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— Tae, hora de levantarse— escuchó la voz de su madre desde las escaleras.

Pero Taehyung ya hacía rato que se había puesto en pie. Tal y como predijo, estuvo todo el fin de semana en vela. La noche anterior al lunes empezó a probar diferentes juegos en su móvil, pensando que tal vez encontraría alguno que valiera la pena y que no desinstalaría a los tres días.

Pasadas las seis de la mañana se quitó las sábanas de encima y empezó a observar con detenimiento cada rincón de su habitación. Las paredes eran completamente neutras y aburridas, de un color grisáceo, sin ninguna foto, ningún póster, cuadro o dibujo más que los difusos tachones que hizo con un rotulador cuando era pequeño. 

— Vaya, ¿ya estás despierto?— lo contempló perpleja, mirando su reloj de muñeca.

Efectivamente, era la hora de siempre, las 6:50 de la mañana. "Qué raro" pensó su madre, sabiendo que por lo general tenía que llamar a su hijo por lo menos tres veces para no llegar con retraso al instituto. 

No tardó mucho en acabar de alistarse, apenas necesitó media hora, así pudo dedicarle algo de tiempo a sus pensamientos y, tal vez, a escribirle algún mensaje a Jungkook para comprobar que estuviera bien. Estaba preocupado por si le había pasado algo semejante a lo que le ocurrió a él esa misma noche. 

Jungkook no contestó a sus mensajes, quizás andaba ocupado.

"¿Y si le ha pasado algo?" se dijo a sí mismo, atemorizado por no obtener una respuesta del pelinegro, sabiendo que solía contestarle casi al instante. 

Se colgó la mochila de un hombro, ignorando las protestas de su madre de que si seguía llevándola de esa forma se le iba a desviar la columna vertebral o algo peor.

— ¿Has visto mis llaves? No las encuentro por ninguna parte— le preguntó cuando vio que no estaban en el organizador, donde solía dejarlas. 

— ¿No están en su sitio?— dijo ella extrañada, dirigiéndose hacia él para comprobar si se ubicaban allí— Que raro, juraría que ayer las vi aquí— frunció el ceño. 

— Voy a buscar en mi abrigo, quizás las dejé ahí por error. 

Se dirigió al perchero y rebuscó en el bolsillo izquierdo; nada. Metió la mano en el derecho, palpando con sus dedos un objeto frío y duro. Una llave. La sacó, satisfecho de haberla encontrado. Sin embargo, su gratitud se vino abajo cuando descubrió que no era la de su casa, ¿de dónde había salido entonces? No recordaba haber puesto ninguna llave en su bolsillo, mucho menos una de ese aspecto. Era más pequeña que las convencionales, parecía vieja y deteriorada, con una forma singular. Le recordaba a las llaves que salían en los antiguos dibujos animados, de esas anticuadas con un circulo en la parte superior.

La miró extrañado, curioso y algo atemorizado cuando la idea de que ese objeto pudo haberlo puesto la espeluznante sombra que lo visitó la noche anterior. 

— Ya la he encontrado— exclamó su progenitora desde el salón.

Se guardó la llave en el bolsillo de su pantalón y se dirigió hacia ella, agarrando ahora sí, el llavero que habían estado buscando. 

— Estaba en la encimera de la cocina— mencionó la mujer nuevamente. 

— Gracias, mamá. Nos vemos luego entonces. 

No se topó con Jungkook en el autobús, le pareció raro porque él siempre tomaba la parada anterior a la suya, mas no le dio mucha importancia, quizás se había dormido ese día. 

Las dos primeras horas de clase fueron un infierno para el castaño. No sabía si dormirse o jugar a uno de los cinco juegos que tenía instalados en el móvil desde la madrugada. Optó por la segunda opción cuando supo que la estridente voz de su profesora no lo dejaría pegar ojo de nuevo.

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