El presidente

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—Nunca pensé que me alegraría tanto de ver un balance de Ecomoda en mi vida. —Dijo Roberto, analizando los números minuciosamente.

—¡Ay, ahora sí son chéveres estes numeritos! —Dijo Maria Beatriz, recordando la reunión en la que se había enterado de que Ecomoda estaba embargada.

—¿No hay ninguna deuda? —Preguntó emocionada Margarita.

—Ninguna. —Roberto contestó con una sonrisa que hacía tiempo que no se veía.

—¿Los bancos, el nombre de Ecomoda, todo limpio? —Preguntó Marcela sin dar crédito a lo que leía y oía, mientras observaba a Armando que estaba junto a su padre muy animado y sonriente.

—¡Todo limpio! —Confirmó el menor de los Mendoza, haciendo que todos se quitaran un peso de encima en ese momento.

—¡Pero es una noticia para celebrar! —Dijo Camila, feliz por la empresa y por su hermano.

—¡Dile a Fred que traiga champaña! —Le dijo Margarita a Patrícia, mientras abría la puerta de la sala de juntas.

—Un momento, ¿Estás seguro de que esto no ha sido manipulado también? Porque me parece extraño que en tan poco tiempo la empresa se haya recuperado tan bien que no tenga deudas. —Dijo Daniel, aún serio, desconfiando de su cuñado.

—Estoy seguro, Daniel, he inspeccionado cada paso en estos últimos meses, hemos revisado todo antes de venir aquí a darte esta noticia. Ecomoda ya está como empezó, libre de deudas y problemas. —Le dijo Roberto, seguro de lo que hablaba y muy contento por primera vez en meses.

—Qué bien, Roberto. Parece que por fin podemos respirar después de meses. —Dijo Marcela internamente aliviada de que todo estuviera bien, sintiendo que ahora todo estaba en orden y podía dejar de preocuparse.

—Ay sí, mi amor, es la mejor noticia que podíamos recibir. —Dijo Margarita.

—¿Satisfecho, Daniel? —Preguntó Armando, sintiéndose algo victorioso.

—Bueno, si Roberto inspeccionó todo de cerca, no tengo motivos para sospechar. —Dijo Daniel, satisfecho con los resultados.

—Bien. Junto con esta noticia, también trajimos los papeles que firmó la doctora Pinzón, devolviéndonos la empresa. —Anunció Roberto, mencionando a Betty, que permanecía callada en un rincón de la sala.

—Aquí están, doctor. Firmados según las indicaciones del abogado. —Habló finalmente Betty, entregándole los papeles que había mencionado.

—Gracias, Beatriz. Creo que con esto damos por concluidas nuestras reuniones casi semanales, y Margarita y yo podremos por fin disfrutar de nuestro merecido descanso en Londres. —Le dio las gracias sinceramente, sin tener ningún sentimiento negativo hacia Betty.

—Después del lanzamiento, ¿no? Ay no, ¿no me digan que no vendrán a ver mis nuevos modelos?

—No faltaremos, Hugo, no te preocupes. —Le tranquilizó Margarita.

—Pero si van a vivir en Londres, ¿quién se va a hacer cargo de la empresa? —Preguntó Beata sin entender.

—Eso es un problema. —Dijo Roberto mirando a su hijo.

—No estarás pensando en Armando, ¿verdad? —Preguntó Daniel incrédulo de que volvieran a cometer semejante error.

—Si me hubieran propuesto a Armando hace unos meses, yo habría sido el primero en decir que no, pero he visto su compromiso estos últimos meses, no sólo en la empresa. Creo que Margarita tiene razón y se merece una segunda oportunidad. Si se siente capacitado para volver a la presidencia, claro. —Dijo Roberto, sorprendiendo a su hijo y a todos los presentes en la mesa, y llenando de felicidad el corazón de Margarita.

Un cambio inesperadoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon