nuevamente en su asiento e ignoró la mordaz mirada del desconocido los próximos cinco minutos de viaje. Cuando llegó a su parada, se apresuró en bajarse del autobús sin mirar atrás. Soltó un suspiro de alivio al pisar el suelo de la calle. Sus músculos se destensaron por un segundo, hasta que un trueno retumbó en sus oídos. Se había olvidado de que aún seguía reproduciéndose el podcast. Se rió para sus adentros, pensando que estaba exagerando, diciéndose a si mismo que debía relajarse. 

Guardó su teléfono en cuanto dejó de oír el sonido de la lluvia a través de los audífonos y, en un amago por cerrar el bolsillo de su abrigo, vio de reojo una oscura y gran silueta a sus espaldas. El hombre del autobús. 

No podía creérselo. ¿Lo estaba siguiendo? "No, sólo será una casualidad", le respondió a su subconsciente, creyendo que que quizás así podría relajarse un poco. 

Giró la esquina en dirección a su casa. Él hombre también giró. Taehyung aceleró notablemente su paso, ahora espantado por la idea de que lo podrían agredir, secuestrar o robar en aquel momento. 

La adrenalina y el miedo activaron cada uno de sus sentidos. Sólo le quedaban 200 metros para llegar a su casa, ya podía vislumbrar el buzón desde allí. Hizo un sprint hasta la entrada de su vivienda, sin mirar atrás y sin preocuparse de otra cosa que no fuera sacar las llaves de su mochila y alcanzar cerrar la puerta detrás de él para sentirse sano y salvo. 

Schizophrenia | TAEKOOKOù les histoires vivent. Découvrez maintenant